.Capitolo Quarantacinque.

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Miranda sonrió cuando Santino, luego de haberse sentado con pesadez y cansancio en el asiento de al lado, recostó la cabeza en su hombro; ella le acarició la barbilla, dado que era hasta donde el brazo le llegaba.
- ¿Dónde está Giuli?
-Traté de despertarla, pero estaba dormida cuando me fui a casa a cambiarme-Santino no tardó en imitar la sonrisa en el rostro de su amiga. La idea de Giulietta cansada por efecto de él lo enloquecía. Era extraña la sensación de felicidad que le llegaba por una persona que le correspondía un sentimiento y no por un número superior al millón, aplicado a las ventas.
- ¿Qué tal salió? -preguntó, tomando los cuadernos y el libro de texto de Política de la mochila-no quiero detalles.
-No iba a dártelos. De todas formas, probablemente Giuli sí te dé detalles-se volteó en el asiento a ver a Tea-gracias por lo de ayer-dijo, sonriendo levemente, agradecido.
-Por algo debo comenzar-dijo, sonriendo con cansancio-de nada.
La puerta se abrió en la hora siguiente, permitiéndole el paso a Giuli a la clase de Matemática.
-Buenas noches, Bitalli-Santino sonrió de costado, mirándola con atención, tanto sus maquillados ojos grises como su enrulado y sedoso cabello negro; Miri trató de no reírse y no le salió del todo.
-Lo siento-dijo, instalando una pausa entre las dos palabras, señalando al profesor-me quedé dormida-caminando hacia su banco, mirándolo, se inclinó y susurró en su oído-te culpo totalmente a ti-él miró hacia adelante como si no pudiera creer lo que le había dicho y dejó el lápiz sobre la mesa. Recibió mensajes incesantes a lo largo y ancho de las posibilidades de conexión de mensajería, tanto textual como visual, de sus amigos preguntando cómo le había ido; que entendían la falta de detalles, pero querían saber qué tenía para decir. Santino seguiría callado, al menos hasta que tuvieran la charla conjunta esa misma tarde. Por supuesto, los detalles se evitaban si la relación era seria; las relaciones efímeras eran otro asunto.
Marco lo recibió en la puerta del salón en el receso, dado que se mantenían más alejados del resto todo octubre para lamer las heridas de que su Grupo no estaba ahí con ellos y habían dejado Milán ese mes hacía dos años.
- ¿Qué tal fue? -Santino hizo una señal con la boca como si estuviera cerrándola con una cremallera.
-No diré nada. No todavía.
-Al menos dime algo básico. Cualquier cosa-dijo, cruzándose de brazos.
-La habitación era bonita-Marco sonrió.
- ¿Te dio tiempo a fijarte en la habitación? Creí que la tensión iba a obligarte a acabar antes-Santino fingió reírse.
- ¡Eres tan divertido, ¿sabías eso?! -Marco se rio.
-Bien, no digas nada-sentenció- ¿te llegó la noticia?
- ¿Qué noticia?
-Saben de dónde salió la transacción de Tessio-Santino salió del papel del chico contento que acababa de cumplir con su objetivo más lejano y más anhelado, para meterse en el del hijo de Vittorio Di Paolo, heredero de un imperio vitivinícola que no iba a cuidarse solo.
- ¿De dónde salió?
-Ettore hizo su investigación paralela en los Conte y descubrió que ellos hicieron la transacción.
- ¿Cómo demonios hicieron esa transacción si no tienen la información de Cenzo?
-El funeral de Tessio es la semana que viene-Santino se enderezó y asintió.
-Perfecto, les enviaré mi más sentido pésame.
-A su familia. Según Gio, a Cenzo ya no le servía.
-Por supuesto que no-Santino era consciente de que incluso si no la transacción no hubiera sido intencional y lo hubiera hecho porque fue obligado, debió decir algo; se manejaba en esto mejor que Vincenzo mismo.
-Por eso acabó como acabó-sentenció, seguro- ¿Qué persona traicionó al Grupo Emperador y vivió para contarlo?
-Lo más extraño es que ni siquiera se trata de narcicismo-Marco negó-realmente somos así de difíciles.
-No somos difíciles, somos justos. Todos se cuidan las espaldas y si tienen que arrojarnos a los leones lo harán-Santino citó a Ettore Santucchio en ese momento:
-A menos que te arrojen a los leones y seas de la misma especie-y Marco citó a Giorgio Mastroianni.
-O peor.

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Mientras Santino hablaba con su hermano, Giulietta se sentaba sobre la mesada, al lado de Miranda, que la miraba, divertida, mediando entre la emoción y la idea de no presionarla.
Giulietta quería gritarlo a los cuatro vientos, así que en cuanto le dieran la mano, tomaría hasta el codo.
-Cuéntame-dijo con simpleza antes de que su amiga escupiera la sopa.
- ¡Es tan fogoso! -exclamó y se cubrió el rostro con la mano emocionada. Miranda se rio.
-No quiero detalles excesivos-la pelinegra no iba a dárselos, eran propiedad privada de ella, Santino y su intimidad...pero no le interesaba porque estaba hablando con su amiga, con alguien confiable, alguien en quien había depositado mucha confianza, y que era factible que merecía saberlo.
- ¿Puedo...puedo darte algunos? -Miranda mordió un pedazo de chocolate blanco, que Giulietta no entendió cómo es que lo estaba comiendo pero que le gustaba que lo hiciera, y asintió.
-Algunos, pero no te pases.
-Creí que yo tenía talento para reconocer a los hombres buenos, pero Santino rompió el molde-afirmó. Miranda adoraba ver el brillo en sus ojos, la sonrisa en su rostro, el cansancio en su expresión...la felicidad en su...en su todo. Todo ella exudaba felicidad-sabía que era bueno, algo me habían planteado los chicos en Milán, pero esto es más de lo que me habría imaginado-y lo miró, con intensidad, mientras él se reía con Marco.
-Bien, dime, ¿cómo comenzó todo?
- ¿Recuerdas la lencería roja que compré?
- ¿La que aseguraste que no era para él? -inquirió, mordiendo nuevamente el chocolate.
-La misma-afirmó-lo recibí así.
-Ah, querías comenzar con todo-Giulietta hablaba mientras su mirada quedaba trabada en él.
-No creía poder esperar más de lo que ya lo había hecho. El tiempo no se me pasaba más-cuando Santino le había explicado el plan tan meticulosamente planeado y cronometrado que había que llevar a cabo, ella creía que se terminaría rápido el tiempo...no fue así. La espera había parecido eterna.
- ¿Cuánto fue?
- ¿Me crees si te digo que me dejó dormir recién a las cinco? -Miranda se atragantó con el chocolate.
- ¿Desde las ocho de ayer? -Giulietta sonrió, se mordió el labio y asintió. Luego, se cubrió el rostro con las manos- ¿Cuántos?
-Como...-se descubrió el rostro mientras contestaba-no lo sé, perdí la cuenta luego del cuarto-Miranda se rio.
- ¡Oh, estoy tan feliz por ustedes! ¡Por fin! -Giulietta también se rio.
- ¿Tienes idea de lo que me está pasando ahora? -preguntó, inclinándose hacia adelante; en ese instante, Santino también estaba mirándola-quiero arrancarle la ropa a mordiscos, ¿entiendes lo que genera todo esto? -Miranda la miró, miró a Santino, miró a Marco y volvió hacia Giulietta-sé que ahora me entiendes-Miranda la entendía; desde que la incomodidad del sexo la había abandonado y las hormonas molestaban constantemente, quería tener a Marco en todos lados...era hasta frustrante, lo que convertía al acto en una descarga incluso mejor. Era un pensamiento normal en su mente las manos de Marco tocándola. Cuando estaba en clase pensaba en él: en su cuerpo desnudo y en su sonrisa abierta y llamativa luego del acto; en lo rápido que volvía a buscarla, en lo mucho que le gustaba verlo simplemente con la sábana a la cintura, y en lo mucho que la atraía que él le dijera que le gustaba eso mismo: ella cubierta con la sábana, y el rostro cansado y juguetón, dispuesta a hacerlo otra vez. Y luego salía de clases, y ahí estaba Marco, buscándola, mirándola, robándole besos y suspiros. Ahora, Giuli estaba igual- ¿Te lo imaginas? Sería un espectáculo-Miranda se rio.
Tea apareció en el jardín y Giulietta suspiró.
-Las dejo solas-aseguró Miranda, levantándose. Tea se acercó.
-Tea-saludó. Su prima sonrió.
-Giuli, te ves...cansada-no quería hablar de eso con ella, después de todo, se sentía como si estuviera enterrándole en el rostro su situación; no lo veía justo.
-Gracias por lo de ayer, Tea-dijo, sonriendo-en serio.
-Santino te quiere a ti, Giuli, te mira como si le hubieras dado el fuego a los seres humanos.
-Realmente, Literatura te está pegando fuerte-su prima se rio.
-Sí-afirmó-me alegro que por fin tengas alguien que te valore, Giuli-la pelinegra la miró, curiosa-en esta familia prácticamente nadie te valoró, era lógico que te irías con cualquiera-ella enarcó una ceja-no, no, no quise decir que...eso que crees.
-Mi pregunta es qué quieres a cambio-Tea la miró con una ceja enarcada.
- ¿Qué?
-Entiendo que, tal vez, realmente lo hiciste por mí, y te estoy totalmente agradecida por lo que hiciste-que tampoco consideraba que había hecho mucho; los había distraído, y ni siquiera había sido del todo necesario, pero tampoco iban a inventar problemas simplemente para que su prima se sintiera participe-pero sé que buscas algo para sacar de esto.
-No se te puede mentir a ti.
-Por supuesto que no. Dime-dijo con un poco de cariño.
-Cuando...cuando estuviste en Milán, ¿te acostaste con alguno de sus amigos? -así que eso seguía rondándole en la cabeza desde que la habían ido a buscar al aeropuerto.
-No, simplemente besé a uno, ¿por qué?
-Quiero que me enseñes, Giuli-la pelinegra frunció el entrecejo, curiosa.
- ¿Que te enseñe qué?
-A seducir-Giulietta cerró de golpe la boca, sorprendida.
- ¿Qué quieres que te enseñe? Eso lo aprendes sobre la marcha, ves con qué cosas te sientes cómoda, qué cosas no.
- ¿Como tu en el bar? -Giulietta volvió a fruncir el entrecejo.
- ¿Qué bar?
-Cuando salieron con Miranda, y ellos...Cameron y yo fuimos-Giulietta recordó de qué le hablaba.
- ¿Ustedes son masoquistas o qué?
-No pensé que tú harías eso con él. Pero supuse que era cuestión de tiempo hasta que él quisiera estar contigo.
-Tea, puedo ayudarte, sí. No soy una experta, hago lo que me sale en el momento, y me sale bien porque estoy cómoda haciendo eso y no otras cosas, pero sí. Está bien-su prima sonrió- ¿puedo preguntarte algo?
-Por supuesto.
-No es una pregunta en realidad; eres virgen-aseguró. Su prima se ruborizó.
-He...
-Hecho cosas, pero nada terminado-volvió a asegurar. Tea asintió y tragó saliva. Giulietta sonrió de costado y le apoyó la mano en el brazo-no es un crimen ser virgen a los dieciocho, Tea. Nadie te corre, nadie te obliga, es a tu tiempo, con quien tu quieras y porque tu quieres-su prima asintió.
-Es que, los amigos...
- ¿Le tienes ganas a uno del Grupo? -su prima asintió nuevamente-déjame adivinar, ¿Ottavio?
-Valentino-esa era una sorpresa bonita, porque, por primera vez, el baby, como lo denominaban sus amigos, tenía alguien que pensaba en él con lascivia.
-Valentino es un amor-aseguró, sonriente-inténtalo, pero lejos de tus padres. A mi ya no me interesa, pero a ti sí.
-Eran tu razón para quedarte, Giuli-ella asintió.
-Lo eran. Ahora tengo otra razón-dijo, mirando a Santino con fijeza-más centrada.

Jaque Mate [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora