CAPÍTULO 45

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–¡Camille! ¡¿me escuchas?! –su tono urgente me deja tan desorientada que apenas puedo responderle.

–S-sí, ¿qué pasa? –escucho como expulsa el aire ruidosamente.

–Escucha, voy para allá –me dice eso con seriedad, pero puedo notar la inquietud en sus palabras.

–¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? –me siento al borde de la cama, preocupada. Poniendo mi entera atención en la línea. Siento mi corazón acelerarse.

–Sí yo... ¿Puedes hacer algo por mí? –está evitando mis preguntas. Claramente algo no anda bien.

–Eh... sí, pero ¿por qué estás así? –mi ritmo cardiaco sigue en aumento por la incertidumbre de no entender lo que pasa, termino por incorporarme, comenzando a dar vueltas por la habitación esperando su respuesta.

–No tengo tiempo de explicarte, tienes que ir a un lugar seguro. Toma el arma.

–¡¿Qué?!

–¡Haz lo que te pido! –ante la autoritaridad de su voz, no me permito hacer espacio para más preguntas. No me había dado cuenta antes, pero sí que puedo oír viento, efectivamente va en el coche, y muy rápido por lo que puedo deducir.

Algo grave está ocurriendo. Dejo el aparato sobre la cama sin colgar y voy directamente, y con prisa a donde se supone debe estar la pistola. La encuentro en la primera búsqueda de mi mano entre la ropa del armario y la empuño apuntándola hacia el piso mientras voy denuevo por mi teléfono. Aún no cuelga.

–La tengo –informo.

–Bien, ¿sabes cómo cargarla?

–Ehm... –miro el arma con temor, creo saberlo, pero no tenía previsto que tendría que hacer esto.

–Te ayudaré, primero tienes que retirar el seguro, está al costado. El cargador ya tiene balas así que lo único que tienes que hacer es llevar la corredera hasta atrás.

Sé exactamente a lo que se refiere, es un mecanismo sencillo, lo vi algunas veces en péliculas. Retengo el teléfono entre mi hombro y mejilla para quitar el seguro cómo me ha dicho. Después tomo la parte de arriba con la misma mano temblorosa, y aún apuntando hacia abajo, la llevo hacia mí con esfuerzo por lo resistente que es esa pieza en especial. Pronto escucho cómo la bala que ha sido puesta en la recamara con éxito.

–Listo.

–A dios le pido que no te veas en la necesidad de dispararla, pero tienes que ser conciente que podrás necesitarla. Tómala con mucha firmeza en todo momento. Ya estoy llegando.

Escuchar eso me alivia, aunque sea un poco. No tengo ni idea de nada. Y no quiero siquiera pensar en que solo yo fui avisada, Rebecca también está en esta casa. Apenas voy a preguntarle al respecto cuando un ruido de fuera capta mi interés. Voy hacia la ventana a verificar, corro la contina para echar un vistazo y logro ver la figura de un auto que se acerca por el camino de piedra que llega hasta acá.

–¿Qué pasa? –oigo la voz preocupada de Logan por el teléfono que no recordaba aún mantenia cerca.

–Es un auto, viene por enfrente... –mis manos comienzan a temblar mientras sostienen la tela. Por la oscuridad de la noche no logro percibir como es o su color, ahora ya está subiendo por la pequeña colina –¿eres tú? –algo me dice que no es así, pero el miedo me obliga a querer creer lo contrario.

–¡Maldición! No, no soy yo. Camille, apresúrate. Estoy a segundos de llegar. Mantén la llamada.

Escucho al auto estacionar y las puertas del mismo cerrarse. Rápidamente se viene a mi mente Rebecca y Marco, sobre todo Marco. Él se la pasa cuidando la entrada. Han tenido que pasar a fuerzas por ahí. ¿Estará...? ¡No, no!

Malas Decisiones [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora