Capítulo 11

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Capítulo 11

Observó absorta la fotografía que tenía en sus manos. No podía creer que la mujer que sonreía tan feliz fuese ella, ni que el hombre que la tenía en sus brazos era a quien en ese momento amaba, pero aún así, desterró de su vida.

No quería comparar sus sentimientos, eso no era justo, ni con el recuerdo de lo vivido con Matthew, ni con lo que estaba sintiendo por Dave, pero no podía evitarlo.

Amar a Matt siempre se sintió correcto, él, la hacía sentir feliz, en paz, como si nada malo pudiera suceder, la apoyaba cuando lo necesitaba y estaba siempre presto a sus necesidades. Su vida íntima era placentera, entre ellos había una pasión tranquila, sí hubo veces en que se sintió explosiva pero la mayoría del tiempo era tranquila. Pero, lo que ahora estaba sintiendo por Dave era completamente opuesto —comenzando porque aún no podía decir que lo amaba—, Dave la hacía sentir nerviosa, perdida, como si estuviera caminando a ciegas, con un solo roce le ponía la piel de gallina y lograba que su corazón latiese con más fuerza. Se colaba en sus pensamientos hasta en los momentos más inesperados, como esa misma mañana, que en vez de estar concentrada en las palabras de James, estaba divagando en sus pensamientos y a consecuencia se ganó una reprimenda de parte de su abuelo, en cuya cara se notaba las ganas de preguntar por su inusual salida de la empresa hace unos días. Sí, se había estado escondiendo de él, porque antes de enfrentarse a la curiosidad de Anthony Dawson necesitaba aclarar sus propias ideas. Cosa que aún no lograba.

Pero es que ese hombre la había acaparado casi por completo. Hace solo unos días estaba más que convencida en no querer alguien en su vida, pero Dave con solo un par de encuentros la hizo dudar de aquella determinación y cuando estaba segura de querer huir de él, con el solo sentir sus manos sobre ella logró hacerla ceder. 

Después de esa noche fuera del gimnasio, Dave la llevó a su casa, todo el camino fue una tortura, la tensión entre ellos era tal que amenazaba con asfixiarlos. Odiaba reconocer que deseaba llegar a su casa y ver qué iba a suceder, quería que ese hombre la tomará en sus brazos y la besara con desquicio. Pero al parecer él estaba muy centrado en eso de conocerla porque cuando llegaron solo besó su mejilla —muy suavemente, de hecho jamás había encontrado tan erótico un beso en la mejilla— y le pidió una cita. Sonrió con solo recordar las ganas que sintió de asesinar a ese idiota y su sonrisa de suficiencia.

Dave sabía lo que ella quería —y estaba segura que no era la única—, pero aún así se lo negó. Ese chico quería algo más, la cosa estaba en saber si eso era algo bueno o por lo contrario, algo muy malo.

—Señorita Ana, el señor Anthony quiere verla —la voz de Cristina hablando por el comunicador la sobresaltó. Y antes que pudiese responder, la puerta de su oficina se abrió y su abuelo entró pisando firme.

—¿Desde cuando tengo que ser anunciado, Ana? —preguntó algo molesto.

—Desde que vienes a curiosear —Anthony se sentó frente a su nieta que se enfrentó a él con la mirada sería, sin aminorarse ante él. Esa chica lo conocía muy bien por eso se había estado escondiendo de él.

Por supuesto que tenía curiosidad, desde hace unos días por los pasillos de la empresa no se hablaba nada más de como su nieta parecía un vendaval corriendo para alcanzar a un chico en una camioneta de entregas. Eso no era normal, de hecho era la cosa más insólita que había escuchado, sobre todo tomando en cuenta que tamaña acción venía de Ana.

—Tienes razón, tengo curiosidad, pero también estoy preocupado. ¿Quién es ese chico, Ana?

No quería decirle. Pero, ¿qué podía hacer? Estaba segura de que si no le contaba a su abuelo sobre Dave, el muy terco usaría sus propios medios para averiguar sobre él. Suspiró pesadamente. No quería que Anthony hiciera eso, así que no tenía más remedio que comenzar a hablar.

Flores Para AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora