Capítulo 11

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A la mañana siguiente Kirishima, le despertó con un grito.
Se levantó de un salto y adoptó una posición de defensa al instante.
—Tranquilo, tranquilo hermano...—le dijo con las manos inocentes levantadas.
—¿Ha ocurrido algo? —preguntó nervioso.
—No, solo quería avisarte de una cosilla que me enteré ayer. —Midoriya se sentó en su cama de nuevo tranquilamente. Se tranquilizó enormemente y le miró fijamente. —Ya sabía que tenías que haber tenido que chantajear a ese león para que te acompañase. —dijo con una sonrisa traviesa y cómplice. —Ayer escuché cosas...
—¿Qué?
—No lo niegues, lo hecho, hecho está. Pero la próxima vez, hacedlo fuera de la aldea, no tan cerca de los niños.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —preguntó Midoriya asombrado. ¿A qué venía aquello? ¿Hacedlo? ¿Qué había hecho? ¿Y con quién? ¿Cerca de los niños?
Ante su mirada de desconcierto Kirishima decidió explicarle todo.
—A ver...ayer por la noche unos niños os pillaron a ti y al león en el lago. —Midoriya mientras hablaba empezaba a ruborizarse. —Bueno, en un principio no les hice caso, pero después me acerqué para hacerle algunas preguntas al león, —hizo una pausa, probablemente recordando sus preguntas, Midoriya rezó porque se olvidase del tema, pero al momento movió la cabeza y continuó. —pero escuché unas cosas que no eran muy aptas para críos. Y me fui y os dejé solos. La verdad no me esperaba que te gustasen...—de repente Midoriya levantó una de sus manos y le cerró la boca completamente. El pelirrojo le miró cansado de la situación, pero el chico de pecas quería hablar y no quería escuchar aquello que iba a soltar su amigo.
Empezó a reír nervioso.
—¡No, no, no! Simplemente le enseñé a Kacchan el lugar. Está un poco triste por haber dejado su hogar, y quería animarlo.
—¿Kacchan? ¿No se llamaba Katsuki Bakugo? —con ese comentario Midoriya se puso aún más colorado, aunque había sido el propio Kacchan el que había empezado con el juego de los apodos, ahora se veía raro que su amigo preguntara por ello. El pelirrojo rió cómplice de la escusa barata que estaba soltando su amigo, y le sonrió.
—Bueno, está claro que le animaste. Después de lo que oí. —Midoriya se quedó helado. ¿Qué había escuchado? Y de todas formas, no había hecho nada con Kacchan, no debía ponerse nervioso por nada, pero sabía que si Kirishima sabía un cotilleo como aquel, era muy probable que toda la aldea lo supiese ya. ¡Cómo Kacchan se enterase de aquel rumor vergonzoso, estaba perdido!
—Y...¿Qué oíste, exactamente? —le dijo tembloroso.
El pelirrojo formó una sonrisa traviesa.
—Te oí reír y pedirle al león que parase, que se estuviese quieto. —entonces Midoriya lo comprendió. Los había pillado en el momento más exacto de la noche. Aunque, pensándolo bien, Kacchan estaba intentando estrangularlo, decidió no decirle ese pequeño detalle al pelirrojo, por temor a que le expulsaran de la aldea. Suspiró y miró al chico en frente suyo, cuando algo se le metía en la cabeza era duro hacerle cambiar de opinión, y además era muy pronto...
—No voy a negarte nada. —y entonces empezó a reírse como loco. Midoriya se quedó estupefacto. —Quiero decir, da igual que te lo niegue y te diga que estábamos jugando, porque no te lo vas a creer. —mientras el otro chico estaba en la parra felizmente riendo, Midoriya se volvió a recostar e intentar dormir.
De repente alguien más entró en la pequeña tienda, bostezó e intentó estirarse, aunque no pudo. Se le acercó rápidamente el pelirrojo buscando alguna marca que hubiese dejado el lobo, pero obviamente no la encontró.
—¿¡QUÉ HACES!? ¡DEJA DE MIRARME ASÍ, MALDITO PELO PINCHO! —entonces Midoriya se levantó bruscamente al oír aquel grito. Delante de él ahora se encontraba un Katsuki con los ojos hinchados de dormir, y con en cima de él un montón de niños dormidos. Era impresionante que no se hubieran caído, o despertado con aquel grito. Se levantó y empezó a quitar con cuidado a los niños de encima de Kacchan y los tumbó encima de su propia cama. Katsuki estaba dirigiéndole una mirada asesina a su amigo que les miraba con unos ojos soñadores y extraños.
Cuando ya hubo quitado a todos los niños que traía Katsuki encima, decidió preguntarle:
—¿Qué...?
—¡Los niños se metieron cuando volvimos en mi cama! ¡SE DURMIERON ENCIMA DE MÍ PORQUE NO QUERÍAN QUE ME ACERCASE A TI! —Midoriya al escuchar aquello miró a Kirishima que estaba mirándoles fijamente. Volvió a levantar las manos inocente.
—Tal vez me escucharon cuando le conté lo vuestro a algunos amigos...—confesó algo sonrojado.
Entonces fue cuando Katsuki explotó.
Agarró fuertemente a Deku del brazo y le giró para que le mirase a los ojos. 
—¡¿QUÉ NUESTRO?! ¡QUÉ NARICES HAS CONTADO! —y Midoriya empezó a temblar.
—Sois pareja, ¿Verdad? —ya está, era su funeral. Estaba claro que moriría allí. Al menos, tuvo una buena vida.
Miró al rubio que, ya casi recuperado, parecía que se había levantado con ganas de pelea. Echó a correr como alma que lleva al diablo por toda la aldea. El león le siguió, obviamente.
Corrió hasta que se adentró un poco en los árboles, entonces, recordó que escalar no era uno de los fuertes de Katsuki así que subió por una árbol, lo más rápido que pudo, pero cuando llegó hasta arriba se resbaló por la humedad y cayó hacia el suelo. Justo cuando pensaba que iba a tragarse el suelo, unas cuerdas le aferraron las piernas y los brazos y se quedó a unos metros del suelo. Katsuki se acercó corriendo y gritando barbaridades.
—¡DEKU ESTÁS MUERTO! —al estar tan cegado por la ira se tiró a por Deku para darle el puñetazo de su vida, éste cerró los ojos y de repente sintió como el cuerpo de Katsuki chocaba contra el suyo. El puñetazo que le asestó en el estómago se lo llevó pero al menos consiguió desengancharlo de esas cuerdas. Cayeron al suelo y empezaron a pelear en serio. Katsuki iba tan en serio que daba miedo y Midoriya soltó alguna que otra risa por la que habían liado, y sólo empezaba el día.
Pelearon hasta que Midoriya se cansó y le pegó una patada que le apartó lo suficiente para que no volviese por más.
—¿Qué has hecho? —le gritó algo más calmado.
—Ayer creyeron que estábamos haciendo otras cosas. —Katsuki pareció querer volver a golpearlo, pero se contuvo. Se sentó y le miró mientras recuperaba el aliento, Deku hizo lo mismo.
—Ya veo...esa clase de cosas que te emparejan a un lobo...—dijo enfadado y algo irritado. Parecía que le daba asco que le hubiesen juntado con él. Deku suspiró ante tal comentario. —¿Los lobos no teníais una marca o algo así en el cuello? —preguntó mientras Deku se levantaba.
Deku tragó saliva forzosamente, aquello era algo embarazoso de contar, pero, a él le encantaba la información y más enseñarla.
—La marca de la que hablas es la marca de Posesión, es una especie de mordida en el cuello que tienen los Omegas elegidos por sus Alfas. —hizo una pausa y explicó más detalladamente todo aquello. —Los Alfas cuando eligen a un Omega le muerden por la clavícula, más o menos, aquí, —le explicó señalando el lugar dónde a él probablemente le morderían en el caso de tener pareja Alfa. —y es para hacer saber a los demás Alfas que ese Omega es suyo. Por eso se llama de Posesión. Aunque es algo discriminatorio. —Katsuki asintió ante sus palabras y después Midoriya le extendió una mano para levantarlo del suelo. Éste tardó en responder y finalmente se levantó sin cogerle la mano. Midoriya se quedó en el sitio algo descolocado.
—Ni se te ocurra volver a meterme en tus problemas. Tenemos un trato, te doy información y tú me enseñas a cazar y pelear para que pueda volver a otra manada. —hizo una pausa y miró sus guantes, a lo mejor por eso no le había cogido las manos, porque ocultaba sus heridas.
Como un cobarde.
Vio como Katsuki volvía a la aldea sin decir nada más.
No esperaba quedarse mucho tiempo en aquel sitio.

El Cuento Del León Y El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora