.Capitolo Ventisei.

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Miranda era consciente de que el 23 de julio, el día de su cumpleaños, correría de un lado para otro. Primero que nada, debía ir corriendo al aeropuerto para buscar a su padre y a Coco; luego, debía ir hacia el salón para corroborar que todo estuviera en condiciones; seguido a eso, debía juntarse con Mia y Katrina para que la maquillaran ...por no mencionar que debía correr hacia el edificio de Nadia, bañarse, cambiarse, peinarse y no querer suicidarse en el proceso.
Marco, quien había sido el elegido para llevarla al aeropuerto a buscar a su padre dado que su madre se negó rotundamente a hacerlo, estaba parado a su lado, haciendo bromas, tratando de distenderla de lo movido que sería ese día.
-Estoy nerviosa-sentenció, mirando el cartel de arribos que colgaba del techo; el que venía desde Berlín aún no había aterrizado, pero estaba en horario.
- ¿Hace cuánto que no ves a tu padre, Miri?
-Seis meses...
- ¿Por qué estás nerviosa? ¿Crees que vendrá con tres ojos o algo así?
-No, por supuesto que no-contestó luego de haberse reído-pero Coco viene con ocho meses y medio de embarazo...no es propicio para que viaje estar embarazada.
-Definitivamente-Miranda analizó con mucho cuidado la vestimenta de Marco, intentando poder hacerlo como lo hacía él: no sabía exactamente si veía las combinaciones, las telas o la forma en que se le amoldaba al cuerpo, pero eso es en lo que se concentró ella. Vestía de gris y verde esmeralda. El jean en sus piernas era gris, sus zapatos eran grises, su camisa era gris y su sweater escote en uve, que resaltaba satánicamente los músculos de su espalda y sus brazos, era gris. Su tapado corto era lo que cortaba brutalmente lo monótono de sus prendas, porque era verde esmeralda.
- ¿Estás luciendo el color de Gio?
-Fue el primero que tomé en la mañana, lo juro-ella realmente no creía en esa defensa porque Marco no era descuidado con lo que vestía. Miranda le puso la mano en el brazo y toqueteó la tela. Desde que se habían besado ese día en su casa, la situación estaba algo tensa; Miranda no sabía si se debía a que ambos querían volver a hacerlo o, también, a que ella no quería una relación. Era complicada la situación. En conjunto con sus compañeras y amigas, había quien la entendía y le decía que estaba bien no estar lista para una relación y, por supuesto, estaban las que no entendían por qué no se lanzaba simplemente; Miranda lo había pensado seriamente, y no es que no estuviera lista para una relación, pero quería darse unos meses para estar sola, pensar en ella y hacer lo que una persona en pareja no debería poder hacer.
- ¿Qué tela es?
-Cashmere-nombró, mirándola intensamente a los ojos.
-Ciertamente estoy medianamente confundida, ¿sabes? ¿Qué telas usas?
-Cualquiera...no tengo preferencias.
-Yo sí tengo preferencias en las prendas masculinas.
-Tengo preferencias en las prendas femeninas, si es eso lo que te interesa-sentenció-El satén y el encaje, sobre todo-Miranda se pasó la lengua por los dientes delanteros, mirándolo, quejosa.
-Por supuesto que el encaje.
-De todas formas, en plena desesperación, ¿crees que realmente me importa de qué tela es la ropa que lleves puesta? -a Miranda no le pasó desapercibido que la convirtió en la protagonista de la oración.
-Realmente creo que no.
- ¿Sabes? Me gusta esta nueva Miranda...
- ¿Qué nueva Miranda?
-La contestona-Miranda se rio. Marco no había estado acostumbrado a que Miranda contestara mal antes los comentarios estúpidos, pero Kaz le decía que se parecía a su antigua amiga, que estaba sacándola a flote pese a que le costara.
-Miranda la contestona realmente necesitaba aparecer. Mi nonna me amaría por eso.
-Hay muy pocas formas de que alguien no te ame...considerando que es familiar tuyo, creo que la lista se acorta-Miranda sonrió.
-Estás diciéndome que me amas, ¿es eso? -Marco sonrió. No iba a negárselo, y el nombre de ella de la boca de otra persona lo salvó de tener que hacerlo. Miranda se volteó, miró en la distancia, sonrió abiertamente y salió corriendo hacia un hombre en un traje color crema. Marco, lo primero que notó, por supuesto, es que el traje no era de firma, pero estaba hecho a medida por un sastre, era muy costoso y de buena tela. Santino, Gio y Pietro lo amarían. La abrazó con tanto cariño que Marco no podía estar más contento con saber que ella tenía a quien la amara incondicionalmente mientras cumplía el rol paternal. Mientras Miranda tocaba la insipiente panza embarazada de la mujer castaña que sonreía contenta de verla, el padre lo miró con cuidado.
- ¿Y este quién es? Pensé que venías con Cameron...-Marco la miró, y ella negó, diciéndole que no se lo había dicho.
-Cameron y yo terminamos, papá-la expresión de felicidad de su padre fue sublime y Marco sintió una sacudida de placer en el cuerpo.
- ¡Por fin! ¿Tienes algo que ver con el desastre empresarial? -Marco prestó más atención de la que era capaz de procesar.
-Puede que sí...no lo sé-sentenció, encogiéndose de hombros.
-Entonces, ¿tú eres el nuevo novio?
-Sólo Marco-dijo, aceptando la mano que le tendía.
- ¿Por qué supones que es mi nuevo novio sólo porque me acompañó hasta aquí?
-No lo sé, ciertamente. Creo que Cameron fue tu primer novio, ¿verdad? -dijo, mirándola, confundido. Miranda asintió.
-Si, y Marco no es mi novio, de todas formas-Marco miró hacia el piso mientras se cruzaba de brazos, volvió a mirarla y Coco le susurró:
-Es lindo, me gusta-Miranda le sonrió y asintió.
- ¿Marco qué? ¿No tienes apellido? -Miranda le palmeó el brazo, pidiéndole que calme el tono.
-Marco Di Paolo-su padre alternó la vista entre él y Miranda. Por supuesto, Marco no era ningún idiota y notó particularmente ese intercambio de miradas.
-Tendríamos que irnos...tengo mucho que hacer. ¿Dónde estás quedándote, papá?
-En el Hotel Monteferrato-Marco, por supuesto, tuvo una sensación de orgullo y regocijo; era, del repertorio de hoteles Mastroianni desperdigados por Latino América, el favorito de Giorgio y Ottavio.
-Perfecto...te llevaremos.
- ¿Seguro? -preguntó hacia Marco.
-Por supuesto, señor. De hecho, vine sabiéndolo-dijo, con esa sonrisa compradora que Miranda había aprendido a adorar. Miranda ayudó a Coco con su maleta y la puso sobre el carro que sostenía el resto del equipaje; ciertamente, a Miranda le parecía poco.
- ¿Cuánto tiempo se quedan?
-Tres días, no más. Tenemos que ver la parcela del edificio en Manhattan-ciertamente, Miranda sabía que su padre y Coco se habían conocido en el trabajo; ambos eran colegas y trabajaban en el mismo equipo de marketing y construcción. Era una bonita historia.
-Perfecto, entonces-cuando su padre vio el Camaro negro estacionado y a Marco acercándose hacia él, miró hacia Miranda- ¿es suyo? -Miranda asintió, no muy segura de si su tono era bueno o no- ¡por fin uno con buen gusto! -su hija se rio-Cameron era un desastre eligiendo autos.
-Déjala en paz-dijo Coco, divertida, sosteniéndose la barriga.
- ¿Te sientes bien?
-Estoy bien...
- ¿Te parece bien viajar ahora? Digo, tres días para Manhattan y el bebé se suponía que iba a nacer este mes...
-Él va, yo no. Yo me quedaré en el hotel y, bueno, luego veré qué hacemos.
-No tengo que aclararte que estás embarazada...no creo que puedan simplemente decidir qué hacer luego.
-Miri, tranquila. El bebé estará bien, todo estará bien. ¿Tú estás bien? ¿Por qué terminaste con Cameron? -Miranda miró a Marco, que estaba muy tranquilamente hablando con su padre y luego se volteó a ver a Coco- ¿terminaste por él? -preguntó, señalándolo.
-No. De hecho, creo que terminarás enterándote tarde o temprano.

Jaque Mate [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora