Capítulo IV

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EMILY

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EMILY

—Me escapé en cuanto leí tu mensaje —dijo casi sin voz—. Si era una alerta roja, ameritaba el escape, ¿verdad?

Mi mejor amiga estaba parada en el umbral de la puerta de mi habitación mirándome asustada. Desde mi cama le lancé una mirada titubeante. Estaba a punto de cabrear a Callie.

Como era costumbre, ella no tocó el timbre ni golpeó la puerta para hacerse anunciar, al igual que Ian, también tenía una llave de mi departamento. Venía del trabajo, era maestra de prebásica. A diferencia de mí, ella sí pudo establecer una carrera universitaria, logró establecer su propio jardín infantil, pero llegados a ese punto no tenía dinero para pagar a otros maestros, así que solo estaba ella. Tampoco tuvo corazón para cobrarles a los padres, así que, su trabajo era una verdadera vocación. Vivía de lo que algunos padres podían pagar mensualmente y así ella era feliz. Con sus niños, con los sueños que anhelaba por llevar a cabo, siendo mi amiga y la madrina de Mia. Me levanté de la cama y me acerqué a ella.

—Definitivamente es una alerta roja —repuse de manera grave, Callie apretó los labios y me miró apremiante.

—Diablos, entonces no me siento culpable por desear que el papá de Billy llegara pronto —salimos de la habitación y fuimos hasta la cocina, preparé unos jugos naturales y luego nos sentamos en el sillón que había en mi pequeña sala.

—Callie, cariño... —la rubia me miró con insistencia.

—Rayos, Emi, me tienes con el alma en un hilo, ¿qué ocurre?

—¿Recuerdas que hablamos sobre el pequeño accidente que Mia tuvo en el colegio?

—Sí, ¿ocurrió algo más?

—Diablos, sí Callie —articulé angustiada. Ella dejó el vaso sobre la mesa ratona y tomó mis manos.

—¿Sucede algo con Mia? —la miré a los ojos con incertidumbre—. Está bien, Emi. ¿Se debe someter a una operación? —negué con la cabeza—. Tengo ahorros, Ian también... haremos todo para poder...

—No es Mia, Callie.

—¿Entonces?

—Lo volví a ver.

—¿A quién?

—A Luke... Luke Miller —Callie me miró perpleja, como si no diera crédito a lo que acababa de salir de mi boca. Me miró parpadeando unas cuantas veces y la insistencia con la que antes hablaba parecía haber desaparecido. Sabía que acababa de colocar un peso sobre sus hombros, uno demasiado difícil de poder sostener.

Mi historia con Alexander fue cosa de una noche, con tremendas consecuencias, pero solo duró un par de horas. En cambio, Luke y Callie eran una historia diferente. Ellos estuvieron unos meses juntos, nunca vi a mi amiga tan feliz como en aquellos tiempos. Todo se estropeó cuando descubrí que estaba embarazada, tres meses después de aquella fiesta.

No recordé olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora