Capítulo 19

189 30 2
                                    

Capítulo 19

De verdad quería dejarla seguir en lo que estaba. Tocándolo, besándolo, recorriendo con manos y boca la tinta de sus brazos y pecho, pero no estaba seguro de poder aguantar por más tiempo las ganas que tenía de tumbarla en el piso y quitarle el resto de la ropa. Besarla hasta hartarse para luego hundirse en la calidez de su cuerpo. Dave se sentía explotar, seguro su polla estaba apunto de reventar el cierre de su pantalón.

—Ana… me estas matando…

—Quise hacer esto desde la primera vez que te vi… —la cálida lengua recorrió desde el centro de su pecho hasta la base de su cuello recorriendo la línea de tinta del tatuaje tribal que le cubría el pecho mientras las uñas de Ana rastrillaban sus brazos.

Dave la apartó de él obligándola a erguirse, si ella estaba haciendo lo que había querido la primera vez que lo vio, él también podía hacerlo. Atrapó sus muñecas en un agarre sólido tras su espalda al mismo tiempo que la arqueaba obligando a sus pechos a elevarse ante él.

—¿Qué… haces…? —no le gustó el dejo de temor en la voz de su florecita así que le soltó las manos y la sostuvo por la espalda mientras le acariciaba a la garganta con la nariz.

—Cuando me miraste con ganas de asesinarme por entrar primero en el ascensor lo primero que imaginé fue pasar la lengua por el marcado tendón de tu cuello… y mordisquear tu oreja… —le dijo con la voz ronca de deseo para después hacer justamente lo que sus palabras decían—. Después me dedicaría a besar tu pecho…

Dave bajo dando pequeños besos y ligeros toques con la lengua por toda su piel hasta el valle de su pechos. Ana no pudo evitar estremecerse por el delicado toque y por las caricias que el cabello de Dave dejaba en el recorrido. Tenía que decirle que la idea de besaran sus pechos era algo que nunca le había gustado del todo, se sentía extraño e incómodo. Sibel una vez le explicó que habían mujeres que eran increíblemente sensibles en esa zona, que habían incluso algunas que lograban el orgasmo con sólo estimular sus pezones, pero ella no era de esas. Sus pechos sí eran una zona en la que le gustaba ser tocada y acariciada pero no más que en otra parte de su cuerpo, hasta ahora para ella no era un mayor placer tener a un hombre lamiendo y besando ese lugar. Pero no dijo nada, tal vez con Dave fuese diferente, al menos podía probarlo.

El primer toque fue ligero, solo rodeando su aureola, Dave era delicado, increíblemente suave, estaba segura que dado su aspecto nadie lo creería. Le dio tiempo de acostumbrarse a la sensación de su boca antes de ir por lo que en verdad quería. Como siempre se sintió extraño, incómodo, pero a la vez muy diferente a como lo habían hecho otros chicos en el pasado. Ellos siempre habían sido exagerados en la acción, como si en vez de querer darle placer buscaran arrancar sus pechos a succiones, con un exceso de saliva que rayaba en lo asqueroso y sin tener cuidado con los dientes. Pero Dave aplicaba la presión justa, su boca era cálida, húmeda pero no babosa y, en ningún momento sus dientes la rozaron. Ana trató de evitar pensar en cuanta experiencia tendría para poder hacerlo de esa manera.

—Estas tensa… ¿no te gusta? —le preguntó. Ana negó con la cabeza.

—Siempre se a sentido extraño para mi, pero la forma en la que tu lo haces, me gusta…

—Tienes que decirme… Ana, hasta que logre conocerte de esta manera debes decirme si hago algo que no te gusta. Promete que no me dejarás hacer algo que te haga sentir mal… puedes parar en el momento que quieras florecita. Me sentiré frustrado sí, pero no por eso vas a dejarme hacer algo que tú no desees, obligarte, aunque sea inconsciente de ello es algo que jamás quiero hacer.

Ese chico no podía ser real. Ana tomó sus mejillas y le sonrió totalmente emocionada por sus palabras, era increíble como ese chico lograba con cada palabra que decía adueñarse un poquito más de su mente, de sus emociones, de su corazón.

Flores Para AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora