Capítulo 17

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Capítulo 17


Ana entró en el apartamento un tanto nerviosa, desde que habían subido al auto luego de que Dave le diera un beso tan increíble que le temblaron las piernas, él, no había dicho absolutamente nada. El silencio no era incómodo pero si la tenía nerviosa.

Miró a su alrededor identificando que ese era su lugar, cada rincón de esa sala —aunque más pequeña que la suya— tenía el toque de Dave, pero a pesar de eso había algo extraño, como un vacío, como si algo faltara.

—Creí que habías dicho que vivías con la madre de Eliot.

—Lo hago. Pero este es mi departamento.

—¿Ella va a estar bien? Dijiste que tenía algunos problemas de salud —lo último que quería era que a esa señora le ocurriera algo porque Dave estaba con ella.

—Los problemas de salud son míos, Ana. No de ella —eso la sorprendió. Dave se veía fuerte y saludable, nada de él podría indicar que tenía algún problema con su salud—. Después de lo que pasó con Lena, sufría crisis de pánico, caí en depresión y como que la bebida se hizo mi mejor amiga. La tía Ari me encontró un día cuando casi me ahogó en la tina de lo borracho que estaba me regañó tan fuerte que mis oídos dolían y me obligó a vivir en su casa.

Quería abrazarlo, quería envolver sus brazos a su alrededor y consolarlo, borrar la tristeza de sus ojos y que fuera el Dave coqueto y alegre que ella conocía. Pero no estaba segura de que él quisiese eso. Ella odiaba que la consolaran cuando se sentía triste o cuando el dolor de perder a sus padres era demasiado grande para soportarlo. No le gustaba ver la compasión en el rostro de las personas que la rodeaban y mucho menos le gustaban las estúpidas palabras que decían, aún cuando la intensión era hacerla sentir mejor.

Dave le sonrío y se acercó a ella con los brazos extendidos como leyendo sus intenciones. Suavemente, como nunca antes, tomó su cintura con una extrema delicadeza y la atrajo hacia su pecho. Ana suspiró y envolvió sus brazos alrededor de él y dejó su rostro en su cuello —amaba estar usando los tacones de más de diez centímetros—, aspirando su olor.

—Nunca te con tengas cuando quieras abrazarme, Ana —le susurró pegado a su oído y el tono bajo de su voz la hizo estremecer.

—Yo… odio que me consuelen, Dave. Cada vez que estoy triste me encierro en mi misma y lo único que deseo es estar sola. No me gustan las palabras que la gente usa tratando de hacerme sentir mejor, como si hubiera alguna forma en la que me pudiese sentir mejor…

—Por eso creíste que no querría que me abrazaras —aunque no era una pregunta Ana asintió—. Nunca me ha gustado estar solo, odio el silencio, así que cuando estoy triste me gusta que la tía Ari me mime —no pudo evitar que saliera de ella una ligera carcajada—. Ella cocina algo delicioso para mi y busca alguna película romántica antigua, las odio pero ella acaricia mi cabello mientras la ve.

—Yo puedo hacer eso…

—Ahora no estoy triste, Ana —él se alejó solo un poco y le sonrió de lado, coqueto—. Estoy muy… muy feliz.

—Estuviste callado todo el camino —Ana sintió que todo el vello de su cuerpo se erizaba cuando Dave la soltó por completo y barrió con la mirada de pies a cabeza, luego caminó a su alrededor hasta ponerse en su espalda, movió su cabello suelto hacia a un lado, la abrazó pegando el pecho contra su espalda y acarició toda la extensión de su hombro con los labios, sin demasiada presión solo un ligero toque.

—Te vez tan hermosa en ese vestido que me dejaste sin palabras, lo único que puedo pensar es en que quiero besar la piel de tus hombros y ver lo hay bajo esta hermosa tela —  las manos de Dave acariciaron su abdomen suavemente, acercándose de manera peligrosa hasta el borde de sus pechos.

Flores Para AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora