—¡Dave, detente! —Lena gritó pero él no la escuchaba, solo siguió golpeando a ese hijo de puta que se había atrevido a hablar de su madre.
Su madre; esa mujer que lo había abandonado sin importar nada cuando tenía seis años.
¿Por qué diablos defendía a esa mujer?
Se alejó tambaleándose —ya sea por los golpes o por lo ebrio que estaba— del ensangrentado rostro del hombre que seguía insultándolo, entre empujones y gritos salió del bar sin importarle si Lena lo seguía, en ese momento todo le valía mierda, incluso la chica que había estado a su lado desde que toda la porquería le explotó en la cara.
Y pensar que cuando encontró a su madre tenía la esperanza de tener cierta relación con ella, que imbécil. Si esa mujer lo había dejado atrás cuando más la necesitaba cómo lo iba a querer ahora.
Me fui porque no quería tener nada que ver con el asqueroso de tu padre y mucho menos con una mierda como tú. Jamás quise que nacieras pero por más que lo intenté no logré que murieras en mi vientre.
Las palabras de esa mujer taladraron en su cabeza. Hasta el momento en que la volvió a ver no se había dado cuenta cuánto la había extrañado y sus palabras dolieron más que cualquier otra cosa en el mundo, incluso más que la muerte de su padre.
—¡Dave! —sintió el agarre en su brazo y de forma automática se zafó de el, giró dispuesto a golpear a quien fuese lo había agarrado. Su puño voló al rostro de quien lo tenía sujeto y el impacto hizo un sonido sordo en su interior. Paró en seco al ver quien era. Lena lloraba mientras con sus manos tomaba parte de su mejilla izquierda y su nariz, la que sangraba de forma abundante.
—Maldita sea —murmuró—. Len... —trató de tocarla pero la chica se hizo hacia atrás para evitar su contacto.
Se odio; malditamente se odio, jamás había golpeado a una mujer, ni siquiera se le había pasado por la mente alguna vez hacerlo, pero ahora estaba ahí, frente a la chica que se había convertido en la mejor amiga que alguna vez pudo desear, la única que insistió tanto que la dejó entrar en la mierda que lo estaba consumiendo.
—Len... no te alejes —pidió con amargura. Lena dejó que la abrazara y su corazón, el que hasta ahora se había dado cuenta latía con fuerza, comenzó a calmarse.
—Dave, te quiero —la voz de Lena se coló en su mente como como un rayo de sol que se cuela entre las nubes grises—. Debes parar, por favor.
—¡Voy a matarte hijo de puta! —lo gritos de varias personas llamaron su atención, levantó la vista y vio al mismo tipo que había golpeado hace solo unos minutos, solo que esta vez sostenía un arma y apuntaba directamente a él.
Trató de a alejar a Lena de su cuerpo pero antes que pudiese moverla el estruendo del arma siendo disparada se oyó por encima de los gritos de quienes se encontraban en la puerta del bar.
Todo pasó en un segundo, Lena recargó todo su peso sobre él antes de escurrirse entre sus brazos, la tomó fuertemente apretando su cuerpo mientras la chica se quejaba del dolor, se agachó a su lado y sintió como algo tibio inundaba sus manos, desvió la vista hacia ellas y se dio cuenta que éstas se llenaba de sangre. Terror comenzó a extenderse por su cuerpo al notar que los disparos habían terminado en la espalda de Lena que a pesar de sus gritos cerraba los ojos sin luchar por mantenerlos abiertos.
—¡Lena! —Dave despertó agitado, gritando el nombre de la chica que lo había abandonado ya hace tres años. Cerró los ojos con fuerza para calmar su respiración pero solo logró que la imagen del rostro ensangrentado de Lena se colara en su mente.
Jamás se perdonaría que hubiese muerto por su culpa, por comportarse como un reverendo idiota. Y sobretodo, odiaba que eso hubiese tenido que pasar para que él sacara la cabeza de su culo, tarde se dio cuenta de que el desprecio de su madre no era lo suficientemente importante como perder a la chica que más lo quiso en su vida.
Lena se convirtió en alguien demasiado importante, en una amiga tan especial como lo era Eliot. Él era un mujeriego, siempre lo fue, pero con ella era distinto era como esa hermana que siempre quiso tener.
Se sentó en la cama, tenía que despejar su mente de esos recuerdos, ya se encontraba mejor, las crisis de pánico habían desaparecido y las pesadillas ya no eran frecuentes, de hecho casi ya no las tenía es solo que la fecha se acercaba.
Tuvo la intensión de llamar a Eliot pero lo descartó, solo hace un mes que Nathan había aceptado vivir con él así que su mejor amigo estaba en plena luna de miel, no creía que sería muy divertido para Eliot recibir la llamada de su amigo deprimido mientras estaba follando el lindo trasero de Nathan.
La puerta de su habitación se abrió y le dio una triste sonrisa a la mujer que en su ropa de dormir se sentaba al borde de la cama y palmeaba sus piernas para que se recostase.
—Lamento haberte despertado, tía Ari —susurró mientras la mujer acariciaba su cabello.
La madre de Eliot siempre lo había querido como si fuese su hijo y sabía que al hacer todo ese escándalo por el rechazo de su madre, la había herido. Esa era otra cosa que había entendido tarde, él siempre había tenido una madre y esa era Arianna Harton.
—No pasa nada, Dave —las caricias en su cabello lo hacían sentirse pequeño y las cálidas manos de Arianna eran como bálsamo para sus pesadillas—. ¿Las pesadillas volvieron?
—Es solo la fecha. Está cerca —explicó—.Tía Ari, creo que ya es tiempo que vuelva a mi departamento.
—De eso ni hablar, te quedas aquí —sentenció la mujer.
—¡Pero no me dejas traer mujeres! ¡Ya ni recuerdo como es estar entre las pier...! ¡Auch...! —se quejó cuando Arianna golpeó su cabeza.
—Nada de mujerzuelas en mi casa, Dave —sonrió sin poder evitarlo, ambos sabían que ya no era el mujeriego de antes, de hecho hace un buen rato que no salía con nadie.
—Te quiero, tía Ari —ronroneo acomodándose sobre las piernas de la mujer que había sido su madre toda la vida.
—Y yo a ti, hijo.
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hola, hola
aquí estoy con la historia que (algunas/os) tanto pedían, la historia de Dave
no prometeré actualizaciones semanales porque no sé si pueda pero si prometo que no me olvidaré de ella :) espero les guste y dejen sus votos y comentarios
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Flores Para Anna
ChickLitSu culpa, aunque muchos le decían que no era así que había sido un accidente, Ana sabía que era su culpa. Si esa noche ella no hubiese insistido en salir, ellos estarían vivos. Su culpa, aunque muchos le decían que no era así, que lo que había pasa...