Capítulo 30

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Capítulo 30

Eran pasadas las diez de la noche cuando Dave aparcó el auto de Ana en su espacio del estacionamiento del edificio en que vivía, en el otro extremo del lugar se dio cuenta que estaba su propio auto que seguro Eliot había dejado allí. Lo que era bueno porque no le apetecía ir en taxi a esas horas.

Observó a su novia que descansaba ya dormida en el asiento del copiloto seguramente de todas las emociones del día, básicamente había vuelto a llorar la perdida de sus padres y la culpa que sentía por eso, se había reconciliado en cierta manera con su abuela, y ambos habían aceptado que no solo se querían, sino, se amaban. Él mismo se sentía cansado.

—Oye florecita, ya llegamos —le susurró para que despertara, pero la única respuesta que recibió fue un pesado suspiro.

Sonriendo salió del auto y abrió su puerta, primero tomó su bolso y buscó la llave magnética de su apartamento y luego con cuidado de no golpear su cabeza sacarla en brazos de su auto. Ana solo se removió un poco y se abrazó a su cuello descansando su cabeza en su pecho. Caminó hasta el ascensor y como pudo marcó el piso de su florecita. Dave no se dio cuenta que, a lo lejos, en el espacio reservado para los visitantes alguien veía con sorpresa cada uno de sus movimientos.

—Eso se ve cansador —fue lo primero que oyó al abrir la puerta del apartamento.

—Y podrías ayudarme, toma y el bolso y quita la llave... —la mujer que estaba de pie en la sala de Ana solo lo observó— por favor, Sibel —la amiga de su florecita le sonrió e hizo lo que le había pedido. Dave llevó a Ana hasta su habitación y la dejó en la cama. Dio un suspiro para recuperar el aliento.

—Supongo que esa visita fue intensa —Sibel estaba recargada contra el marco de la puerta.

—Habló con su abuela.

—Ya veo... —Sibel entró en la habitación y desapareció donde sabía era el vestidor para aparecer nuevamente llevando una chaqueta de cuero en sus manos— Dile que tomé su chaqueta cuando despierte y que voy a estar con Logan.

—Claro... —insistía en que la amiga de Ana era demasiado misteriosa.

—Tú... ¿de verdad la quieres? —Sibel estaba a punto de cerrar la puerta cuando de la nada hizo la pregunta.

—¿Me vas a dar la charla de la mejor amiga?... ya sabes... "voy a cortar tus bolas si le haces daño" —Dave trató de imitar la voz femenina e hizo reír a la chica.

—¡Oh, Dave! No serian tus bolas las que cortaría si le haces daño. Yo, iría por tu garganta —por alguna razón Dave supo que esa chica no estaba bromeando, por el contrario, hablaba muy en serio—. Solo espero que de verdad la quieras para que cuando todo se sepa no huyas.

—¿De qué...? — antes que pudiese preguntar Sibel ya había salido.


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