Esa misma noche se fue a la cama antes de lo previsto. Los altercados y discusiones familiares habían menguado un tanto, por lo que sus padres quedaron preocupados por aquel comportamiento tan repentino por parte de su hijo.
Recostado y tapado hasta el cuello, Arata observaba aquel cuaderno que yacía sobre su mesita de noche: durante la tarde cuando lo encontró se había interesado más de lo debido en la historia de manera que incluso la lectura produjo algunas consecuencias físicas bochornosas en él, hasta fantaseó con que alguien le hiciese lo mismo algún día. Sin embargo en ese momento no sentía ganas de leer ni siquiera las notas recordatorias del inicio:
-Arata, hijo, ¿todo bien?Su padre estaba llamándo a la puerta pese a que estaba entreabierta y pudo haber entrado sin su permiso. Al menos las cosas entre ambos marchaban en paz.
Momentáneamente:
-Si padre, todo bien.-¿Puedo pasar, o estás ocupado?
-Claro, adelante.
El crujido de la madera hizo eco en todo su cuarto. Los pasos de su padre resonaron acercándose a él hasta finalmente sentir como se sentaba al lado suyo:
-¿Qué pasa contigo?- le preguntó mientras acariciaba su cabeza, desordenándole el cabello de paso -te perdiste del postre. De todas maneras tu madre guardó lo que te correspondía por si lo quieres después.-Oh, muchas gracias- pestañeó pesadamente, como si fuese a caer dormido en cualquier momento -quizás lo coma mañana en el desayuno.
Alzó la vista y gracias a la poca luz que se filtraba a su habitación a través de la cortina pudo apreciar el rostro de su padre: en simples palabras era una versión suya más madura. Desde que era pequeño había escuchado a todos sus parientes decir que ambos eran idénticos y a medida que crecía esas teorías se iban reforzándo: había heredado su cabello color platino y el mismo carácter del infierno, además de sus ojos azules que según las historias de su madre, podían "hipnotizar" a quien quisiera y ponerlo a sus pies.
La idea de lucir igual a ese hombre no le molestaba, ser igual a él era lo que no quería:
-Padre, ¿puedo hacerte una pregunta?-Por supuesto- sonrió, haciéndo que su hijo también intentara esbozar una sonrisa -¿qué pasa?
-Si hay alguien que es desagradable como el infierno que se dedica a hacer la vida de otro imposible...
-¿Quién te está molestándo?
-Padre, no me has dejado terminar.
-No necesito escuchar más para saber que pasa. La única forma para que ese maldito aprenda es golpeándolo. Lo golpeas duro y si no lo haces tú, voy y lo haré yo.
Irritado, Arata se quitó las mantas de encima y se sentó sobre su cama:
-¿Acaso le das consejos así a tus clientes, que se golpeen en medio de los juicios unos con otros?Su hijo tenía razón. Se sentiría el peor padre -más aún de lo que ya se consideraba- si podía aconsejar a completos desconocidos y no a alguien de su propia sangre:
-Bien bien, continua. Te escucho.El muchacho respiró profundo y tal como le fue pedido, continuo:
-Una persona desagradable le hace la vida imposible a otro, pero ocurre que el otro encuentra algo del desagradable y resulta ser algo muy bueno y se lo quiere hacer saber, pero el desagradable lo descubre y discuten pero el otro le dice oye, esto esta bien y finalmente el desagradable cede y le entrega ese algo muy bueno al otro para que después le dé su opinión- cansado y casi con la respiración entrecortada, finalizó diciéndo -¿qué se hace en una situación como esta?Frente a él su padre se cruzó de brazos mientras alzaba la vista con una mueca de clara incomodidad en el rostro:
-¿En serio quieres que te ayude con algo que no entiendo?
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Biológicamente imposible [NejixOc]
FanficY va de lo mejor a cumplir con sus labores cuando encuentra algo que pertenecía a un niño. A un niño idéntico a él. Y ahí fue donde recordó aquel desliz del pasado que de seguro sacudiría sin piedad el tranquilo presente en el que vivía. ¿Qué iba a...