Capítulo 25
Se había reído acerca de la actitud de Dave porque según él otros hombres la miraban, de verdad le apareció gracioso, pero ahora, cuando era él el objeto de admiración de un grupo de mujeres apiladas en un rincón e incluso de dos o tres hombres que también lo miraban entendía eso del ataque hormonal. Esta vez era ella la que quería acercarse a él, besarlo hasta hartarse y que todas esas tontas se enteraran que ese hombre tenía novia. Que era suyo. Cerró los ojos ante su ataque de posesividad, ¡Dios! Aquello no era lógico, ella jamás había sido celosa.
Tal vez debió irse con sus primos. Habría sido mejor que estar ahí observando como esas mujeres se comían a su novio —y a Eliot quien sostenía el saco de boxeo— con los ojos. Y no es que pudiese culparlas, ver a Dave en todo su poderío golpear incansablemente el saco de boxeo, flexionando cada músculo de sus brazos y espalda era todo un deleite para la vista.
—Maldito grupo de zorras. Míralas ahí expectantes, buscando la oportunidad de lanzarse encima. Y ese idiota que no se da cuenta de nada —Ana dio un respingo ante la sarta de maldiciones que siguió emitiendo la persona que se sentó junto a ella. Nathan emitía tanto desdén por las mujeres al otro lado de la sala que Ana se sintió hasta culpable de sus propios celos, el chico parecía que estaba a punto de ir y sacarle los ojos a todas ellas—. Deberías ir y ponerlas en su lugar ¿no ves que también están comiéndose a Dave con los ojos? —le reclamó mirándola por primera vez desde que se sentó a su lado.
—Creo que tú tienes más ganas de hacerlo que yo.
—Por muy gay que sea sigo siendo un hombre, Ana. Que yo lo haga se considera violencia, si lo haces tú es, empoderamiento.
Emitió una risa fresca que sólo sirvió para que Nathan le frunciera el ceño y se cruzara de brazos sin emitir otra palabra mientras se dedicaba a lanzar miradas asesinas a las mujeres que se quedaron porque hubo unas pocas que huyeron cuando se percataron de su presencia.
Dave y Eliot bajaron del ring sudados y agitados por lo menos media hora después. Ana estaba segura que todas las personas en la sala se habían percatado en el cambio en el ambiente que se produjo cuando Eliot y Nathan se miraron frente a frente. Dave llegó junto a ella y tomó su mano para arrastrarla fuera, él no tenía ninguna intención de estar en medio de esos dos justo ahora. Entraron en lo que parecían camarines, Ana quiso reclamar porque estaba claro que esos eran los camarines de los hombres pero su novio no parecía preocupado de que dentro pudiesen haber más personas.
—¡Dave! ¿Qué habría pasado si alguien hubiese estado dentro? —exclamó pesarosa. El chico sólo le sonrió y se quitó la camiseta sudada.
—Este camarín es solo para los trabajadores del gimnasio y a esta hora no viene nadie porque todos están ocupados.
—¿Qué… qué haces? —tartamudeo un poco. Dave se había quitado las zapatilla de deporte, los calcetines y estaba comenzando a bajar sus pantalones incluyendo la ropa interior.
—Me voy a duchar… —le respondió en un tono obvio quedando completamente desnudo frente a ella. Fue hacia uno de los casilleros y sacó un bolso del que extrajo una toalla. Dándole un guiño se fue hacías los cubículos que ocultaban las duchas, y obviamente Dave no se iba a tomar la molestia de cerrar la puerta; no, él dejó caer el agua por su cuerpo sin pudor de estarlo haciendo frente a ella.
Ana estaba sin palabras ¡ese hombre era un descarado! Sonrió en su interior. Si Dave pensaba que su actitud iba a amedrentarla estaba equivocado, con paso decidido se paró justo frente al cubículo dejando descansar su espalda en los casilleros, se cruzó de brazos y se propuso no perderse ningún detalle. Dave le sonrió y respondiendo a su desafío dejó caer jabón en su mano y lo frotó por su cuerpo con movimientos extremadamente lentos, como provocándole y vaya que lo hacía, estaba segura que ninguna mujer se podría resistir a la imagen del musculoso cuerpo tatuado, mojado, lleno de espuma que era su novio en este momento. Ana no se perdió ningún detalle, siguió con la mirada todo el recorrido de la espuma bajando por su pecho hasta su entrepierna, estaba segura que lo había hecho a propósito, Dave llevó su mano hasta su miembro y lo frotó lentamente para limpiarse, Ana sintió como los músculos de su bajo vientre se tensaban y su propia entrepierna se comenzaba a humedecer, fue inevitable que su cuerpo reaccionara apretando los muslos cuando Dave aumentó la velocidad y su miembro comenzaba a responder.
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Flores Para Anna
ChickLitSu culpa, aunque muchos le decían que no era así que había sido un accidente, Ana sabía que era su culpa. Si esa noche ella no hubiese insistido en salir, ellos estarían vivos. Su culpa, aunque muchos le decían que no era así, que lo que había pasa...