Introducción

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Acababa de servir los últimos bocadillos en la mesa y ahora estaba dando una vuelta con una bandeja llena de copas con champan, a estas alturas ya era una especialista y con gracia incluso podía sonreír a los comensales sin estar pendiente de la b...

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Acababa de servir los últimos bocadillos en la mesa y ahora estaba dando una vuelta con una bandeja llena de copas con champan, a estas alturas ya era una especialista y con gracia incluso podía sonreír a los comensales sin estar pendiente de la bandeja: bravo para Emily Evans.

Este era uno de esos trabajos en los que le ayudaba a Becca, mi hermana mayor. Ella siempre me permitía ser parte de sus trabajos para obtener dinero extra. Mis padres no me dejaban trabajar aún, puesto que acababa de cumplir los dieciocho años, y no terminaba la escuela.

Estaba dando una vuelta por el salón que estaba decorado en tonos negros y anaranjados, por supuesto que la temática era Halloween y todas las personas estaban disfrazadas. Vi muchas princesas, guardias, reyes, doctores, futbolistas, mujeres con pelucas de diversos colores y hombres con atuendos extravagantes.

Los anfitriones no eran más que los Cunnington en su elegante e impresionante casa situada en Chelsea, Londres. Cada vez que organizaban sus impresionantes fiestas contactaban a Becca para que estuviera a cargo del servicio.

Marla Cunnington era un encanto de persona, solo crucé un par de palabras con ella, pero me bastó saber aquello por la forma en que trataba a sus trabajadores. Con respeto e incluso con cariño, su esposo era algo más distante, pero las veces que lo vi sonreír fue cuando su esposa estaba en escena, ella y su hijo.

Sentí mariposas recorrer mi cuerpo cuando pensé en Alexander, el hijo de Marla. La primera vez que acompañé a Becca a trabajar a esta casa tenía once años y simplemente le ayudaba con algunas bolsas. Fue entonces, cuando vi a Alex Cunnington por primera vez.

Se estaba riendo de algo que había dicho su padre y luego de eso continuaron jugando ajedrez. Lo primero que cautivó mi corazón de niña fue el sonido de su risa, nunca escuché una carcajada tan contagiosa como esa.

Después volví a verlo cuando tenía trece años, él era un poco más grande y tenía la nariz hundida en un libro y no reparó en mí.

Siempre esperaba que Becca me invitara a la casa de los Cunnington, incluso un montón de veces le preguntaba si la señora Cunnington se había puesto en contacto con ella, pero solo eran contadas las veces que lo hacía.

La tercera vez que vi a Alexander fue cuando yo tenía quince, esta vez me preparé para verlo. Realmente quería que él me notara. Fui con el vestido que solía usar en Navidad, era el más lindo que tenía. Me puse unos zapatos de charol negro y me hice un moño elaborado, que tan elaborado... no quedó, pero la intención es lo que vale. Esa tarde de verano él estaba en la piscina, tomando sol. Me senté bajo la sombra de un árbol para regocijarme desde lejos con su imagen, pero el destino se encargó de romper por primera vez mi corazón. Él no estaba solo, otra chica estaba con él riendo de alguna broma que seguramente Alex había dicho. Me sentó mal ver como coqueteaba con otra, por lo que me levanté digna y me dispuse a olvidar para siempre a ese niño bonito que nunca sería para mí.

No recordé olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora