Capítulo 4

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Capítulo 4


—¿De verdad? ¿Nunca has escuchado a Nathan hablar de ella?

—No, realmente no me suena ese nombre —Dave bufó. Eliot nunca sabía nada.

Había estado pendiente toda la semana de cada pedido en la florería de Arianna, quería asegurarse de que no había un nuevo envío a esa chica, y de ser así, quería ser él quien lo llevara, pero no. No hubo nada.

¿Tan rápido se había rendido el tipo o había encontrado otra florería?

Se dio media vuelta —frustrado— y dejó a Eliot seguir con su rutina de pesas. Ignoró a su mejor amigo que se reía a sus costillas y se fue al área de las cintas de correr, necesitaba botar energía de alguna forma. Además tenía que ponerse al día con su cuerpo el que había descuidado por mucho tiempo, no es que estuviese en mala forma, solo que había una ligera curva en su abdomen y su resistencia física había disminuido notablemente; ya no podía correr diez kilómetros sin comenzar a sudar como un cerdo.

Por alguna extraña razón —en la cual, no quería pensar demasiado— era de los que se enamoraban rápido, sin mucho preámbulo ni necesitando demasiadas nuestras de afecto, y por eso, jamás tenía relaciones de más de una semana, la última novia oficial que tuvo fue hace más de seis años y aún recordaba lo difícil que fue para él cuando ella le terminó. Pero a pesar de eso, nunca le había gustado tanto una mujer con solo verla, pero ella, Ana Dawson, a la que había visto por apenas unos segundos, no salía de su mente. Quería tanto verla de nuevo.

Dio un largo suspiro y se dijo que solo un milagro haría que volviese a verla. Programó la máquina a una velocidad alta y se dedicó a correr, aunque sea derramando sudor tenía que olvidarse de esa mujer.

*    *    *

Dave miraba a los chicos a su alrededor sintiéndose extraño de repente. No era un aislado social ni mucho menos, le caía bien a las personas y nunca le faltaba alguien con quien hablar y pasar el rato; pero en realidad, su único amigo real era Eliot, él y… Lena. Por eso estar rodeado por los amigos de Nathan se sentía extraño. Aunque para ser justos ese grupo de chicos se habían portado muy bien con él cuando más lo necesitó.

Fueron muchas las veces en las que George, Mark y Dante fueron por él para sacarlo de su encierro y muchas las otras en las que Dianne y Nathan prácticamente lo arrastraron a días de playa y campo. Así que tal vez si podía considerarlos… amigos.

Todos gritaron —sobresaltándolo— vitoreando a Nathan y Dante. Ambos chicos logrado su primer contrato de forma independiente. Dave se sentía orgulloso del niño bonito, Nathan había luchado mucho por quitarse el peso de su apellido, la familia Binder era demasiado conocida en el mundo empresarial y eso le trajo prejuicios, muchos creyeron que Nathan conseguía cosas por ser el hijo de… y el nieto de… pero en realidad ese chico había trabajado arduo para conseguir lo que tenía ahora, se desvelaba creando hermosos diseños y Dante, como su socio, era quien se llevaba el peso de que los diseños de Nathan encajaran con las medidas. Hacían un buen equipo y que consiguieran un gran contrato a solo cinco años de abrir su empresa de construcción decía mucho.

—Ya deberías quitar la mano de ahí —Dave sonrió y se pegó más a la mujer a su lado y siguió acariciando su hinchado vientre. Dianne le sonrió al moreno hombre que sentado a su otro lado frunció el ceño y se acercó para besarlo.

Dave pensaba que las mujeres embarazadas eran la cosa más hermosa del mundo. Le fascinaba pensar que dentro de sus vientres había un nuevo ser formándose. Era simplemente hermoso. Pero en los tiempos donde ese pensamiento sería tomado como machista y retrógrada no tenía muchas oportunidades de expresar su admiración sin ser acusado de cavernícola, así que ahora estaba derrochando toda su emoción en la muy embarazada amiga de Nathan. Además que se preguntaba cómo sería un bebé de padre afroamericano y madre con ascendencia escocesa.

Flores Para AnnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora