Capítulo 38
Se quedó observando la botella llena en la encimera de la cocina y el vaso vacío a su lado. Estaban allí desde hace una semana, desde que llegó a la cabaña con la cabeza perdida en sus pensamientos. Pero reacciono justo cuando estaba a punto de abrir la tapa de la botella de licor. No quería caer en lo mismo nuevamente. Esa mujer no podía tener el poder de destruir su mente una vez más.
Tomó la botella y la devolvió a la despensa de donde la había sacado.
El teléfono fijo de la casa sonó, Dave sonrió porque solo una persona sabía donde estaba. Su tía Ari. Lo llamaba todos los días, y ese día ya lo había hecho, pero nada superaba la preocupación de esa mujer.
—Por la mañana te dije que estaba bien tía Ari —fue lo primero que dijo al contestar.
—Ana vino a buscarte... de hecho, ha venido todos los días.
—No lo habías dicho.
—Dijiste que ella te daría espacio, y pensé que era mejor que pensaras las cosas a solas. Pero hoy la noté diferente, había algo en su expresión que me dio la impresión de que algo está sucediendo con ella.
Una vez más se estaba comportando como un idiota al desaparecer de la forma que lo había hecho. En su defensa podía decir que en el momento que vio a su madre sintió pánico, pánico de volver a derrumbarse, de que todo lo que había logrado en esos años se fuese al demonio y su mente le volviese a fallar y que una vez más hiciese daño a quienes amaba. Cuando salió de la heladería se fue directo a por su auto, fue donde la tía Ari y le contó lo que estaba pasando, ella se había vuelto loca cuándo le dijo quién y dónde estaba su madre. Siempre le sorprendía la rabia y el odio que ella le tenía a pesar de que no la conocía, para Arianna el solo hecho que una mujer dejase a su hijo era motivo de odio. Seguro el hecho de que ella no había podido ser madre forma natural influía en su mayoría. Fue ella quién le pidió que se alejara, que tuviese unos días para pensar qué haría, sabía que ella preferiría que terminase toda relación que lo mantuviese cerca de esa mujer, pero él... él no quería alejarse de su florecita. Ana era la mujer que amaba, era quien en estos meses lo había hecho fuerte, lo había hecho feliz. Las cosas serían una mierda cuando volviera, pero estaba dispuesto a todo para seguir a su lado.
—Llámala Dave. Hazle saber que estas bien.
—Lo haré... —dijo en un susurro.
Cortó la llamada y salió de la casa para buscar su teléfono. La ultima vez que lo había visto estaba sobre el asiento del copiloto de su auto. Buscó por todos lados, en la guantera, bajo el asiento, hasta que finalmente lo encontró a una orilla de la puerta trasera obviamente apagado. Lo llevó dentro de la casa y lo conectó, nunca había sentido que el tiempo pasaba tan lento, la maldita cosa no encendía. Cuando lo hizo no tenía la suficiente batería para hacer una llamada así que le envió un mensaje.
"Este lugar no se siente de la misma manera de cuando estabas aquí conmigo. Estoy bien florecita. Volveré pronto."
Esperaba que ella le respondiera de inmediato, pero no lo hizo. Se dedicó a responderle a las demás personas que le habían hablado, se sorprendió que tantas estuviesen preocupadas por él, tenía mensajes hasta de Katherine. Se fue a empacar las cosas que había llevado, tenía que volver no podía dejar que Ana pensara que ya no quería estar con ella. Porque maldita sea él quería estar con ella. Pero... ¿Qué pasaría si era ella quien no quería seguir? Las cosas con su familia habían mejorado desde hace un tiempo, la relación con su abuela era mucho mejor de lo que era hasta hace unos meses; pudiese ser que ella no quisiese perder eso si su familia no quería que él estuviese cerca.
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Flores Para Anna
ChickLitSu culpa, aunque muchos le decían que no era así que había sido un accidente, Ana sabía que era su culpa. Si esa noche ella no hubiese insistido en salir, ellos estarían vivos. Su culpa, aunque muchos le decían que no era así, que lo que había pasa...