Capítulo 6

203 26 2
                                    

Capítulo 6

Hasta ese momento las cosas iban bien, tan bien como podían ir. Su abuelo y su tío la recibieron con abrazos y besos, Peter le contó cómo iba con su tesis para la universidad y pudo comprobar el porqué Val decía que estaba insoportable. El chico de verdad estaba estresado por el último año de su carrera, las ciencias políticas se le estaban haciendo difíciles porque quería abarcar todo de una vez, Ana le dijo que se tomara las cosas con calma, se relajara y que si necesitaba ayuda, la pidiera, no por no entender algo iba a ser un mal estudiante. Su tía  le agradeció que hablase con él ya que una vez terminaron Peter parecía más relajado.

A pesar de que todos —menos su abuela, que solo le hablaba para instar a que comiera más— se esforzaban por hacerla sentir bien, el deseo de salir de esa casa comenzaba a asfixiarla. Por eso, cuando la señora García, la encargada de la casa, avisó que Andrew había despertado corrió hacia la antigua habitación de su tío, donde el pequeño estaba para verlo. Le había angustiado un poco cuando preguntó por él y su tía le dijo que había estado con dolor por lo que luego de darle su medicamento se había dormido.

Cuando Andrew le sonrió al verla toda la sensación de querer irse la abandonó. Ese niño era una luz de felicidad en el mundo.

—¡Es linda!, es la más linda del mundo… —el entusiasmo con el que el niño hablaba de su terapeuta le sacó más de una sonrisa. Parece que Andrew estaba enamorado.

—¡Hey! ¿Incluso más que yo? —su pequeño primo se sonrojó.

—Nadie es más… linda que tú —Andrew alargó sus débiles brazos hacia ella y Ana se acercó para recibir el beso que le ofrecía.

El pequeño, era el único Dawson que tenía los ojos turquesa de su abuelo, su cabello rubio como el de su madre caía lleno de rizos sobre su frente porque él se negaba a cortárselo. Andrew pronto cumpliría nueve años, lo que debería ser un  momento alegre para todos; pero para la familia Dawson, el que ese niño cumpliera años no era un motivo de alegría, todos los miembros de esa familia desearían que el tiempo se detuviese, que el reloj se congelara solo para que el destino de Andrew no llegara hasta él.

Andrew Dawson sufría una extraña enfermedad que poco a poco estaba llevándose su alegría, sus ganas de jugar; en realidad, su capacidad de jugar, ya que sus movimientos se estaban viendo afectados. La distrofia muscular de Duchenne había condicionado la vida del más pequeño de los Dawson, cada vez dependía más de la silla de ruedas porque sus piernas no eran lo suficientemente fuertes para sostenerlo, y su vida, como la de todos, tenía límite de tiempo, solo que ese niño sabía hasta cuando sería. Según los médicos, Andrew no superaría los veinte años de edad.

—Entonces, háblame más de tu nueva terapeuta que obviamente no es tan linda como yo —el pequeño sonrió y siguió en su charla de cómo Lara, que en realidad era una estudiante que estaba de voluntaria en la clínica, era la chica más hermosa de la tierra.

         _________________________

El corazón de Ana dolió mientras observaba a su pequeño primo dormir. La enfermedad que lo aquejaba había avanzado con fuerza en los últimos meses y  estaba comenzando a ser visible. No solo porque ya no era capaz de caminar más de unos metros, sino porque su habla estaba comenzado a fallar y había marcas bajo sus ojos.

—¿Se durmió otra vez? —miró hacia la puerta y su tía estaba mirando tristemente a su hijo. Janeth Dawson era una mujer hermosa, debía tener unos cuarenta y seis años pero no se notaban para nada. Rubia y de ojos verdes, era de quien Val había heredado sus colores, aunque los ojos de Janeth eran de un verde más oscuro, le recordaban a los de… Dave.

Flores Para AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora