Capítulo 35

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Capítulo 35

Ana le envió un mensaje a Dave diciendo que estaba saliendo de su departamento. Él había ofrecido pasar por ella, pero prefirió llegar por su cuenta. Tal vez era cobarde, pero quería tener una manera de huir si las cosas se ponían extrañas entre ellos y tener su coche le daba esa seguridad. Vería a su novio después de casi cuatro días nadie podría culparla por estar asustada, no tenía ni idea como estarían las cosas con él.

Ese día era la boda de Eliot y Nathan, había prometido que iría con él y aunque estúpidamente estaba nerviosa de verlo no faltaría a su palabra porque eso era importante para su novio. Además, que esos chicos también habían sido buenos con ella.

Se miró en el espejo del ascensor para alisar su vestido. Sibel dijo que el vestido de terciopelo rojo vino ceñido con cuello de bote que dejaba sus hombros descubiertos y los stilleto negro eran lo ideal para una boda que se realizaría en pleno otoño al final de la tarde, aunque su abuela le había dicho que era de mal gusto ir a una boda de rojo. Pero era como la mayoría de las mujeres, así que terminó haciendo caso a su amiga en vez de a su familia porque según palabras de SIbel "debes patear el cerebro de tu novio viéndote increíblemente sexy y sensual. Si logras llamar la atención de otros hombres mucho mejor. Llamemos al cavernícola posesivo que hay en todo hombre enamorado".

Salió del ascensor cuando este llegó al estacionamiento y caminó hasta el lugar donde dejaba su auto, desbloqueó las puertas cuando estaba cerca y cuando iba a abrir alguien tomó sus caderas y la hizo girar para arrinconarla contra el costado de su auto. Un grito agudo quiso salir de ella, pero la presión de labios contra los suyos la silenciaron, quiso forcejear, pero cuando logró abrir los ojos se relajó porque se trataba de Dave.

—¡Eres un tonto! ¡Me asustaste! —se quejó cuando él se alejó un poco.

—Te ves tan condenadamente sexy, florecita —Dave saboreaba sus propios labios que habían quedado manchados de su labial y recorría con la mirada su escote.

—¿Qué haces aquí? Te dije que iba saliendo —fue su turno de recorrer su cuerpo y observar su atuendo. Iba completamente de negro, desde los zapatos hasta la corbata—. Dijiste que no usarías corbata.

—No pude contra Janinne Binder —se encogió de hombros—. Era la corbata o un maldito moño, y eso no iba a suceder... —las manos de Dave se afianzaron en sus caderas y la apretó más contra el auto— Así que... ¿vamos a fingir que no querías que pasara por ti porque querías una manera segura de encontrarte conmigo?

—No era es... —los labios de Dave una vez más estaban sobre ella. pero esta vez no solo fue una presión de labios, sino que fue un beso en toda regla, de esos que te dejan con el estómago cerrado, la respiración agitada, el corazón desbocado y los labios palpitantes.

—Sé que estos días me he postado como un tonto Ana y lo lamento. Solo necesitaba unos momentos para digerir la información, para pensar, y para decidir si quiero o no saber dónde está esa mujer, pero te aseguro que las cosas entre tú y yo nunca estuvieron mal. Yo te amo.

Ana suspiró pesadamente, alzó los brazos para aferrarse al cuello de Dave y recargó su frente contra la de él sonriendo. Era como si un peso se hubiese levantado de sus hombros, estaba tan asustada de haberlo arruinado todo. Estaba tan enamorada que perder a Dave le destrozaría el corazón.

—Yo también te amo, Dave. Siento mucho haber faltado a tu confianza...

—Oye —él la interrumpió—. Tú no faltaste a nada, no pienses eso. ¡Ahora! ¡Vamos a esa boda! ¡Quiero pastel! Y obviamente, esta noche te quedas conmigo.

Flores Para AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora