Capítulo XV

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EMILY

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EMILY

—¡Abre la jodida puerta!

Hace cinco minutos llegué a mi departamento aún con la horrible imagen de Alex besando a otra mujer en mi cabeza. Caminaba de un lado al otro fuera de mí, era un pensamiento de consuelo saber que Mia no pasaría la noche conmigo. No quería que por nada del mundo me viera así, con tanta ira. Hace dos minutos que Alex estaba aporreando con fuerza la puerta del departamento, pero quería que él estuviera tan colérico como yo y sabía con certeza que lo estaba logrando.

—¡Te vi bajar del maldito taxi, Emily! ¡Sé que estás ahí! —exclamó enfatizando cada palabra con un golpe en la puerta—. ¡No me obligues a usar la llave que aún conservo!

Miré la puerta con odio y en cuanto escuché como insertaba la llave en la cerradura tomé un cuadro que él mismo nos regaló. Los tres posábamos en aquella fotografía, pero en aquel instante no me importó. Mucho menos pensé cuando lancé el cuadro hacia la puerta cuando él la abrió. Alex volvió a cerrarla de golpe.

—¡Mentiroso! —bramé—. ¡No te quiero ver nunca más en mi casa!

—¡Déjame entrar! —rugió él encabritado—. ¡Quiero explicar...!

—¡¿Qué me vas a explicar?! —pregunté mientras caminaba hacia la puerta. La abrí de una vez y él por instinto puso las manos adelante a modo de escudo mirándome con cautela—. ¿Qué me vas a explicar? —esta vez la pregunta fue en un tono más bajo. Él me miraba confundido, como si aún no entendiera qué era lo que estaba sucediendo. Eso me enfureció mucho más—. ¿Me vas a negar que estabas besando a esa mujer? —miró a ambos lados del pasillo y después se volvió a enfocar en mí.

—No, por supuesto que no —respondió serio. Empuñé mis manos y una vez más comencé a caminar de un lado al otro. Alex entró con prudencia en el departamento.

—¿A qué vienes entonces? —repliqué furiosa—. ¿Vienes a vanagloriarte de tu prometedora relación? —me miró frunciendo el ceño.

—Claro que no —negó confundido—. Vine porque estabas mal, porque saliste huyendo, porque...

—¿Por qué de entre todas las mujeres tenías que besarla a ella? —solté alterada

—¿Qué importancia tiene eso? —preguntó desorientado mientras yo le lanzaba miradas de total incredulidad.

—Me estás tomando el pelo, ¿verdad? —terminó de cerrar la puerta y se apoyó en ella. Me miraba alzando una ceja.

—No —respondió—. No entiendo por qué te enfurece verme con Suki cuando tú estabas tan entretenida bailando con Markson.

—¿Enfurecida yo? —largué una carcajada irónica mientras me cruzaba de brazos—. No te creas tan importante, tarado —puso los brazos en jarra y me miró como si intentara descifrar cada uno de mis secretos. En aquel momento aquello no me intimidó y en ningún segundo bajé la mirada.

No recordé olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora