Capítulo 35

2.1K 304 1
                                    

Despertó con la tensión en todo su cuerpo. Cuando notó que el calor de otro cuerpo hacía bastante que se había desvanecido supo que algo iba mal, muy mal. Respiró hondo y miró a su alrededor. No había ni rastro de Deku y menos de su animal acompañante. Suspiró, aquél idiota se había ido sin decirle nada. Se sentó y acarició a King con nervios por todo su cuerpo. De repente escuchó que los matorrales se movían y de ellos salió el chico de cara quemada que amaba a Deku. No quiso prestarle atención, pero venía jadeando y asustado y eso le era suficiente para saber que algo malo había pasado. Se acercó a él pero no le tocó, no le conocía de nada.
—¿Qué ha ocurrido? ¿Y Deku?
—Le han capturado. —respondió jadeando. Katsuki le miró fijamente y la ira corrió por sus venas.
—¡Y tú le has dejado sin más! ¡No debería haber confiado en ti! ¡Eres igual que ellos!
—¡No! Esto es bueno, —dijo recuperando su respiración. Katsuki no daba crédito a lo que oía. —significa que le necesitan de alguna forma. Y si él no ha escapado, que estoy seguro que podría haberlo hecho fácilmente, es porque probablemente Midoriya tenga un plan. —Katsuki se quedó parado ante sus palabras. Tal vez tenía razón, pero debería habérselo contado, haber compartido sus ideas con él. Suspiró, tal vez le había llenado la cabeza de ideas con sus suposiciones de la noche anterior. En cierto modo, era su culpa lo que había hecho Deku, pero no había tiempo para lamentarse. Si él decidía convencerles desde dentro, estaba seguro de que aquello llevaría tiempo, y debían continuar con el plan inicial, lo que conllevaba llegar a su aldea con un visitante peregrino. Miró de reojo a Todoroki que obviamente no había dejado de observarle en ningún momento, con aquella expresión suya tan...neutral.
—Vale, si Deku decide cambiar los planes iniciales yo voy a hacer lo mismo. —soltó mientras empezaba a recoger sus cosas, de entre ellas, encontró el libro de Deku. Lo reconoció de inmediato, el que no veía desde hacía un año y por cuál el lobo había luchado por recapitular información. Ahora estaba en sus manos, roto, viejo y muy usado. No sabía muy bien porqué se lo había dejado Deku, pero sabía que no había sido un descuido. Aquello era la guerra y ese libro podía ser la perdición de cualquier aldea si el que lo poseyera tenía malas intenciones.
—Ese libro...—empezó el lobo quemado. —...mi madre lo quería. Dice que así podrá venceros. —Katsuki le miró de reojo. No sabía lo que decía. Nunca nadie jamás había intentado retar a los leones, eran demasiado agresivos como para pensar en enfrentarse aunque fuera a uno de ellos. Se entrenaban desde que aprendían a andar y cuando ya tenían cierta edad para luchar, eran tan fuertes y ágiles que la mayoría de los rivales extranjeros no podían con ellos. Claro que en cierto modo, atacar a los leones no era tan mala idea. Era una de las pocas tribus que no tenía aliados, en caso de que los leones cayesen, nadie les ayudaría, nadie les salvaría.
Respiró hondo, debía hablar seriamente con el dominante, aquello no podía continuar así.
Las cosas no hacían más que empeorar, Deku desaparecía, se quedaba con el idiota quemado y además estaba obligado a llevarle a su hogar para que pudiese entrar y hablar con su madre y el dominante.
—Idiota, necesito que me acompañes. —le medio pidió. No iba a ser bueno con un desconocido que encima le había dado una paliza. El chico le miró, con su expresión neutra y sin un atisbo de sorpresa. ¿Qué le pasaba a ese tipo? —No puedo entrar en mi tribu sin un visitante, así que vamos. —le dijo mientras colocaba sus cosas y empezaba a andar hacia la tribu de los leones.
Mientras caminaban Katsuki no pudo evitar tenerle en el punto de mira, podría haberle mentido y haber hecho que capturasen a Izuku, y ahora le estaría llevando directo a donde él quería. Se hizo a la idea de que ese chaval era leal a Deku, de que lo que hacía estaba bien y no se iban a empeorar las cosas. Esperaba que cuando llegase el momento, pudiese atacarlo de alguna forma, en caso de que les traicionase sería él quien acabaría con su vida.
—¿Cómo es que Izuku te quiere a ti? —preguntó directamente. Katsuki se sorprendió tanto ante eso que le miró un rato y se quedó así. ¿Cómo tenía huevos de enfrentarse así a él?
—Por que soy mejor que tú. —le respondió
Eso le dio que pensar al quemado, e hizo que Katsuki se sintiese bien consigo mismo.
—Eso no es verdad. Si él se hubiese quedado conmigo desde un principio nada de esto estaría sucediendo.
—A ver, cara quemada, no me cuentes cosas que ya sé. Y además, si está conmigo es porque tengo algo que no encontró en ti. —eso debió de enfurecer bastante al achicharrado ya que le respondió:
—Debió de encontrar estupidez en ti, porque no sé que más vio. —le dijo enfadado.
Katsuki se dio la vuelta y le miró fijamente. Esperaba que hubiese escuchado mal, porque si era lo que sus oídos habían captado, aquello podía ir a peor.
—Si lo que pretendes es sentirte mejor contigo mismo, métete con otro. Ambos sabemos que cualquier pelea que empieces la ganaré yo. —hizo una pausa y continuó andando. —Pase lo que pase, Deku me seguirá queriendo a mí.
Y con eso, la boca del lobo permaneció cerrada, para sorpresa de Katsuki.
La idea inicial era que después de tratar con los lobos regresasen a la aldea de las tortugas, pero Katsuki no quería arriesgarse, y además no confiaba del todo en aquél tipo, así que continuó por el camino que conducía a la Sabana. Hacía poco que había pasado por aquél lugar, pero me traía recuerdos, buenos y malos a la vez.
Pararon a descansar en la frontera y fue cuando Katsuki sintió más nostalgia. Allí en ese lugar había conocido a Deku, allí era donde todo había empezado, donde se había caído por el cansancio hacía casi dos años. Le dolía recordar aquellos momentos, cuando Izuku habló con el por primera vez, obviamente no recordaba bien la conversación, pero sabía que no le había tratado muy bien. Respiró hondo mientras comía un poco para prepararse para lo que venía. El lobo quemado estaba un poco más alejado de él, descansando, y hambriento. Había tenido que escapar de su hogar y claramente no llevaba nada para sobrevivir.
Sin mirarle, le lanzó una pata de conejo cocinado y se apresuró a alimentar a King.
El chico, a pesar de su sorpresa, cogió la comida y se la repartió con su lobo acompañante.
Después de descansar continuaron con su viaje, y en cuanto cruzaron la frontera, escucharon pasos aproximarse a toda velocidad. Alguien venía a por ellos, alguien iba a atacarlos. Debían ponerse a cubierto o les matarían en cuestión de segundos. Miró a su alrededor y cuando divisó de quien se trataba no supo si tranquilizarse o ponerse el doble de nervioso.

El Cuento Del León Y El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora