Capítulo XIV

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EMILY

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EMILY

Alex miró a Suki y le dio un beso en la frente, le susurró algo al oído que no dejó satisfecha a la mujer. Los celos me estaban matando, odiaba ser testigo de la complicidad de los dos.

—Bailaré con Em —me guiñó un ojo y luego miró a Suki—. Tú y yo tenemos toda la noche, linda —el comentario hizo un agujero en mi esófago. No sabía si debía sentirme mejor por su elección porque la desazón dentro de mí no se iba. Él se acercó, tomó mi mano y salimos del pequeño salón. Mientras bajábamos las escaleras me detuve un peldaño más arriba que él y cuando Alex notó que me detuve se giró y me miró. Frunció el entrecejo—. ¿Todo bien? —cuando no contesté y bajé mi mirada él tomó mi mano—. ¿Está todo bien con Mia? —inquirió preocupado.

—Sí, ella está bien.

—¿Entonces?

—No les agradé a tus amigos —contesté. Esbozó una sonrisa encantadora y acunó mi rostro.

—¿Por qué dices eso?

—Bueno, para comenzar tus amigas-modelos me atacaron con preguntas evaluándome, y es evidente que no cumplí con sus expectativas —Alex amplió su sonrisa.

—¿Amigas-modelos? —indagó divertido. Lo miré comenzando a impacientarme.

—¡Sí!

—Rose es una importante abogada y Clare también trabaja en el área de la medicina. Trabaja en una universidad impartiendo clases de genética, es realmente una de las mejores...

—¿Y Suki? —lo corté y él sonrió.

—Ella si es modelo.

—¿Es modelo? —pregunté mosqueada.

—Sí, cariño.

—¿Me trajiste a una fiesta dónde todos tienen profesiones de prestigio mientras que yo me esfuerzo por llegar al último día del mes con dinero en los bolsillos? —pregunté triste. Pude ver en sus ojos observarme con arrepentimiento. Tal vez él estaba pensando que no fue una buena idea presentarme con sus verdaderos amigos—. ¿Te avergüenzas de mí? —Alex me soltó y me lanzó una mirada furibunda.

—¿Cómo puedes si quiera hacer esa estúpida pregunta, Emily? —murmuró, pero dentro de todo el estrépito que había en aquel bar pude escuchar.

—Estás rodeado de personas importantes —dije y estaba segura que soné igual a Mia cuando ella hacía una de sus pataletas. Él arqueó una ceja.

—Son personas importantes, pero tú eres la más importante para mí, ¿cuántas veces debo decir lo mismo? —volvió a acunar mi rostro entre sus manos—. ¿No me crees, nena? —lo miré a los ojos y me quise morir. Me mordí el labio.

—Te creo —me dio un beso en la frente y me sonrió.

—Vamos a bailar.

Nos dirigimos al centro de la pista de baile y nos mezclamos con los demás. Cuando comenzamos a bailar sentí un cúmulo de emociones embargarme por completo. Fue inevitable no recordar la primera vez que bailamos seis años atrás. Él tomaba mis manos y me hacía girar. Un montón de veces no coordinamos los movimientos y terminábamos chocando o haciendo mal algún paso de baile y reíamos divertidos.

No recordé olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora