Nada más despertarse se levantó con cuidado y en silencio. No quería despertar a Kacchan, y además, él no iba a formar parte de la operación, así que no importaba no despertarle. Si todo salía bien, volvería antes de que se despertase. Respiró hondo y colocó sus cosas mientras le veía dormir. Sabía que debía disfrutar de aquellos momentos, en los que las respiraciones eran calmadas y profundas, las expresiones no desfiguraban su cara y sus ojos no te acusaban y te ponían a prueba todo el tiempo. Esos momentos íntimos en los que una persona confiaba en ti lo suficiente como para estar vulnerable a tu lado.
Cuando lo tuvo todo preparado se alejó entre la maleza de camino a la tribu de nuevo. Habían tenido el día anterior demasiada suerte, sabía que no se repetiría.
Llegó jadeando a la frontera de la aldea debido a los nervios. Había conseguido recuperar un poco de su fondo físico que había perdido en ese año, pero todavía no estaba del todo en forma. Esperó allí escondido a Todoroki, esperaba que el plan fuese a salir bien. En verdad, no era especialmente complicado, podría haberlo catalogado hasta como absurdo, ya que simplemente iban a hablar de las formas de acabar con dos aldeas en una estúpida guerra sin sentido. Esperaba que la mujer de Endeavor fuese más receptiva que él. Aparentemente, por las descripciones que le había hecho Todoroki cuando estaban juntos, no era una mujer perfecta, tenía sus fallos y sus errores, pero al menos pensaba antes de hacer decisiones, y lo bueno es que pensaba normalmente en las cosas que podrían salir mal de los planes, así que sería fácil convencerla de que aquello era una locura. Si la conseguía convencer y ponerla de su parte, las cosas podrían mejorar y entonces la guerra podría evitarse fácilmente.
De repente de entre el follaje apareció Todoroki, serio, como siempre, pero dispuesto. Le hizo una señal con la mano para que le siguiera y caminaron agazapados entre las tiendas y los grupos grandes de lobos. Parecía una operación que, al menos infiltrarse les iba a resultar fácil. Respiró hondo, todo podía dar un giro y marearle de tal forma que todo se fuese al garete. Se mantuvo frío y atento ante todo lo que había a su alrededor. No tardaron en llegar a la tienda principal, donde se alojaban los Alfas mayores. Todoroki suspiró y metió su cabeza con cuidado entre las telas de la tienda. Después de unos segundos entró detrás de su amigo.
Allí se encontraba tranquilamente sentada la Alfa mayor de la aldea, aparentemente cosiendo ropa. Nada fuera de lo normal, claro que al lado tenía un cuchillo, ya podía tener cuidado con esa mujer.
Entonces se dio cuenta de algo horrible: ellos no iban armados.
—¿Porqué me has traído a un criminal Shoto? —le preguntó sin moverse. Al parecer nos habría visto llegar, o a lo mejor había sido Inko, su madre, la que la había informado de que se encontraba en la tribu.
—No es un criminal.
—Sí lo es. Tú padre hizo un trato con él. Le dejaba marcharse si jamás regresaba y no volvía a tener contacto con sus familiares, y al parecer, ya ha roto las únicas dos normas que se le impusieron. Merece ser castigado. —dijo seriamente mientras se levantaba y se ponía en frente de ellos. Aquella mujer era de la misma altura que él y eso le incomodaba. Era cierto que él no era muy alto, pero, que una mujer casi le sobrepasase le daba vergüenza. Sobretodo una mujer tan fuerte y decidida. No le daba vergüenza que fuese tan alta, sino que le imponía tanto esa mujer que sentía un ligero respeto por al aura que desprendía.
Cogió aire.
—Cierto, pero no voy a quedarme demasiado, he venido a hablar, no ha interferir en su vida diaria. Tampoco quiero causar ningún problema.
—Ya lo estás causando trayendo aquí al león. —hubo una pausa. La mujer miró directamente los ojos de Izuku, buscando alguna culpabilidad o algo que delatase que el león se encontraba cerca de la aldea. Pero no encontró nada. Ella no sabía que eso Izuku ya lo sabía, Katsuki le había advertido el anterior día, y estaba preparado para la desventaja que sería no poder ocultarle información. No pensaba que su madre hubiese ido corriendo a contarle todo lo que había descubierto a la Alfa mayor, pero al parecer, había sido así.
Tenía que tratar a esa mujer por las malas.
—Vale. Seamos concretos. Yo no quiero problemas, y vosotros os habéis metido en uno muy grande. —hizo una pausa. —Vais a morir. —declaró. —Vais a morir todos, como no pares ésta locura. —la miró fijamente. —Da igual que dispongas de un lago mágico que os haga invencibles, no vais a poder vencerlos. Son muchos, muy fuertes y muy muy orgullosos. No pararan hasta que todos estéis muertos o hasta que ellos caigan. —le dijo sinceramente. Iba a ser una masacre, y aunque los lobos consiguiesen adentrarse en el territorio de los leones y matar a alguno, la poca piedad que tenían se desvanecería y solo quedaría ira y muerte.
—Tenéis que parar esto. Hablad con los leones, pedirles perdón y formad un acuerdo de paz. Es la única manera que todo esto no acabe en guerra.
La mujer le sostuvo la mirada un largo momento y después se echó a reír.
—No vamos a echarnos atrás. Esto no tiene que ver con el poder, ni el territorio, tenemos más que de sobra. —respondió enfurecida. —Tiene que ver con tu traición.
—¿Traición? —preguntó Izuku sin comprender.
—Sí. Nos dejaste por un estúpido libro. —hizo una pausa para mirar lo que había estado tejiendo y le devolvió la mirada. —Desde que te marchaste muchos integrantes de la manada se han ido para cumplir sus sueños y sus propósitos. Algunos se casaban con otras personas que no pertenecían a la manada, otros se iban en busca de información, como tú. Pensaron que como lo habías hecho tú, ya eran libres y debían seguir tus pasos. —si eso era real debía encontrar a esos lobos solitarios que habían hecho lo mismo que él y que le seguían. Así tendría un ejército. —Y ahora que te he proporcionado información que te interesa. Es hora de que nos proporciones información a nosotros.
—¿Yo? Sólo he venido a hacerte recapacitar.
—Cállate. Ahora sabes que tienes una especie de poder en un pequeño grupo de lobos, y eso te hace peligroso. Y, como te he dado información contra mí, y mis planes, ahora necesito que me des tú información en tu contra.
Izuku se la quedó mirando, hasta que sus ojos se abrieron desmesuradamente.
—Has estado escribiendo y recopilando información sobre todas las aldeas por las que has estado, y sabes todo sobre ellas. Y sobretodo de los leones. —hizo una pausa y dos guardias, probablemente Betas, aparecieron en la entrada de la tienda, cortándoles el paso. Izuku contuvo el aliento y miró a Todoroki. Estaba tan asustado y paralizado como él.
—Madre, ¿Qué es esto? —le preguntó desesperado.
—Nada, solo un ligero cambio de planes. Vamos a atacar a una de las tribus más fuertes, y qué mejor que el conocedor de todas sus armas, sus costumbres y en cima pareja de uno de ellos. —le contestó a su hijo, después se dirigió a Izuku. —No hay nadie que conozca mejor a un león que tú. —se acercó a él y los Betas le sujetaron los brazos y le retuvieron. La mujer le sujetó la cara con malicia y malas intenciones. —Y, bueno, ¿Quién sabe? Si tu información nos es útil, puede que incluso nos sirva para otras aldeas. No me caen nada bien esas tortugas, supongo que no importará si las eliminamos. —Izuku se mantuvo callado y enfrentándose a su mirada.
—No voy a traicionar a los que confiaron en mí. —le respondió, seguro de sí mismo.
—Entonces tendremos que torturarte. —Izuku no dijo nada más. Todavía tenía algunas cartas a su favor. Él estaba acostumbrado a el dolor físico hasta desmayarse, así que no tendría problemas en aguantar ese tipo de tortura. El problema era el mental, tal vez para ese no estuviese tan preparado, pero, qué importaba, no se esperaba que los lobos le estuviesen buscando a él, y no a Kacchan. La verdad es que nunca había mirado su libro como un arma contra las demás tribus. Pero ahora se daba cuenta de lo estúpido que había sido. Los lobos estaban empezando a comprender que la información era poder, y eso Izuku no lo había visto venir.
Respiró hondo mientras le llevaban a al calabozo. No era más que una cueva, oscura, asquerosa y con ruidos extraños que provenían de su interior. Le tiraron allí y él ni siquiera intentó escapar. ¿Para qué? Tenía otros planes. Le era útil para los lobos, pero a ellos nadie les garantizaba que lo que les fuese a contar fuese cierto o no, y por eso él todavía guardaba esperanza.
De lo que no estaba seguro del todo era en Todoroki. ¿Los había traicionado? O bueno, ¿Le había traicionado a él? No era probable, pero parecía algo que estaba pensado previamente.
¿Qué más daba? Pensó, aquella era una guerra de locos. De lo único que podía preocuparse era de Kacchan, pero a la vez se sentía aliviado de que no le fuesen a perseguir. Respiró hondo y se apoyó en una de las paredes frías de la cueva, y pensó en su hija.
Mierda.
Entonces no daba tanto igual quedarse allí encerrado.
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El Cuento Del León Y El Lobo
أدب الهواةUn mundo en el que las personas viven acompañadas de animales, como parte de sus almas. Un mundo en el que, a pesar de la diversidad de razas, religiones, leyendas, dioses...hay grandes desigualdades y guerras. Un mundo muy parecido al nuestro, pero...