Capítulo 9

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Capítulo 9

Dave ignoró la llamada de Connor y le envió un mensaje diciendo que tendría las benditas cuentas para mañana temprano.

Bajó de la camioneta que tenía el logo de la floristería en el costado y sacó el enorme ramo de rosas amarillas que tenía que entregar. Las mujeres en la recepción lo miraron con ojos soñadores, Dave no sabía si era a él o a las flores —tal vez algo de ambos— antes de permitirle subir.

En ese momento tenía sentimientos encontrados, por un lado estaba contento por poder ver a Ana una vez más —porque esta vez no permitiría que su secretaria entregara las flores—, y por el otro, le estaba llevando flores de otro hombre a la mujer que le gustaba. Aunque saber que su florecita iba a rechazarlas aliviada un  poco las cosas.

Cuando llegó al piso caminó directamente hacia la secretaria de Ana que esta vez llevaba un lindo vestido, Cristina —como creía recordar que se llamaba— era una mujer muy guapa, se notaba que ya rondaba los cuarenta pero se mantenía muy bien, Dave estaba seguro de que en otros tiempos y de no gustarle su jefa abría movido sus cartas con ella.

—Buenas tardes —la mujer levantó la mirada de donde estaba acomodando su escritorio y le sonrió—. Traigo una entrega —dijo alzando un poco el enorme ramo.

—Así veo, déjame y te anuncio —Dave se sorprendió, pensó que tendría que insistir para poder ser él quien entrara en la oficina. La mujer pareció notar su sorpresa porque soltó una suave risa—. Esta mañana, me dieron la orden  de que si eras tú, podías entrar, de ser alguien más debía despachar sin avisarle. Dime… Dave. ¿Qué le hiciste para que quiera aceptar las flores? —Dave sonrió porque, la mujer era muy curiosa.

—Tal vez me quiere ver a mi —se encogió de hombros. Cristina lo miró con los ojos entrecerrados antes de tomar el auricular y hablar anunciándolo.

—Puedes pasar.



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Ana se levantó rápidamente y entró al baño de su oficina para arreglar su cabello, deshizo su cola de caballo solo para volver a hacerla, acomodando los molestos mechones que siempre se escapaban. Por la mañana, antes de comenzar con las reuniones se había maquillado un poco más de la cuenta, para poder tapar las ojeras que adornaban su rostro, lo último que quería era que su abuelo y su tío vieran la manera en la que había llegado a la oficina.

El día había sido pesado pero realmente productivo, la compra de la cadena de supermercados era todo un hecho, ya solo faltaban los protocolos legales y cerrar el contrato con la firma de Anthony, los planes ya estaban en marcha y ellos esperaban hacer crecer aún más ese negocio. La reunión por la tarde fue igualmente un éxito, aunque debía confesar que el hecho de firmar con Tassler no la tenía saltando en un pie. Trabajar con el idiota presumido solo significaba verlo más seguido. Al menos se mantuvo alejado de ella, pero al parecer no se había dado por vencido si Dave estaba con un nuevo ramo de flores para ella.

Ana se miró al espejo y se sintió ridícula de estar preocupada de su aspecto, era solo Dave, quien el día anterior la había visto sin maquillaje y con el rostro hinchado de tanto llorar. Salió del baño y se sentó en su escritorio a seguir trabajando —más bien, a fingir que lo hacía—, no había porqué ponerse nerviosa. Solo iba a rechazar las flores y preguntarle cómo estaba, nada más. De hecho se sentía bastante tonta al haber dado esa orden a Cristina ¿Por qué ella quería volverá ver a ese chico?, sino se hubiese visto aún más tonta quitando esa orden, lo habría hecho.

Flores Para AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora