Capítulo 43

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La segunda luna.
Ahí estaba la muy idiota, iluminando un cielo que le pertenecía al sol.
Había hecho progresos, o eso quería pensar él. Había conseguido que la gran mayoría de los integrantes de la manada se moviesen hacia la selva y ahora todos parecían agradecidos del habiente que se respiraba por los alrededores. Se habían instalado cada uno cerca de un árbol o todos juntos y habían empezado a montar sus camas con mantas y pieles.
Katsuki necesitaba un momento a solas así que decidió alejarse un poco y buscar entre el follaje la roca por la que él y Izuku subieron una noche. Estaba claro que probablemente no era una buena idea ya que ahora eso era territorio de los lobos, pero quería visitar aquél lugar de nuevo. Respiró hondo y empezó a escalar la gran roca, sabía que había otro camino, pero quería rememorar recuerdos ya casi olvidados. Al contrario de la primera vez, subió con agilidad y rapidez. Casi se imaginó mientras subía que un poco más arriba estaba el trasero de Izuku subiendo a mucha más velocidad que él, claro que ahora, él sería el primero en llegar, o tal vez le dejase ganar por esa vez. No estaba seguro de lo que habría hecho de haberse encontrado allí con Deku.
Cuando llegó a la cima se puso a pensar que la primera vez que había estado allí, muchas cosas todavía no habían pasado, por ejemplo, no le habían torturado los lobos, no había besado a Izuku...
Pensó largamente lo que significaba volver a aquéllos momentos en los que les daba igual todo, y no tenían una hija, no tenían una guerra, en donde no tenían amor, solo rencor y dolor. Era duro y a la vez reconfortante pensar en todo lo que había pasado al lado de Deku, al lado de la persona que amaba. Pensó en cuando le dejó abandonado en la aldea de los lobos y después en lo arrepentido que estaba, era cierto que él había cumplido su sueño, pero había dejado atrás a Katsuki en vez de cumplirlo a su lado. Recordó el día en el que le dijo a Deku que tal vez podría ir con él al Aviario, que tal vez se quedaba con él un día más, una noche más. Su historia en verdad era romántica, bonita, incluso triste, dependiendo de como la mirases, pero era suya, únicamente suya y eso la hacía mágica. Miró los estrellas y el lago que abajo las reflejaba, el maldito de Deku se había tirado por allí sin miedo a caerse, sin miedo a morir, mientras que él se había tirado para salvarle de una muerte segura, y todo su heroísmo se había disipado al caer al agua. Fue una estupidez haberse preocupado por él, pero era cierto que ya por aquél entonces, dentro de él se estaba incubando un sentimiento y se acercaba muy poco a la amistad. Qué bonito había sido aprender a nadar, qué bonito había sido Deku con sus cicatrices y su cara sonriente. Cuántas veces se había enfadado porque los movimientos no le salían como debía.
Se sintió feliz al recordar toda esa noche, cogió aire y se tiró por la roca, sin miedo y sin temor a nada. Gritó de felicidad y cayó haciendo que el agua se lo tragase. En cuanto pudo, nadó a la superficie y en cuanto sacó la cabeza del agua se asustó. Frente a él se encontraba el lobo quemado, con su expresión típica y neutral. Éste le devolvió la mirada mientras nadaba hasta la orilla y salía lentamente del agua. No apartaba sus dos ojos de él, cosa que tampoco le importó mucho a Katsuki. Cuando estaba en la orilla intentando secarse el lobo quemado le dijo:
—Has dejado tu capa.
—¡Pues claro! ¡Esa capa no se puede mojar idiota! —le gritó a pleno pulmón. No sabía donde se encontraban los lobos, pero estaba casi seguro de que cerca de allí no.
—Entonces es como si ahora fueses un león cualquiera. —Katsuki se relajó al instante. Sus palabras eran ciertas.
Habían encontrado al bastardo quemado justo donde le había dejado el otro día. Aparentemente el muy idiota se había quedado esperándole. Cuando le vio que se unía a su manada lo único que se le vino a la cabeza fue que tenía otra boca a la que alimentar y ni siquiera era un león. Después se sintió mal consigo mismo ya que no se habría quejado de haber sido Deku el que se uniese a su tribu, claro que Deku era especial. Pero, en cualquier caso, el lobo era amigo de Deku y por tanto, debía cuidarlo, o al menos asegurarse de que no muriese por el camino.
—No entiendo bien a los leones, pero estoy seguro de que puedes explicármelo todo.
—Si piensas que voy a malgastar mi tiempo contigo, es que estás muy equivocado.
—No quiero que malgastes tu tiempo, quiero que me expliques algunas cosas. —hizo una pausa, entendiendo que así no iba a conseguir que el león le diera lo que buscaba. —Si os entiendo mejor, podré ser de mayor utilidad. —le explicó con calma, como siempre. Katsuki asintió, pero no porque le hubiese convencido, si no porque necesitaba a alguien con quién charlar, y en cierto modo, tenía curiosidad por los principios de aquél chico. Era demasiado perfecto, correcto, alguien como el debía corromperse en algún momento, o a lo mejor ya lo había hecho hacía mucho.
—Te daré información si tú me das a cambio información también. —el idiota quemado parecía sorprendido pero, Katsuki no dijo nada más. Le mantuvo la mirada fija, hasta que éste asintió de acuerdo con sus planes.
Fue justo en el momento en el que Todoroki iba a formular la primera pregunta que Katsuki se le adelantó.
—Me gustaría saber...—al empezar la frase la boca de Todoroki se cerró de repente, aún siendo formal y sin quejarse de haberle interrumpido cuando era su turno. Su expresión, seguía igual que siempre. —...¿Qué te ha hecho salir de tu sueño?
—¿Cómo? —preguntó de la forma más delicada y formal posible.
—¿Qué te ha hecho dejar el sueño que era tu hogar?
—Yo no lo definiría como sueño.
—¿A no? ¿Qué era eso? ¿Eh? Siendo el heredero de toda una tribu y además pudiendo elegir una maldita pareja toda para ti solo. O incluso varias personas que fueran tus parejas.
Hubo una ligera pausa por los gritos de Katsuki.
Cogió aire.
—Querías preguntarme porqué he dejado mi hogar. Pues bien, odio a mi padre, es algo que Midoriya y yo tenemos en común.
—¡No me vengas ahora con eso...!
—Y no me gusta tenerlo todo.
—¿Cómo dices, idiota?
—¿Qué gracia tiene tenerlo todo si no has ganado nada tú mismo?
Katsuki dejó de respirar unos segundos y le miró fijamente. Estaba claro que hablaba en serio, ¿cuándo no hablaba él en serio? ¿Alguna vez se reía? Suspiró antes su respuesta y miró hacia el lago, ya casi se había secado por completo.
—Por eso luché por Midoriya. Pero ahora me estoy dando cuenta de que, tal vez le vi como un premio. Algo que podía conseguir por mí mismo, no por mi padre o su influencia. —hubo otra pausa en la que el ambiente se llenó de incomodidad. Todoroki apretó sus puños con fuerza, haciendo que la furia se dejase ver en su expresión. —Ni siquiera conseguí que Midoriya me quisiese. Mi padre quiso engatusarle y encerrarle para que se quedase conmigo. Soy un inútil. —se estaba haciendo daño a sí mismo, Katsuki lo sabía, no era la primera vez que veía como alguien sufría de aquél modo y respiró hondo. Odiaba esas situaciones, ¿No entendían que no se le daba bien reconfortar a la gente? Tal vez sonase estúpido que alguien no se comunicase bien con otros, pero era cierto. ¿Qué hacías cuando una persona estaba mal? Le abrazas, claro, eso está bien si la otra persona quiere y necesita un abrazo. Pero, ¿Cómo sabes lo que necesita esa persona? ¿Cómo sabes qué es lo mejor para esa persona en ese momento tan crucial? Pues bien, no hay respuesta para esas preguntas. El truco es tener empatía y sentir, y compartir ese dolor. No es fácil, nada lo es, pero, ¿Quién sabe? Puede que aciertes alguna de esas preguntas. Puede que ayudes a alguien.
—Bueno, ahora es momento de levantar la cabeza, —empezó a decir Katsuki, haciendo que el rostro cubierto de lágrimas de Todoroki le mirase fijamente. El león estaba mirando la luna, la cuál le amenazaba. —mirar hacia delante, y luchar por todo lo que venga a continuación. Da igual cuál sea el enemigo, cuál sea la montaña, lucha contra él y no mires atrás, escala la montaña y no mires abajo. Y cuando hayas avanzado gran parte de tu camino, podrás mirar atrás, y verás, —hizo una pausa para mirarle. —que has luchado, que has ganado, que has perdido y que todo a valido la pena.
Katsuki devolvió su ceño fruncido hacia la luna sin darse cuenta de que una sonrisa delicada e imprevista se formaba en los labios de Todoroki.

El Cuento Del León Y El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora