Marco, a pesar del dolor de cabeza, estaba en el lugar más alto y caluroso de la casa, donde habían dejado cajas con cosas sometiéndose al calor. Si había algo que odiaba, eran las mudanzas. Sobre todo, cuando tenía que mover toda su vida de un lugar a otro. Encontró un álbum de fotografías es una de las cajas y se detuvo a verlo. Eran fotos de la parte de Brina que amaba la fotografía, tomadas en momentos al azar, retratando la vida de sus hermanos con sus amigos. Brina tenía en su cuarto una gran colección de álbumes de todo tipo con fotografías familiares a lo largo del globo y con sus amigas, pero siempre había sido fan de sacar fotografías de sus hermanos.
En la primera foto, estaban parados en un evento escolar, y hacía frío. Marco llevaba el uniforme y un tapado negro hasta el muslo, junto con sus guantes de cuero del mismo color. Gio estaba a su lado, como siempre, y llevaba una campera hasta la cadera, lo miraba y le sonreía mientras le hablaba y Marco miraba al suelo, sonriendo de lo que le decía; recordaba esa situación. Gio le había dicho que salía con Natalia y Marco se reía porque no podía creer que su primo se había enamorado.
En la segunda foto, Pietro tenía un cigarrillo entre los labios, miraba al piso y tenía las solapas del tapado cubriéndole el cuello. Ottavio estaba apoyado sobre el capó del auto y tenía el cuello estirado hacia atrás, con los ojos cerrados. Valentino tenía un pie dentro del auto blanco al lado del negro de su hermano y había apoyado los brazos sobre la puerta.
Marco suspiró y dejó los álbumes que tuvieran fotos de ellos a un costado, para llevárselos luego. Siguió registrando cajas y vio una con una pequeña caja de madera adentro; la curiosidad pudo más que la sensatez y el respeto por lo privado y la abrió. Dentro, había cartas. Cartas que él, desde luego, no había visto nunca, escrita con caligrafía refinada y negra.
De: Luca Bitalli. Para: Leonor Bartolini
Marco no iba a abrirla porque no le interesaba lo que ese hombre tuvo que decirle a su madre en su momento, pero estaba cansado de no conocer su propia historia. No le parecía justo; todos los chicos conocían, al menos a grandes rasgos, las historias que habían unido a sus padres y no entendía por qué él no.
Su madre estaba en el médico con Brina y Chiara, por lo que, si Marco quería preguntar algo, debía ser a su padre. Se levantó, tomó los álbumes y bajó. Cerró la puerta, posó la llave en la cerradura, la trabó y volvió a colgarla arriba de la puerta.
- ¿Papá? -preguntó, luego de tocar la puerta.
-Pasa, Marco. ¿Pasó algo?
-Nada, pero...quiero que me digas algo-su padre asintió y esperó a que su hijo mayor se dejara caer en la silla frente a él. Le dejó la carta en el escritorio y su padre no se movió de la posición en la que había estado: los codos apoyados sobre los apoyabrazos, los dedos entrecruzados y la cabeza estirada sobre el respaldo. Lo que sí, miraba muy fijamente la carta-quiero que me cuentes tu historia, papá-Vittorio lo miró.
- ¿Por qué quieres saberla, Marco? Me casé con tu madre, naciste. Nos amamos y eso es lo importante.
-No me parece justo no saber en qué se basaba tu vida antes de tenernos.
-Mi vida siempre se basó en el vino y los negocios, Marco. No sé qué quieres que te cuente.
-Quiero que me cuentes por qué Bitalli le enviaba cartas a mamá. Sé que debo odiarlos, sé que son enemigos...pero no sé por qué y eso tampoco es justo.
-No debes odiarlos. Simplemente no soy un gran admirador de que se junten con ellos. Sobre todo, con el hijo mayor.
-Créeme, ni obligándome lograrías que fuéramos amigos.
-Eso está bien-sentenció, de acuerdo.
-Menos después de lo que le hizo a Miranda-su padre sonrió medianamente. Sonrió como si le divirtiera la ironía de algo ajeno a Marco.
-Eso es divertido.
- ¿Qué es divertido? -preguntó, molesto- ¿que la haya engañado?
-No. Lo divertido es que, por primera vez, Luca tenía algo que un Di Paolo quería y no tenía; su hijo lo tenía, ella lo quería y, aun así, la arrojó a tus brazos como si no fuera nada, lo arruinó por él. Debe estar enfadado-Marco lo miró y apoyó el tobillo en su rodilla contraria, impaciente porque su padre le contara. Vitto suspiró, resignado-jamás pensé que los sicilianos tuvieran razón, Marco.
- ¿Qué? -su padre sonrió y comenzó a contar su historia, sin prisa, pero sin pausa.
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Jaque Mate [Completa]
RomanceMiranda comienza otro año escolar. Todo es normal, excepto los nuevos estudiantes. Su novio los detesta, y el mundo parece detenido por los europeos recién llegados. Por su parte, su padre tomó la decisión de escaparle a los recuerdos dolorosos qu...