Capítulo XVIII

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EMILY

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EMILY

Mi boca estaba abierta, y mi cerebro desencajado. No podía dar crédito a lo que acababa de soltar Mia. Miré nerviosa a la señora Cunnington, sin reaccionar hasta que tragué en seco y solo atiné a regañar a mi hija.

—¡Mia! —la miré nerviosa con el corazón latiendo frenético—. ¡No seas grosera!

—Pero es la mami de Alex —se disculpó encogiéndose de hombros mientras se abrazaba con fuerza a Alex.

—Disculpe señora Cunnington —intenté esbozar una sonrisa, pero estaba segura que no logré formular un curva armoniosa. La madre de Alex continuaba estupefacta mirando a su hijo, que solo sonreía sin soltar a Mia—. Lamento importunarla de esta manera.

—Descuida, querida —de las pocas veces que he visto a la señora Cunnington, siempre lucía una hermosa sonrisa amable en los labios. Sin embargo, ahora la única expresión en su rostro era una leve arruga en la comisura de los ojos.

—Mamá, ella es Emily —me señaló rodeando mis hombros con el brazo libre—. Mi novia, y ella es Mia, la hermosa hija de Em —por un segundo pude vislumbrar la palidez en el rostro de Marla cuando miró a Mia, y después su mirada se tornó más dura cuando me enfocó con sus enormes ojos azules, iguales a los de Alex y a los de Mia. Se me retorció el estómago.

—¿Novia? —preguntó ella en un tono agrio que me apretó el pecho. Los ojos de Marla permanecían fijos, estoicos sobre mí y no fui capaz de aguantar esa mirada. Carraspeé nerviosa y miré el suelo para después alzarla y volver a enfocarla en la madre de Alex—. Debo decir que hasta ayer pensaba que tu novia era Brianne —sentí una corriente eléctrica recorrer la espina dorsal. Cada vez que alguien decía ese nombre sentía la fuerza de mil puños envolver y apretar mis entrañas. Miré a Alex y él estaba traspasando a su madre con la mirada. La dulzura con la que sostenía a Mia contrastaba con la dureza de sus ojos.

—Error de mi parte —admitió—. Debí mencionar que la relación que mantenía con Brianne terminó hace mucho tiempo. Pero no discutiremos eso ahora, ¿verdad, madre? —la seca mirada de Marla escrutaba a su hijo indignada.

—Sin embargo, no es algo que deje pasar Alexander —la voz apacible de Marla era también un conjunto de dagas que podían cortar el aire que respiraba.

—No lo dudo —resopló Alex—. Te presenté a Em y a Mia —Alex me miró y me guiñó un ojo—. Chicas, ella es mi madre —sonreí nerviosa y alcé mi mano. Ella la estrechó frunciendo la nariz.

—Es un placer, Emily —dijo con voz monótona. Mi sonrisa fue más elaborada y Alex me dio un beso en la coronilla.

—Mi hermana trabaja para usted, ya nos conocemos...

—Estoy segura que no te he visto antes —me cortó con educación soltando mi mano—. ¿Cuál es el nombre de tu hermana?

—Rebecca Evans.

No recordé olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora