Capítulo 8

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Capítulo 8

Hablando de momentos incómodos.

Ana en sus veintisiete años no recordaba haber vivido un momento más incomodo como ese donde Dave aflojó sus brazos y ella se apartó de su pecho.

Ambos se veían desconcertados, sin saber cómo reaccionar ni qué decir. ¿Por qué diablos lo abracé? Era la pregunta que los dos se hacían en sus mentes y para la cual ninguno tenía una respuesta. Y Ana, se torturaba aún más pensando porqué había aceptado el café que Dave le ofreció.

No debió haber aceptado, tomar un café con él solo complicaría más las cosas. Aunque en realidad ninguno de los dos había hablado desde que entraron a esa cafetería que estaba a pasos de donde ambos dejaron sus autos.

El mesero llamó la atención de ambos cuando interrumpió el silencio dejando la orden de café y galletas. Ana le agradeció y el chico le sonrió coqueto antes de irse.

—¿Mejor? —Dave fue el primero en hablar. Ana lo miró y asintió con la cabeza. Nerviosa de hablar. Lo cual era estúpido, la falta de personalidad no estaba entre sus defectos y mucho menos era tímida, pero ese chico la hacía sentir todo lo que no era. Con él se sentía tímida, cohibida, asustada de hablar— ¿Me vas a decir porqué llorabas?

—No —respondió de inmediato—. Es personal y no te conozco —No quería ser grosera pero las palabras simplemente salieron de su boca antes de pensarlas.

—Ahí está mi florecita berrinchuda —le sonrió.

—No vuelvas a decirme así.

—¿Cómo? ¿Florecita o berrinchuda?

—No soy ninguna berrinchuda, Dave. No lo soy —dijo ya a molesta.

—Entonces, si puedo llamarte florecita —Ana lo miró sorprendida de como le hablaba. Como si se conocieran de toda la vida, cuando si contaba todos sus encuentros no hacían más de media hora.

El silencio volvió a reinar entre ambos, se notaba que no se conocían porque no tenían nada que decir entre ellos. Recordó las palabras de Nathan y el que creía era el amigo de Dave. ¿Qué sería lo que pasaba con él? ¿Por qué se veían tan preocupados?

—Tú, ¿estás bien? —la cara notablemente sorprendida de Dave por su pregunta la hicieron sonrojarse— Cuando salía de mi casa, escuché a Nathan y Eliot, él es tu amigo ¿verdad? Estaban preocupados por ti.

—Ya veo… —asintió tomando más de su café— Te digo porqué están preocupados, si me dices porqué llorabas.

—Eso es chantaje.

—De alguna manera tengo que saber más de ti, florecita —Dave se inclinó un poco más cerca y le sonrió. Aunque parecía que le estaba coqueteando, Ana podía ver que en su mirada había tristeza, una tristeza derivada de la culpa, como la suya. Una extraña necesidad de saber la razón de esa mirada se instauró en ella.

—¿Y por qué querrías saber más de mi?

—Porque me gustas, florecita —Ana abrió los ojos de forma exagerada y sus labios se abrieron ligeramente.

Eso era… realmente… sorprendente. Y no es que fuese la primera vez que un hombre le decía esas palabras, pero sí, nunca nadie lo había dicho tan directamente.

Solo había tenido dos novios en su vida y no recordaba que alguno de ellos hubiese sido así de directo. Ahora que lo pensaba Darrel —su primer novio— ni siquiera lo dijo, en realidad las cosas se dieron, ambos se gustaban y comenzaron a salir hasta que ambos asumieron que eran novios y con Matthew no fue muy diferente, aunque él sí se lo dijo cuando le pidió ser su novia, luego de un par de meses de coqueteo, salidas, mensajes e indirectas. Y ahora este chico, al que había visto exactamente tres veces, le decía así, sin preámbulos ni advertencias, que le gustaba.

Flores Para AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora