.Capitolo Nove.

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Miranda se despertó el domingo en la mañana con los golpes en la puerta. Casi no había dormido ayer y eso no contribuía precisamente a ponerla de buen humor: Cameron del otro lado del pasillo tampoco ayudaba y los dolores menstruales hacían lo suyo por no colaborar.
- Ciao, bebé! -dijo Marco, intercalando italiano y español.
-Te ves terrible-comentó Santino, entrando en la habitación, despacio- ¿te sientes bien?
-Estoy bien, me tomé un ibuprofeno, así que ya estoy bien. Lo único que necesito ahora...es hacer algo-se sentó en la mesita y comenzó la labor de ponerse los lentes de contacto. Marco la miraba, horrorizado porque tenía que meterse el dedo en el ojo.
-Que justo cae todo-comentó Marco, chocando sus dos manos una vez, evitando la imagen que le daba dolor de córnea-hoy toca cabalgata.
- ¿Qué? -preguntó Miranda, perdida momentáneamente de, incluso, dónde estaba.
-La mejor forma de conocer una bodega es a caballo. Es la experiencia completa.
- ¿Qué vamos a hacer hoy en la bodega? Aparte de la cabalgata.
-Vamos a recolectar uvas, así que lleva algo elástico y no molesto-Miranda, en ese momento, notó que ambos tenían ropa cómoda; elegante, pero cómoda.
-No dejan las camisas ni aunque alguien les pague-Santino sonrió-de todas formas, jamás me he subido a un caballo.
-Podrías subir conmigo-comentó Marco. Lo paradójico del asunto es que no arrojó el comentario pensando en nada sexual, lo hizo simplemente con la intención de sacarle de encima algo de presión o molestia.
-Si voy a subir con alguien, ese alguien definitivamente es Santino-el susodicho se dejó caer en la cama y sonrió.
- ¿Yo qué hice? -preguntó Marco, divertido.
-Nada, pero contigo todo tiene una inclinación sexual.
-Me considero inocente de todas las acusaciones.
-Lo interesante es que eres el único que te considera inocente-dijo Santino, divertido. Marco fingió reírse y se dispuso a salir.
-Te espero afuera.
-Eso me recuerda a la vez que te caíste del caballo-eso hizo que Marco se volteara, divertido.
- ¿La vez que Gio me empujó del caballo?
-Merecías que te arrojara del caballo-sentenció Santino.
- ¿Quién merece que lo arrojen de un caballo?
-Tu-dijo, levantándose de la cama para seguir a su hermano hacia afuera-en ese mismo momento-cerró la puerta detrás de él luego de guiñarle un ojo a Miranda.

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Marco se apoyó contra la pared del establo a las nueve y treinta y dos de la mañana, con Santino y Miranda a su lado. Se negaba a dirigirle la mirada porque había acatado tanto sus indicaciones que la ropa, a Marco, le causaba migraña por lo ajustada. Lo que sí hizo y con mucho esfuerzo, fue escoger una blusa que fuera atrás suficientemente larga como para cubrirle el trasero, y eso, él lo agradeció infinitamente.
Recibió con ahínco una hermosa yegua de color crema y se subió haciendo uso de todo su talento con los caballos... se daba cuenta que lo hacía para impresionar a la castaña que lo miraba. Santino se subió en un macho negro, hermoso y gigante. Miranda seguía quieta en el suelo, contenta de no tener el trasero apoyado en un animal tan gigante como un caballo.
-Miri, ¿planeas subirte en algún momento? -preguntó, apoyando los brazos en la parte delantera de la montura. Miranda se acercó y acarició al caballo.
-Es hermosa-comentó. La yegua acercó su hocico hacia el rostro de Miranda y esta se rio levemente. Marco miró a Santino, quien lo observaba, divertido y astuto.
-Miri-llamó Santino- ¿subes conmigo o quieres tú caballo?
Vitto se acercó encima de otro aballo, un macho color marrón.
-Miri-llamó, divertido- ¿vas a subirte?
-Estoy decidiéndome-comentó divertida-okey, mentí-dijo, fingiendo vergüenza. Santino había visto fotografías de ella cabalgando, sabía que había mentido. Lo cierto es que se había subido a caballos antes, una o dos veces y le gustaba montar, la verdad. Le trajeron una yegua, una hermosa yegua blanca. Tomó las riendas y acercó el rostro del animal al suyo. Le dio un beso en el hocico y la acarició.
- ¿Estás de acuerdo conmigo, chica? -sorprendentemente, el caballo se puso de costado, como si estuviera invitándola a subirse en ella. Así lo hizo y miro a los dos hermanos- ¿vamos?
Luego de dos horas de ver a Miranda moverse en caballo alrededor de la bodega, que el corazón se le aceleraba por su sonrisa, que la respiración le fallara por ver su cabello al viento y las piernas fueran gelatina cada vez que lo miraba sobre su hombro con esos ojos azul verdoso, Marco comprendió que estaba enamorado.
Hasta el fondo.

Jaque Mate [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora