EMILY
—¡Mamá!
—No, Mia. No puedes.
—¡Por favor!
—No.
—¿Por qué? El abuelo John dijo que se puede quedar en su casita.
—No podría comprar el alimento del perro, ni llevarlo al veterinario cada mes.
—Tengo ahorros —sonreí mientras besaba el cabello de Mia e inhalaba fascinada el aroma del champú.
—No, cariño. Es mi última palabra —la miré enarcando una ceja—. Tienes prohibido hablar con tu tío Ian, él te cumple todos los caprichos —suspiró resignada y se acomodó en mi pecho. Las dos estábamos aún en la cama, pero como era domingo no tenía nada importante que hacer.
—¿Qué haremos hoy?
—Nos quedaremos aquí.
—¿Podemos ir al cine? —cerré los ojos angustiada porque no tenía dinero.
—Hace frío para salir, ¿no crees?
—Un poquito. ¿Comemos pizza? —tragué en seco.
—¿No quieres que haga galletas?
—¿Te puedo ayudar? —respiré aliviada.
—Claro, enana.
—¿Mami?
—¿Hum?
—Hace tiempo que no siento el perfume de Alex en tu ropa —abrí los ojos y lo único que pude ver fue su última sonrisa. Era la primera imagen que veía cada mañana cuando despertaba en los últimos dos meses.
—Él y yo...
—¿Cambió de perfume? —sonreí ante la pregunta tan inocente.
—La verdad es que no lo sé —Mia se sentó en la cama y me miró.
—¿Por qué no lo sabes?
—Hace dos meses que no veo a Alex —comenzó a jugar con las puntas de mi cabello.
—¿Por qué? —yo también me senté y la miré.
—Porque ya no somos amigos.
—Pero ustedes eran novios —sonreí.
—Pues ahora no somos novios y tampoco somos amigos.
—¿Por qué? —cuando Mia comenzaba a jugar con sus deditos era indicio de que estaba nerviosa.
—Porque a veces las relaciones de los adultos no funcionan.
—Alex no era malo, ¿verdad?
—Por supuesto que no, cielo. Él te quiere mucho.
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No recordé olvidarte
RomanceLa vida de Emily Evans siempre tuvo un propósito, ser feliz. Incluso cuando llevaba a cuestas un corazón roto y un pasado que pretendía olvidar. Sin embargo, la vida nunca fue justa para Emily, y cuando el pasado se entremezcla con el presente solo...