Capítulo 28

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Capítulo 28

Dave sonrió divertido viendo a su florecita cortar con tenedor y cuchillo pequeños trozos de pizza llevándoselos a la boca con tanta elegancia que se sentía un maleducado, ya que él —con suerte— sostenía una servilleta en una mano y con la otra se llevaba a la boca su parte de pizza.

—Eres extraña —le susurró dándole un trago a su cerveza—, nunca había visto a alguien comer pizza con cubiertos —sonrió más por el ceño fruncido con el que Ana lo miró.

Tenerla en su departamento se sentía bien, más, tomando en cuenta que se iba a quedar. A veces le costaba creer que ya llevaban juntos casi cinco meses, era tan poco tiempo que se sorprendía de lo intenso de sus sentimientos por ella; pero a la vez, eran tantos días a su lado tomando en cuenta que estaba seguro nunca estaría así con una mujer.

—No soy extraña, Dave. Solo odio ensuciar mis manos con comida. El olor persiste en ellas, aunque las lave muchas veces.

—¿Y... cuando comes papas fritas?

—Uso un tenedor.

—¿Hamburguesa?

—Cubiertos.

—Tengo miedo de preguntar cómo comes nachos con queso.

—No me gustan.

—¡¿Qué?!

Ana se asustó del indignado grito de Dave, pero comenzó a reírse de inmediato de su expresión indignada, parecía que se sentía ofendido del simple hecho de que no le gustaran los nachos con queso. Pero es que el olor de esas cosas les recordaba a las zapatillas de deporte de Peter así que jamás, bajo ninguna circunstancia se le ocurriría llevarse una de ellas a la boca.

La noche había sido extraña. Cuando el plan había sido acompañar a su abuelo a la reunión y luego ir a su casa y si tenía suerte, lograr que Sibel cocinara para ella, ahora se encontraba ahí queriendo darle largas a la conversación y evitar decirle a Dave que se había encontrado con su ex novio. Pero ver a Mathew la había hecho sentir vulnerable, débil y, por qué no decirlo... culpable.

Matt siempre había sido fácil de leer y demasiado malo en las mentiras. Así que para ella —y para cualquiera que los hubiera visto hablar— estaba claro que él aun la quería, mientras ella cada vez estaba más enamorada del hombre que la observaba con el ceño fruncido por el solo hecho que no gustaban los nachos con queso. No estaba muy segura qué la llevo a tomar su auto e ir a buscar a Dave, no es como si le tuviera que explicar algo, su relación con Matt era de mucho antes de conocerlo, pero de igual manera quería que supiera que su ex novio había vuelto. Tal vez era un extraño sentimiento de lealtad donde quería que se enterara por ella y no por otros medios. O simplemente quería la seguridad que sentía en los brazos de Dave.

Ana se levantó y rodeó la mesa del comedor donde están sentados y obligo a Dave a hacerse hacia atrás para poder sentarse en su regazo donde rodeó su cuello con los brazos y descanso el rostro en el hueco de su cuello.

—Te quiero, Dave —susurró despacito.

—Yo también te quiero, Ana... aunque no te gusten los nachos con queso y comas pizza con cubiertos —no pudo evitar reír hasta que sintió como los brazos de Dave se cerraban a su alrededor y la dejaba fundirse en el calor de su abrazo. Eso se sentía increíblemente bien—. ¿Me vas a contar qué sucedió florecita? —le preguntó mientras acariciaba su espalda de arriba abajo. Ana suspiró antes de comenzar a hablar.

—En la reunión, cuando nos íbamos con el abuelo vi a alguien...

—Ok... ¿a quién?

—A... Mathew. Mi ex novio, con quien me iba a casar —no le pasó por alto que el cuerpo de Dave se tensó por un momento y las caricias en su espalda pararon—. Dave... —se separó un poco para poder verlo a la cara.

Flores Para AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora