Capítulo 36
Hace casi cinco años que su vida había cambiado por completo. Hasta ese momento podía decirse que tenía una vida ideal. Una esposa hermosa a la que amaba con locura, tres hijos maravillosos de los cuales no podía estar más orgulloso. Sus padres sanos y su hermano tan feliz y dichoso como él. Pero las cosas de un día para otro cambiaron. Su bebé comenzó a sentirse mal, se quejaba de dolores en su pequeño cuerpo y comenzaron a notar que se caía de forma frecuente. Fueron meses de un médico a otro hasta que por fin consiguieron el diagnóstico correcto. Su bebé, una rara y poco conocida enfermedad aquejaba su cuerpo, desde ahí todo había cambiado, solo unos meses después un maldito accidente se había llevado a su hermano mayor y a su cuñada sumiendo a su sobrina en el más profundo dolor. Y luego...
Luego la mujer que amaba le había confesado el más profundo de sus secretos en una noche de desesperación pensando en la enfermedad de su pequeño hijo.
Janeth a quien había conocido en la universidad, la chica de la que se enamoró a la primera visión de ella, la que lo ignoró por meses hasta que logró que sus hermosos ojos verdes se fijaran en él, a la que lentamente y con paciencia logró que lo aceptara le decía que antes de él había tenido un hijo. Fue como un balde de agua fría para él se sintió herido y desgarrado, pero como la amaba le dio la oportunidad de explicarse, la escuchó dejando que le contara su historia, conteniéndose de juzgarla, aunque por dentro no entendía cómo había sido capaz de esconderle algo como eso y peor aún... cómo había sido capaz de dejarlo. Las condiciones en las que había terminado fuera de su casa al lado de un hombre vicioso, comprendieron porque en un principio no quería aceptarlo y porqué jamás había conocido a un familiar suyo. A pesar de que ahora conocía el porqué de la tristeza que embargaba sus ojos lo que más dolió es que ella no tenía la intención de decírselo, solo lo había hecho porque se había encontrado con ese niño ahora convertido en un hombre.
Costó meses para que lograra verla una vez más como la mujer a la que tanto amaba. El amor a sus hijos, el tener que estar el uno al lado del otro apoyándose frente a la enfermedad de Andrew y el que ella asegurara que había hablado con el muchacho y que él no quería saber de ella ni tenerla en su vida, y, sobre todo, el hecho que la amaba con todo su ser lo hicieron ceder ante ella.
Pero ahora estaba frente a él con la misma expresión de preocupación y miedo en su rostro diciéndole que una vez más le había mentido.
—...en ese momento yo... entré en pánico y le dije cosas que lo hirieron hasta el fondo. Lo pude ver en sus ojos —le decía entre sollozos.
—Dijiste... dijiste que te había rechazado. Cuando te dije que mi intención era buscarlo... ¡dijiste que él no quería saber de ti! —no pudo evitar gritar.
—Daniel... —trató de acercarse a él, pero en ese momento no quería que lo tocara. No podría soportarlo, su corazón estaba demasiado dolido.
—¿Por qué me lo estás diciendo ahora? —la vio tragar pesadamente— Si algo he aprendido es que me dices las cosas porque te sientes acorralada de alguna manera...
—No sé si es coincidencia o no, realmente espero que lo sea —le dijo retorciendo sus dedos nerviosa—. El novio de Ana... él... tiene el mismo nombre...
—¿Estás segura de eso?
—Sí. Escuché a Ana decirlo. Dave Guillard, es el mismo nombre de... mi hijo.
Daniel suspiró pesadamente. Jamás debió dejar que lo convenciera de no buscar al chico. Salió de la habitación para caminar al cuarto de Andrew. Como esperaba su hijo dormía así lo demostraba la maquina a lado de su cama. Tomó el teléfono en su mesa de noche y lo desbloqueo buscando la fotografía que solo hace unos días su hijo le había mostrado. Regresó a la habitación donde su esposa se abrazaba así misma. Le tendió el teléfono y ella lo aceptó mirando la pantalla, no hizo falta que dijera algo para que lo supiera los ojos bien abiertos de Janeth y el jadeo que salió de sus labios se lo dijo, pero de igual manera quería oírlo de sus labios.
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Flores Para Anna
ChickLitSu culpa, aunque muchos le decían que no era así que había sido un accidente, Ana sabía que era su culpa. Si esa noche ella no hubiese insistido en salir, ellos estarían vivos. Su culpa, aunque muchos le decían que no era así, que lo que había pasa...