Capítulo XI

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Callie

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Callie

—¿En qué estabas pensando, Emily? —pregunté molesta. Ella aún me miraba aterrada cuando Alex se perdió tras la puerta del baño.

—¡Baja la voz! —me suplicó temerosa—. ¿Por qué viniste?

—¡Tuviste un maldito accidente! ¿Pensaste que no vendría a verte?

—Entendí que no fueras al hospital, Callie —replicó—. Era demasiado riesgoso, pero no entiendo por qué viniste al departamento...

—Porque no sabía que él estaba aquí —Emily me fulminó con la mirada.

—Él está viviendo con nosotras.

—¿Qué? —pregunté demasiado alterada y consternada.

—¡Chist! —me chistó asustada.

—¿Cómo puedes estar viviendo con él? —cuestioné horrorizada—. ¿Cómo puedes estar arriesgando a Mia por él?

—No es lo que crees...

—¿Le dirás la verdad? —estaba tan asustada como yo. Después de unos segundos la miré boquiabierta—. ¿Estás pensando decirle la verdad? —pregunté incrédula. Me miraba suplicante. Tanto sus lágrimas como las mías caían resignadas.

—Tienes que entender que él quiere a Mia, ¡tendrías que verlos juntos! Él es un hombre increíble y tiene derecho a saber la verdad, Callie. Ellos se quieren...

—¿Crees que reaccionará como tú esperas? —alzó el hombro bueno y me miró sonriendo.

—Tal vez podemos ser la familia que Mia siempre ha querido tener —mis lágrimas cayeron mientras la miraba sin poder dar crédito a lo que escuchaba.

—¿Realmente crees que él aceptará tan fácil que le hayas mentido por casi seis años?

—No, claro que no —negó contrariada—. De ninguna manera será tan fácil, pero...

—¡Te la va a quitar! —repuse furiosa. Emi me miró con pánico. Podía entender que el peor miedo de una madre era perder a un hijo y si Alexander se enteraba de la verdad era lo que iba a suceder.

—No, eso no va a suceder —me contradijo. La tomé de los brazos y por unos segundos no me importó que solo hace unas semanas hubiese pasado por una complicada operación.

—¡Abre los ojos de una maldita vez, Emily! —alcé la voz sin preocuparme que en la habitación contigua estuviera Alex—. No le va a temblar la mano para sacarte de la vida de Mia —chasqueé los dedos—. Así de fácil será para él...

—No... —negó llorando—. Quiere a Mia tanto como yo, ¡me quiere! —alcé las cejas y la miré enojada.

—¿Sigues enamorada de él? ¿De eso se trata todo?

No recordé olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora