Mucho antes de decidir que iba a dejar de fingir estar dormido, ignorar el hecho de que Miranda estaba en su cama prácticamente desnuda, pegada a su espalda, tocándole el estómago sobre la remera del pijama, e iba a abrir los ojos, Marco notó la mano saliendo de donde estaba, apoyándose en su brazo y zamarreándolo para despertarlo.
- ¡Apágalo, por favor! -tomó el celular y atendió. Era Gio, por supuesto.
-Explícame por qué sentí esa extraña sensación matutina, por favor-era claro que no se refería a la motivación matinal usual, sino que, en esta ocasión, realmente había algo que trastocaba a Marco a tal nivel que Gio lo había sentido diferente.
-Espera un segundo. Te llamaré en un minuto-cortó, tomó una sudadera, se puso la capucha sobre la cabeza y salió de la habitación. Ignoró a todos los familiares con los que se encontró y salió de la casa; se apoyó en la pared y lo llamó de nuevo.
-Ahora sí, contéstame. ¿Con quién te acostaste?
-Con nadie, pesado.
- ¡Oh, pesado! -dijo, burlón-ahora, en serio, explícame qué está pasando-y Marco le contó, a grandes rasgos qué había pasado. Desde la llegada al club, la búsqueda intensa, el beso forzado con las chicas celebrando, y todo el resto, sin muchos detalles-entonces... ¡eso es un gran avance!
-Realmente tenía que ser honesto con ella, sólo eso.
-Me gustó que no sucumbieras a la desesperación.
-Vitto aún estaría disparándome si lo hubiera hecho.
-Por supuesto que lo haría-Gio no usaba su habitual tono divertido y engreído y Marco preguntó:
- ¿Qué tienes?
-Podrá sonar extraño, Marco, pero...extraño a Natalia-Marco se chocó contra un árbol.
- ¿De qué demonios estás hablando?
-No a ella, extraño...las cosas que hacía.
-Ahora estás hablando con más sentido.
-No hablo de en una cama, imbécil-Marco sonrió-la extraño.
-Hablarle no es una opción.
-Ni siquiera lo pensé-luego suspiró-ayer la vi con este chico...recuerdas de cuál te hablo. El de la lengua-Marco recordaba puntualmente esa ocasión: él estaba mirando a Valeria en la distancia, molesto porque coqueteaba con un chico mayor, y Gio le había tocado el brazo.
- ¿Estás bien?
-Si, estoy bien-la conversación había variado y cambiado totalmente de matiz cuando un chico al que no conocían se les había acercado.
- ¿Eres Giovanni?
-Hay muchos Giovanni en la escuela, pero sí, soy uno de ellos. ¿En qué puedo ayudarte?
-Quería agradecerte por dejar a Natalia-la tensión en Gio había sido tan fuerte que Marco se había tensado también; se había cruzado de brazos y había mirado a su primo, esperando a ver cómo contestaba al chico extraño.
-Pues de nada. Espero que disfruten su tiempo juntos-el comentario que siguió, el que para Marco no tenía sentido y que por eso habían deducido que Natalia lo había enviado para darle celos, fue el que descolocó a Gio.
-Tiene una bonita lengua, ¿no crees? -Gio lo había mirado a los ojos y Marco abrió levemente los suyos, enviándole un poco de autocontrol.
-No quieres que te cuente dónde estuvo-fue su respuesta. El muchacho parecía sorprendido por la respuesta, pero no había comentado nada más antes de alejarse. Gio había luchado internamente para no estamparle el puño en el rostro y Marco agradeció que no dejara que eso lo llevara nuevamente a la oficina del director.
Gio carraspeó en el presente, pidiéndole que le preste atención.
-Ese mismo-dijo, sabiendo que Marco había recordado ese momento-créeme que quería matarlo.
-Te creo; noto eso.
-Tendría que dejarte, tengo un almuerzo.
- ¡Suena divertido! -dijo irónicamente.
-No te burles, son más aburridos desde que ustedes no están.
-Llamen hoy en la tarde, hablaré con Santino.
- ¿Por qué tenemos que llamar nosotros?
-Nosotros definitivamente estaremos en casa, son ustedes los que están en otro lugar.
-Cierto-concedió-bien, te llamaré luego.
Marco cortó la llamada y escaló levemente las ramas más bajas del árbol que su madre había dicho que era en su honor, en frente del árbol de Santino y alejado del de los gemelos. Su hermano no tardó en aparecer, con una taza de café en cada mano. Le tendió una a él, que fue gratamente recibida, y se sentó a su lado.
-La paciencia rinde frutos, hermano-dijo, sonriendo, luego tomó un sorbo del café y lo miró.
- ¿Te imaginas que yo no hubiera visto el beneficio de ser paciente con Miranda? -lo bueno de Marco era que admitía sus falencias, era concreto en eso. Sabía lo que hacía mal; lo que no quitaba que siguiera haciéndolo. Santino tomó otro sorbo.
-Lo habrías visto de todas maneras. Eres ventajoso, no imbécil.-----------------------------------------
Miranda se paseó las manos por el cabello y el rostro. El punzante dolor en su cabeza le recordó que había abusado del alcohol y que, pese a sus intentos, no gozaba de recuerdos a los que aferrarse para construir los hechos de la noche anterior; eso fue, en parte, la razón por la que se despertó preocupada. De hecho, fue una situación extraña: se despertó con rapidez pensando que estaba en su cama, en su casa, y que en cualquier momento su madre aparecería y tendría que discutir con ella sobre su "alcoholismo recién descubierto" o alguna idiotez de ese calibre, y notó que no estaba ni es su cama ni en su casa, sino en la de Marco, y la reconoció por la puerta de opaco cristal con su nombre escrito en rojo en la misma delicada letra que tenía el brazalete. Se levantó y tuvo nuevamente un descubrimiento sorpresivo: estaba en ropa interior. No sentía nada distinto, así que supo que no había pasado nada. No creía que Marco fuera capaz de hacerle eso sabiendo que no estaba presente en el acto, así que eso no fue exactamente un gran problema para ella. Tomó la camisa púrpura en donde había apoyado los pies al bajarlos de la cama, dado que estaba en el piso y la miró, preguntándose qué demonios hacía la camisa en el piso. Tuvo pequeños estallidos en la cabeza, recordándole cosas varias. Una despedida de solteras, las manos de Marco sobre su piel...eran recuerdos que no concordaban con lo que ella había esperado de esa noche pero que no la fastidiaban para nada. Se cubrió con la tela y la cerró, se metió en el baño y, en cuanto tocó la madera del piso se preguntó cómo haría ahora para adecentarse: no tenía su cepillo de dientes, no podía llegar a su casa así y la luz la molestaba. Su madre iba a matarla, y no porque hubiera bebido de más, sino porque estaba en la cama de Marco...luego se calmó y se miró en el espejo, evitando fijarse en su cuerpo desnudo, y se mojó el rostro y la nuca. No tenía por qué saberlo. Ella hablaba coherentemente y no tenía tatuajes no permitidos. Básicamente, no era nada distinto a las salidas a fiestas que Miranda había hecho a los quince.
Marco se aclaró la garganta, mientras la miraba cuidadosamente desde la puerta.
-Buenos días-Miranda buscó a tientas algo para cubrirse y Marco se volteó para no incomodarla-lo siento. No quería incomodarte. Te dejé aspirinas, antiácidos, agua y antiinflamatorio en la mesada de luz... ¡oh, y una barra de granola!
-Gracias-dijo- ¿podrías...traerme mi ropa? -Marco asintió y obedeció. Miranda la recibió con la puerta cerrada, negada a que la viera semidesnuda y se cambió rápidamente- ¿para qué el antiinflamatorio?
-Un médico amigo de nuestros padres nos dijo que era una forma más eficiente de evitar el dolor de cabeza-Miranda había comenzado a notar que "nuestros padres" se refería a los hombres del Grupo Emperador anterior, no incluía madres.
-Marco, ¿me dirías qué hice anoche?
- ¿Qué recuerdas? -preguntó, sopesando qué podía decirle y qué prefería que no supiera.
-No mucho...recuerdo la despedida de solteras, pero porque no había bebido mucho todavía. Recuerdo...a nosotros. Nos recuerdo a nosotros-Marco enarcó las cejas un poco, pero no mostró más reacción que esa- ¿qué hicimos anoche?
- ¿Sientes algo extraño en el cuerpo?
-No.
-No hicimos nada, Miri, tranquila. Sigues siendo virgen, como siempre-ella suspiró.
-No estaba del todo borracha cuando te besé.
-Me gusta que, por lo menos, no me mientas.
- ¿Por qué te mentiría?
-Me ha pasado que han excusado sus acciones diciéndome que estaban borrachos.Todo porque no querían dar la cara-Miranda se sentó más cerca de él y dobló las piernas como un indio.
-Yo doy la cara por mis acciones, Marco. Me gustas, te lo dije.
-Miranda, por favor, no me digas cosas así.
-Lo siento. Sé que querías que fuera honesta.
-Lo único que quiero es que no me beses hasta que no estés lista para una relación. Por mi propio bien-Miranda sonrió levemente y asintió.
-Trato-su celular vibró en la mesita de luz y la pantalla le mostraba que su madre estaba llamándola.
-Estaré afuera-Miranda tomó el teléfono y contestó.
- ¿Dónde demonios estás?
-Hola para ti también. Estoy en casa de Santino, necesitaba mi ayuda con algo. Salimos y me quedé a dormir aquí. Dormí con Brina, tranquila-mentirle le sabía familiar en la lengua y no le molestaba, que era lo que más le dolía. A su vez, usaba ese dolor como estimulante. Si su madre quería actuar así, no era su culpa.
- ¿Cuándo piensas volver?
-No pienso quedarme a almorzar, así que supongo que en un rato.
- ¿Puedes avisarme cuando estés volviendo?
-Por supuesto. Nos vemos-su madre había evitado particularmente hablarle o darle órdenes desde que Miranda le había demostrado que ya no le importaba.
-Adiós-y le cortó.-------------------------------------------
¡Hola!
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Jaque Mate [Completa]
RomanceMiranda comienza otro año escolar. Todo es normal, excepto los nuevos estudiantes. Su novio los detesta, y el mundo parece detenido por los europeos recién llegados. Por su parte, su padre tomó la decisión de escaparle a los recuerdos dolorosos qu...