EMILY
—¡No puedo creer que no nos dijeras nada, Emily! —gritó mi madre enfurecida. Mi padre permanecía sentado en su sillón. Becca me miraba con una rabia que jamás vi en sus ojos. Deslicé una mano sobre mi brazo para quitar la sensación extraña que había sobre mi piel.
—Mamá, no grites...
—¡No me digas cómo me puedo comportar en mi casa! —exclamó ella en un arrebato. Me aclaré la garganta y la miré otra vez.
—Papá aún está convaleciente luego de su...
—No me involucres en tu defensa, cariño —miré la nuca de mi padre. Él estaba sentado en dirección opuesta hacia nosotros y Alex estaba frente a él—. Esta vez estoy de acuerdo con tu madre. Mires por donde mires, esta situación no tiene un punto favorable —mi padre deslizó los dedos en un juego lento y perezoso sobre la incipiente barba—. No puedo creer que fueras tan descuidada al respecto, Emily. En cuanto a ti —se dirigió a Alex y mi estómago se apretó en un nudo—. Mi hija podrá haber actuado de manera insensata, pero Emily y Mia no están solas. Tienen una familia que las quieren y las cuidarán por encima de todo.
—Eso lo sé, John. Ellas tienen un esposo y un padre que vela...
—Un padre que no dio la cara durante cinco años —sentenció. Cerré los ojos sin querer mirar a nadie, no quería que el terror que me embargaba desde lo más profundo de mi ser se reflejara en mis ojos, pero estaba tan jodida. Carraspeé nerviosa y me levanté.
—Papá, por favor...
—No —por primera vez me miró a los ojos y pude ver la decepción nadando en el brillo constante que había siempre en los cálidos ojos de mi padre. Salvo que esta vez, la calidez dio paso a la decepción—. Tu insensatez no tiene límites.
—Tantos años nos privaste de la verdad y resulta que siempre estuviste cerca del padre de Mia. ¿Cómo te pudiste reír en nuestra cara? —espetó mi madre. Alcé las manos para darle énfasis a mis palabras.
—No es así...
—¿Cómo es entonces? ¡Nos dijiste que el padre no quería saber nada de la niña! —de soslayo miré a Alex, que permanecía con los codos apoyados en las rodillas y sus dedos tocándose en las puntas.
—Le mentiste a todo el mundo, Emily —intervino Becca, al borde del llanto. Ella también se levantó y me enfrentó—. No solo nos mentiste a nosotros, a los Cunnington también. Marla te odia, ni siquiera puede escuchar tu nombre. ¡La familia más poderosa de Londres nos odia por tu culpa! —cuando levantó la mano solo atiné a cerrar los ojos y esperar el golpe, pero el impacto nunca llegó. Abrí los ojos y vi que Alex sostenía el brazo de Becca con fuerza.
—Cálmate Becca —murmuró él determinante—. Lo que dices, no es verdad.
—¿No? —ella se soltó del agarre y también lo enfrentó—. ¿Tu madre no odia a mi hermana?
—Por supuesto que no. Ella aún no logra asimilar la situación, pero no odia a...
—¡Deja de mentir! ¡Dejen de mentir! —exclamó ella fuera de sí.
—Ya es suficiente, Rebecca —mi padre no necesitó elevar mucho la voz para que los dos dejaran de discutir. Se levantó y nos miró—. Nos vas a explicar ahora mismo el enredo que tienes en tu vida, Emily. Desde el principio, desde que fuiste a esa condenada fiesta, hasta que decidiste ser parte del montaje que es tu matrimonio.
—Disculpe, señor —terció Alex—, pero nuestro matrimonio no es un montaje.
—Sé un poco más humilde y respeta las canas que tengo, muchacho —el tono calmado de mi padre contrastaba con la rabia que centellaban sus ojos.
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No recordé olvidarte
RomansaLa vida de Emily Evans siempre tuvo un propósito, ser feliz. Incluso cuando llevaba a cuestas un corazón roto y un pasado que pretendía olvidar. Sin embargo, la vida nunca fue justa para Emily, y cuando el pasado se entremezcla con el presente solo...