Capítulo XVII

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ALEX

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ALEX

—No puedo creer que aún no despierte —murmuró Emily cuando nos vio entrar en la sala. Hace un tiempo ya que las dos pasaban la noche en mi departamento. Mia se encargó de decorar con sus juguetes cada espacio de mi sala y Em llenó con su impresionante comida mi nevera, y también de ropa mi armario. Era idiota, pero cada vez que abría un cajón y me encontraba con una de sus prendas una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Las dos estaban llenando, además de mi propia casa, también mi cursi corazón.

—No la puedes culpar, ayer nos quedamos despiertos hasta muy tarde —me miró alzando una ceja.

—No puedo creer que me esperaran hasta tan tarde. Ella debería haber hecho los deberes después de haber salido del colegio.

—Esa era la idea —le lancé una mirada a Mia, que dormía sobre mi hombro. Mientras tomaba la mochila rosa de la pequeña bruja la acomodé para que no despertara—, pero pasamos por un parque de diversión y no nos pudimos resistir. Olvidamos los deberes, además, hicimos chocolate y pasteles para ti. Queríamos sorprenderte.

—Créeme que lo hicieron —me colgué la mochila del hombro y luego acerqué a Em de la cintura. Le di un beso en la frente.

—No te enfades con nosotros —murmuré mirándola a los ojos—. Hazlo conmigo, el adulto responsable soy yo, no ella.

—¿Lo dices en serio? A veces no logro diferenciar quién es el adulto responsable entre mi hija de cinco años o mi novio de veintiocho —sonriendo le di un beso en la boca, que poco a poco me respondió.

—Te prometo que esta tarde, en cuanto vuelva del trabajo, Mia y yo haremos los deberes —por fin pude ver una sonrisa en su boca. Le di otro beso.

—¿No te molesta cuidar a Mia mientras trabajo? —negué.

—Claro que no. Trabaja tranquila, ¿no quieres que te vaya a buscar?

—No, cariño. El señor Jones me pasará a dejar.

—¿Tu jefe? —asintió—. Bien, hablamos durante el día —esbozó una sonrisa que se vio reflejada en sus ojos. Le di otro beso—. Me voy, el brazo se me está acalambrando —los dos sonreímos—. Dejaré a la pequeña bruja en el colegio y luego, me voy al hospital.

—Gracias por todo —le guiñé un ojo antes de cerrar la puerta.

—Gracias por todo —le guiñé un ojo antes de cerrar la puerta

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No recordé olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora