La vida de Emily Evans siempre tuvo un propósito, ser feliz. Incluso cuando llevaba a cuestas un corazón roto y un pasado que pretendía olvidar. Sin embargo, la vida nunca fue justa para Emily, y cuando el pasado se entremezcla con el presente solo...
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ALEX
—¿Ya terminaste con tus pacientes? —alcé la mirada de los papeles que estaban sobre mi escritorio para mirar a Luke sostener el pomo de la puerta de mi consulta.
—Sí, hace un rato —me miró confundido.
—¿Por qué sigues aquí?
—Estaba revisando los últimos exámenes de Thomas Baker —Luke entró y se acercó al escritorio. Todos los médicos y staff del hospital conocían la lamentable situación en la que estaba. Necesitaba con urgencia un nuevo corazón—. Hay algunos avances. Acabo de llamar a coordinación y hay un paciente en estado crítico.
—¿Terminal?
—Sí, el cirujano a cargo está esperando que suceda. Su corazón tiene las condiciones que Tommy necesita —Luke me dio unos golpes amistosos en el hombro.
—Esas son buenas noticias.
—Sí, pero estaré satisfecho cuando sea compatible y no rechace el corazón.
—¿Le dirás a la madre que hay esperanzas?
—No todavía.
—Bueno, llegado el momento sabes que serás el puto héroe, ¿verdad?
—Solo quiero que ese muchacho sea feliz y tenga las mismas oportunidades que Mia. Tienen la misma edad y no tolero la idea de ver a mi niña en esas circunstancias —Luke se sentó en la silla que ocupaban mis pacientes.
—¿Todo bien con tus mujeres? —entrelacé mis manos en la nuca y me recosté en la silla reclinable.
—Algo sucede con Emily.
—¿Qué quieres decir?
—La otra noche sufrió un ataque de pánico.
—¿Sufre del trastorno?
—No, nunca tuvo un ataque de pánico. No en mi presencia, al menos.
—Tal vez ha estado expuesta a situaciones estresantes.
—Esa tarde conoció a la familia de Iris.
—Pero ellos son encantadores, es difícil que le hicieran pasar un mal rato.
—Iris suele ser aprensiva cuando se trata de su familia —Luke me lanzó una sonrisa perezosa, la cual me asqueó. Le lancé el bolígrafo que estaba sobre la mesa y él, teniendo buenos reflejos, lo esquivó—. ¿Harías el favor de no poner esa maldita expresión en tu cara cuando te hablo de mi tía? —se encogió de hombros.
—Iris Lexington fue mi primer amor —respondió.
—Patético —murmuré.
—Los mejores recuerdos de mi adolescencia fueron obra de Iris —arrugué el rostro asqueado.
