54: Chicos malos.

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Como era de esperárse después de aquella propuesta, ambos se retiraron del elegante restorán después de pagar la cuenta. Con calma tomaron un taxi con dirección al motel más cercano, seguramente tendrían que comprar un par de cosas fundamentales que en un alojamiento normal no conseguirían y pasar a una farmacia antes no les parecía una buena idea en lo absoluto.

Al llegar, Neji pidió una habitación mientras Arata le esperaba mirándo el noticiario en un pequeño televisor que tenían ubicado en la recepción:
-Oye- el recién mencionado volteó ante el llamado de su pareja, quien le ofrecía las llaves de la habitación que pronto utilizarían -sube y ponte cómodo. Voy enseguida.

-Entendido- Arata tomó el manojo de llaves y se dispuso a subir por el ascensor. La habitación se ubicaba en un tercer piso y usar las escaleras mientras sus piernas temblaban sería fatal. Cuando llegó al piso correspondiente, buscó el número del cuarto y entró en este al momento de reconocérlo: al centro había una cama matrimonial con sábanas y cubrecamas blancos, un enorme espejo instalado en una de las murallas y acceso a un balcón con vista a toda la ciudad. Eso sin contar que había un baño privado en donde les facilitaban un par de batas y muchas toallas esponjosas, además de preservativos de cortesía sobre la mesita de noche.

Neji le había dicho que se pusiera cómodo, pero esperárlo completamente desnudo sobre la cama lo haría lucir como un desesperado. Pensándo si esa era la mejor opción, Arata se quitó la chaqueta y desanudó su corbata, desabotonó su camisa e hizo sus zapatos perfectamente lustrados a un lado. Realmente no sabía que hacer, recordaba que de joven solía ser muy descarado a la hora de intimar con alguien y ahora debatía internamente si es que quitárse o no la camisa estaba bien.

Golpearon a la puerta. En un principio se sobresaltó, pero al oír la voz de Neji desde el otro lado pudo respirar tranquilo, permitiéndole así el paso a la habitación:
-Tu rostro está rojo- comentó Hyūga, dejándo una bolsita de color rosa sobre la cama -¿acaso tienes fiebre?

-Si, pero no de esa fiebre- Arata cerró la puerta de una patada y puso el seguro de inmediato -hagámoslo Neji, no puedo esperar más.

Se quitó la camisa y la dejó caer al piso. Estaba nervioso, no sabía como reaccionaría el otro varón frente a lo que sus ojos veían:
-¿Y estos? ¿De dónde salieron?- los dedos finos de su pareja se posaron sobre sus pezones, deslizándose después hacia los aretes de plata que pendían de estos- ¿te perforáste solo para esta ocasión?

-Los tengo desde los dieciocho. Creí que me harían lucir rudo, pero en realidad eran muy molestos y me los quité apenas la perforación cicatrizó. Hace un tiempo me di cuenta de que podía volver a ponerme los aretes, así que decidí volver a utilizárlos en ocasiones especiales como esta. ¿Te molestan, o es que crees que son asquerosos?

-Me encantan- respondió Neji, sin inmutárse siquiera un poco -pareces una especie de dios con estas, digamos, decoraciones- se le acercó y lo besó despacio, deslizándo sus manos por toda su espalda hasta llegar a sus piernas. Lo tomó por la parte de atrás de sus rodillas y con la ayuda del impulso que ejerció, el otro varón se aferró con sus piernas alrededor de su cintura. Así pudo llevárlo hasta la cama, recostárlo y de paso él tomar posición sobre su persona.

Se miraron fijamente por un par de segundos, acariciándo sus rostros o pasándo sus dedos entre las hebras de su cabello:
-¿Apagaremos la luz o la dejaremos encendida?

-Encendida- Hyūga se quitó la chaqueta oscura, además de aflojárse la corbata hasta desarmar el nudo -aunque para ti será como si estuviera apagada.

-¿Qué? De que estás... - guardó silencio al sentir como su compañero dejaba el suave trozo de tela que antes llevó alrededor de su cuello sobre sus ojos, para después atárlo con delicadeza tras su cabeza -oh, entiendo. ¿No vas a encadenárme ni nada parecido?

Biológicamente imposible [NejixOc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora