EMILY
Media hora atrás Marla se fue hecha un mar de lágrimas seguida de un perturbado Gabriel. No podía dejar de mirar a Cian incrédula, y él permanecía en el mismo lugar desde donde había lanzado la bomba. Mili estaba apoyada en la pared mirando a Cian demasiado consternada para mi gusto. Él carraspeó, aún parecía estar en otro mundo, como si recordara los dos años que estuvo con Brianne. No me sentía traicionada o desilusionada, eso permanecía a su vida privada, pero, ¡dios, estaba casado con Brianne! Eso era una maldita bomba que estalló en nuestras caras.
¿Alex sabía la verdad? Después de todo, ellos estuvieron mucho tiempo juntos. Milagros dejó escapar un sollozo y los dos la miramos. Me acerqué a ella y me di cuenta que estaba conteniendo el llanto.
—¿Qué ocurre, cariño? —Sus ojos me vieron con pánico y confusión.
—No entiendo por qué me odia tanto —murmuró perdida en sus pensamientos. La rodeé con mis brazos y ella se aferró a mí como si yo fuera la única que la pudiera proteger—, tal vez ella siempre ha tenido razón y yo he abusado de la confianza de todos ustedes. —Me aparté para mirarla a los ojos.
—Claro que no. Nunca dudes de nuestro amor por ti. Marla es una mujer que ahora mismo no está en sus cabales, no tomes en cuenta lo que dijo. —Me miró confundida y dolida.
—¿Cómo puedes decir eso después de todo lo que te hizo? —Inquirió comenzando a molestarse. Entorné la mirada y dejé caer los hombros derrotada.
—Tengo ganas de cortarla en pedacitos y luego quemarla por hacernos esto, porque no solo jugó conmigo. Lo hizo con su nieta y con su propio hijo, pero tampoco la puedo culpar de todo. No sé si alguna vez confíe en esa mujer, pero tampoco puedo olvidar que es la abuela de mi hija. No quiero que sus palabras abran viejas heridas en ti, Mili. Tú eres parte de mi familia y eso no va a cambiar nunca, esta casa es tan tuya como mía, lo sabes ¿verdad? —Se enjugó una lágrima, pero no me miró.
—Estuve viviendo con ellos durante varios años, ni siquiera recuerdo a mis propios padres. Solo tengo la vaga imagen del señor Cunnington leyendo un cuento para que me durmiera —apreté su mano con cariño y ella sollozó—. El caso es que se aburrieron de mí, por eso me pidieron que me viniera a vivir con ustedes. Alex ya se fue, ¿qué ocurrirá cuando te aburras de mí? —Le di un abrazo fuerte y me enjugué las lágrimas mientras miraba a Cian que me devolvía la mirada, conmovido.
—Eso no va a suceder nunca, Milagros. Alex se fue, pero él te quiero mucho. Mia te considera una hermana mayor y yo una hermana pequeña. Nunca me cansaré de ti, ¿cómo podría? Eres mi gran apoyo en esta casa, en mi vida. No importa lo que diga Marla. Seguro que no somos santo de su devoción, pero ¿qué importa? Tenemos un montón de personas que nos quieren por lo que somos y nos tenemos la una a la otra. Te amo, Mili y eso no va a cambiar jamás.
—No me quiero alejar nunca de ustedes, no quiero dejar de vivir en esta casa —ella se encogió de hombros—, no es la casa —se corrigió y yo sonreí—. Me iría al sitio que decidas, si es en un palacio o la casa más humilde, pero me iría con ustedes si me lo permitieras. Mia es mi hermana pequeña, y tú y Alex son lo más cercano a una familia.
—No somos lo más cercano, Mili, somos tú familia —elaboró una sonrisa que me contagió y me calentó el pecho. Cuando Gabriel decidiera hablar y decir que ella era su hija, la protegería de todo y de todos. No me importaba seguir acumulando más odio por parte de Marla. Ella tampoco estaba en mi lista de personas favoritas.
—Iré a ver a Mia, Ian debe estar nervioso —Le di un beso en la frente.
—Gracias cariño —cuando ella nos dejó solos, Cian se acercó a mí y los dos nos sentamos. No dejó de mirarme a los ojos intentando buscar alguna emoción después de aquella revelación. Dejó escapar un hondo suspiro.
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No recordé olvidarte
RomanceLa vida de Emily Evans siempre tuvo un propósito, ser feliz. Incluso cuando llevaba a cuestas un corazón roto y un pasado que pretendía olvidar. Sin embargo, la vida nunca fue justa para Emily, y cuando el pasado se entremezcla con el presente solo...