Capítulo 5

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Caminaron un largo trecho hasta que Katsuki se detuvo, abatido.
Se sentó en el suelo y se apoyó en King, agotado.
Midoriya tardó un rato en darse cuenta de que se había detenido, es más, fue su lobo acompañante quién llamó su atención y entonces se dio la vuelta y se quedó mirando a su compañero de viaje.
Se quedó parado observando y eso desesperó a Katsuki. No le gustaba la mirada de aquel chico, le hacía sentirse incómodo, como si le estuviese estudiando de arriba a abajo.
-Necesito descansar. -soltó.
Midoriya soltó su mochila y se acercó a él. Después se colocó en posición de ataque, pero esta vez su lobo no le imitó. El semblante serio y ligeramente fruncido del chico estaba inquebrantable.
Su acción impacientó a Katsuki, que no entendía que era lo que estaba haciendo el lobo.
-¿Qué haces, inútil? -le espetó mientras el lobo corregía ligeramente su posición y le miraba de nuevo directamente a los ojos.
-Entrenemos. -dijo secamente.
El león no podía estar más sorprendido y a la vez desorientado.
-Estoy cansado, he tenido una pelea con un dominante hace unas horas. No estoy en condiciones de entrenar. Créeme, si te hubieses enfrentado a un dominante lo sabrías. -y dicho esto apoyó su cabeza en el cuerpo peludo y suave de King.
Intentó descansar pero de repente sintió como algo le cogía del tobillo y tiraba de él hacia adelante. Abrió los ojos asustado y alerta y miró hacia delante. Ahí estaba el lobo, tirando de él, el chico era fuerte al fin y al cabo. Le soltó de golpe y el león cogió un cabreo monumental.
-¿¡SE PUEDE SABER QUE HACES!? ¡Quién te has creído que eres! -le gritó a los cuatro vientos mientras el lobo se cruzaba de brazos y levantaba la barbilla para mirarle fijamente.
-Entrenemos. -repitió impasible.
-¡TE HE DICHO QUE ESTOY CANSADO! -le respondió.
-Me da igual. Si nos detenemos nada más empezar, no avanzaremos nada. -dijo tranquilamente. ¿Cómo era posible que estuviese tan tranquilo y calculador ante alguien como él? ¡Debería estar temblando con solo mirarle! ¡Como antes!
-Tú, te lo has buscado, no te quejes si luego te duele todo el cuerpo. Maldito inútil. -se apartó de él y adoptó su posición de combate. Midoriya hizo lo mismo y se miraron fijamente concentrados en los movimientos del otro.
Katsuki fue el que atacó primero, a lo loco y sin mirar los movimientos de su contrincante. Se abalanzó sobre Midoriya, pero para su sorpresa le esquivó. Katsuki no podía salir de su asombro. ¿¡Cómo se podía ser tan cobarde!? Gruñó y corrió de nuevo hasta donde estaba Midoriya. Éste le volvió a esquivar y entonces mientras Katsuki se giraba fue a atacarle.
«¡Por fin!» Pensó Katsuki.
Cuando le fue a atacar, en fuerza, el león ganaba al lobo, así que le agarró de la muñeca cuando iba a asestarle un puñetazo en el estómago, y consiguió paralizarle la otra con un movimiento. Midoriya no intentó forcejear y esto le dio una oportunidad a Katsuki de asestarle una patada en el estómago, pero, al parecer eso ya se lo esperaba Midoriya ya que giró ágilmente y esquivó de nuevo su ataque, y a su vez desequilibró al león. Giró y las manos de Katsuki no consiguieron mantenerlo agarrado, y se soltó con facilidad. En un segundo estaba en la espalda de Katsuki, y para el león defenderse nunca había sido uno de sus fuertes, así que el lobo podría haber acabado en aquel momento el combate o entrenamiento con una patada en la espalda de su contrincante, pero, resultó que Katsuki giró velozmente para encarar a su contrincante y entonces le sujetó la pierna.
De repente se detuvieron y se miraron fijamente, Midoriya intentó asestarle un puñetazo para que le soltase la pierna que le estaba desequilibrando, pero el león detuvo de nuevo su puño. Sonrió triunfante y Midoriya se asustó, pero pensó en algo que hacer rápidamente.
Todavía le quedaba la otra pierna.
Cuando Katsuki tiró de la pierna del lobo lo suficientemente fuerte como para que perdiera el equilibrio y cayese al suelo éste se dejó, es más ni intentó no caerse, ya que le había pillado y salir de su agarre era igual de imposible como no caer al suelo en aquel momento.
Así que mientras caía levantó la otra pierna y le dio una patada en el estómago lo suficientemente fuerte como para apartarlo de su lado y lanzarlo lejos de donde estaba. El problema de su estrategia fue que se comió el suelo con la cara, ya que sólo tenía un brazo para evitar el golpe. Se quedó ahí un momento, y después se levantó lentamente, dolido. Notó que algo le goteaba de la cara y se la tocó con uno de sus guantes, entonces se dio cuenta de que su nariz sangraba. Pero no era momento de curaciones. Se quitó el exceso y andó tambaleante hasta donde estaba el león.
Se detuvo en seco.
El león también se había levantado (si es que había llegado a tirarlo al suelo) pero tenía el estómago algo amoratado por el golpe y respiraba con dificultad. Sonrió triunfante ante el dolor que le había producido a un estúpido león. Era verdad todo lo que le habían contado de su enorme fuerza y majestuosidad al luchar, pero no era muy efectivo. Sólo luchaba con sus puños, las piernas sólo las usaba en casos extremos en los que las manos no pudiera emplearlas, y siempre su primer golpe era con su derecha. Muy predecible.
-Sólo tienes fuerza en las piernas, inútil. -dijo algo ahogado el león. Pero el lobo distinguió una especie de sonrisa en sus labios.
-Y tú siempre empiezas a atacar con la derecha. -respondió mientras andaban el uno hacia el otro.
Ambos sonrieron agotados. Después se sentaron enfrente y se miraron.
-Buen combate león vagabundo.
-Da gracias que no estoy en forma ahora mismo, inútil, si no, te habría matado. -dijo mirando hacia su animal acompañante. Después chasqueó la lengua y le miró. -Buen combate, lobo solitario. -respondió mientras estiraba los brazos y se miraba las heridas.
El lobo se quedó mirándolo, y sonrió.
El león se dio cuenta y dejó de estirar, después lo miró fijamente y su mirada se fue a sus guantes.
Midoriya se frotó las manos algo incómodo. El león comprendió que no iba a explicarle nada, y que aquello no estaba arreglado del todo.
-Dejemos las cosas claras. -le dijo mientras el lobo le devolvía la mirada concentrado en sus palabras. -Necesito buscar una nueva manada a la que unirme o crear una nueva para sobrevivir, debes entender esto. -el lobo asintió y esperó a que continuara. -Te acompañaré y te contaré todo lo que quieras saber sobre mi manada, con la condición a que me enseñes a pelear mejor. -Midoriya quiso objetar algo pero Katsuki continuó hablando. -Cuando encuentre una manada me quedaré en ella y tú continuarás por tu cuenta. -Midoriya asintió lentamente. -Y si conseguimos llegar hasta el Aviario los dos juntos...-A Midoriya le brillaron los ojos por un segundo. -...ya hablaremos de ello en su momento. -el chico asintió entusiasmado y cogió su mochila con un quejido. Estaba sangrando por la nariz pero no parecía importarle. Abrió el libro y comenzó a buscar el apartado por el cuál había apuntado lo del león dominante anteriormente. Cogió una pluma de ave y comenzó a escribir, quien sabe qué.
-A ver...¿Dónde me había quedado? -dijo pensativo, pero al momento el chico le respondió animado:
-¡Estabas hablando de los leones dominantes y los combates con otros! -Katsuki asintió y sonrió para sí, aquel entusiasmo era contagioso.
-Bueno, cuando un león joven vence al viejo, el viejo se puede quedar en la manada hasta su muerte mientras acate las órdenes, en caso contrario es desterrado. -se quedó observando al lobo sangrar. -Deberías limpiarte la nariz. -le dijo en un casi susurro.
-No te tomes tantas familiaridades. -respondió el lobo con una sonrisa burlona. El león le correspondió con una sonrisa pícara. De todas formas el chico cogió un paño y se lo puso a la altura de la nariz para detener el sangrado. Con eso Katsuki se quedó satisfecho.
-En el caso de que un león joven se enfrente con uno viejo y pierda, las consecuencias son distintas. -hizo una pausa para coger aire y después continuó. -Es desterrado de la manada y marcado como débil para siempre.
-¿La marca de tu ojo...?
-Sí. -respondió el león. -Es la marca del débil. La Lágrima del Débil, así es como la llamamos. -y su compañero anotó todo lo que decía. -Esta marca hace que cuando quiera entrar en otra manada me traten distinto, te miren mal, te maltraten, en algunos casos. Pero principalmente te la hacen para que los demás leones te traten como lo que eres, un débil y un perdedor. -y con eso su ceño se frunció aún más. Midoriya pensaba que aquello era imposible, pero así fue.
-Creo que es suficiente por hoy, friki. -espetó y Midoriya cerró su libro con un golpe seco. Después le dio espacio a su compañero para que se alejase un poco.
Necesitaba estar solo, aquello debía de ser duro, fue lo primero que pensó Midoriya al recordar que la fuerza y el coraje era lo más importante en un león.
Pero después miró sus manos y respiró hondo.

El Cuento Del León Y El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora