.Capitolo Due.

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Miranda se dejó caer en el asiento al lado de Santino y suspiró, mezclando el cansancio con la molestia. Plena clase de política mal gastada en un debate incesante sobre el color de la sudadera del año siguiente, en la que ni ella ni él estaban hablando.
- ¿Todo bien con el imbécil de Cameron? -preguntó Santino, ignorando los gritos quejosos de una de sus compañeras en la fila de al lado.
-Es un imbécil-él sonrió.
-Mi pregunta escondida fue qué hizo.
-Primero que nada, íbamos a salir la semana pasada, me canceló al último minuto. Dijo que su padre lo necesitaba; luego no me contesta ni los mensajes ni el teléfono. Y, para colmo, ayer me iba a ir con él y se fue sin avisarme.
- ¿Por qué sigues con él, Miri?
-Es más difícil de lo que parece, dejarlo. Sé que lo que hace está mal, sé que si realmente me...si realmente me amara no haría estas cosas, pero...cuando estoy con él, de alguna manera se las apaña para que me olvide de lo que hizo.
-No tendría problema en recordártelo la próxima vez-ella se pasó las manos por el rostro. Sentía el picor en donde Cameron la tocaba, sentía el revoltijo en el estómago cada vez que lo veía, pero lo sentía...apaciguado.
-No me van a durar las ganas de seguir intentándolo si él sigue rehuyéndome, pero esto es muy reciente...no supe cómo reaccionar.
-Si tengo que ser honesto, y sé que quieres que lo sea-Miranda asintió, dispuesta a oírlo-tu madre tampoco te ayuda-Miranda suspiró porque tenía razón. Su parte racional y rebelde lo notaba-sigue moviéndote para estar con Cameron y no para de justificarlo o de darle entradas a tu vida.
-Lo sé...lo sé.
-Miri, está molesto y está celoso; si te prohíbe ver gente solo por su propia inseguridad, entonces... ¿de qué sirve?
-Sigo siendo tu amiga, ¿verdad?
-Eso no es determinante-Miranda se rio por su florido vocabulario y le corrió el rostro, de forma juguetona.
-Es determinante para mí. Es importante seguir estando contigo-Santino sonrió y le dio un beso en cada mejilla.
- ¿Qué pasa con Kaz? ¿Por qué jamás te molestó por estar con él?
-Supongo que jamás fue una amenaza para él-Santino no lo puso en palabras, pero le divertía que Bitalli lo viera a él, justamente a él, como una amenaza.
- ¡No te vi ayer, rubio! -comentó Tea, sentándose e ignorando rotundamente a Miranda en el proceso.
- ¡Tea, hola! -dijo Santino fingiendo que no sentía desgano al verla. No le agradaba la forma en que Tea ignoraba a Miranda, siendo que luego se quejaba con ella por tener otras personas con quien pasar los recesos de clases-no, no fui.
-Llegaste tarde, Tea, ¿por qué? -inquirió Miranda, curiosa. Tea la miró y contestó:
-Me desperté recién-luego, se volvió a Santino-no te sentías bien, me dijeron-Santino frunció el rostro.
-No sé quién te lo avisó, pero me alarma lo bien informada que estás-Tea se rio. Santino miró a Miranda por el rabillo del ojo y ella se rio disimuladamente ante lo que él le quiso decir...o lo que ella creía que él quería decir.
- ¿Qué pasó con Cam? Estaba enojado hoy a la mañana.
- ¿Él estaba enojado? Yo debería estar enojada.
-Pregunté qué pasó. Me llevó a casa, y luego volvió por ti...o eso dijo que hizo-Miranda la miró. Podía ser que ese fuera el caso, pero la situación era que él no la había llamado; si la estaba buscando, la habría llamado, o contestado las de ella. Santino entreabrió la boca, deduciendo algo que Miranda no había entendido.
- ¿En serio? -preguntó Santino y se apoyó en el banco, estirándose hacia ella-cuéntame.
-No sé qué quieres que te cuente; me llevó a mi casa, dijo que iba a volver contigo-dijo, señalando a Miranda-para llevarte a tu casa, que se quedaría contigo y yo me quedé dormida, así que lo vi hoy en la mañana, enojado-Santino sonrió con satisfacción, como si eso hubiera sido exactamente lo que él estaba esperando que dijera.
-Eso es excelente, Tea. Gracias.
- ¡Señor Di Paolo, siéntese bien!
-Lo siento, señor-dijo, estirándose en el asiento, bajo la atenta mirada de todos los alumnos. Apoyó el brazo en el respaldo de la silla de Miranda y sonrió con pereza-siga con la clase, por favor.

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Santino vio cómo Miranda se dejaba caer en el asiento de la cafetería delante de él, enojada. Odiaba verla enojada. Recordaba en el verano que ella había ido un día a su casa y se había quedado durante la noche. Marco había salido al jardín para un chapuzón nocturno y Miranda lo había visto.
- ¿Vas a meterte en la piscina a esta hora?
- ¿Por qué no? -se había quitado la remera, y Santino se había movido, aprovechando completamente el escondite y la visión privilegiada que generaban los arbustos, había desarrollado toda una estrategia veloz, la había llevado a cabo y había logrado empujar a su hermano al agua; por supuesto, con su omnipresente remera manga tres cuartos. Si no era camisa, tenía que cubrirse los brazos de todas maneras. Miranda se había reído mucho esa noche. El problema fue al otro día, cuando Cameron la llamó preguntándole dónde estaba. Ella había estado tan enojada que le había cortado la llamada en el medio de la conversación.
Llevaba sentándose con ellos desde mitades del año anterior, cuando habían definido que esa mesa era suya, lo que tampoco era de agrado de Cameron.
- ¡Nunca he conocido a alguien tan cortante en mi maldita existencia! -su hermana, Brina, le tendió un pedazo de pan y Santino lo tomó gustoso.
-Miri, si Cameron te hace tan mal, ¿por qué no le cortas?
-Porque...no lo sé. Costumbre, ¿tal vez? -Brina se rio brevemente, como si el comentario la hubiera entretenido. Miranda observó algo detrás de Santino y lo llamó. Él miró a su hermano parado detrás del cristal, con el celular al oído, y una expresión preocupada en el rostro.
-Es Gio-sentenció- ¿cuánto apostamos? -se levantó y fue con él.
- ¡Gio, maldita sea! -dijo, en italiano. Cortó y volvió a llamar. Esperó, tamborileando los dedos en la pared, volvió a cortar y volvió a llamar.
-Marco... ¡Marco! -llamó Santino. Su hermano cortó la llamada y se pasó las manos por el rostro, sintiéndose plenamente frustrado- ¿Qué tiene Gio?
-Si supiera no tendría que llamarlo. ¡Treinta y tres veces lo llamé!
-Cálmate, estoy seguro de que no es nada...
-No lo entiendes, Santino...está tenso, está triste, está mal...
-Marco, cálmate. Estoy seguro que lo sabremos en los próximos dos minutos. Alguien nos dirá, tranquilo-Marco suspiró, se frotó las sienes y luego, hizo un ademán de entrar en la cafetería. Santino asintió y lo siguió.
- ¿De qué hablan mis chicos? -preguntó con desgano, sentándose al lado de Santino. Al principio había sido extraño tenerlo sentado a su lado, porque Marco siempre tenía su lado derecho reservado para su primo.
-De que Cameron es un idiota-Santino estiró a Marco y le susurró al oído algo que ninguno de la mesa logró escuchar, pero lo hizo tensar la mandíbula y asentir. Ambos tomaron su teléfono cuando vibró, presionaron el botón, que reconoció las rayas características de cada uno de sus dedos, presionaron un ícono y se rieron ante lo que les mostraba la pantalla encendida.
- ¿Qué? -preguntó Brina.
-Ottavio es un imbécil-comentó Santino en italiano. Miranda sonrió, entendiendo a medias lo que decía. Ambos teclearon algo para responder el mensaje y Marco le mostró algo a Santino, causando que este se riera.
- ¿Siempre eran así? -le preguntó Miranda a Fabrizio y Brina.
-Era más divertido porque los veías interactuar-comentó Fabrizio, fascinado por el que Miranda había aprendido a denominar "el Grupo Emperador" -todo eso quedó en Milán.
Marco se puso serio, al igual que Santino. El mayor de los Di Paolo hizo la típica expresión de "me lo veía venir" y Santino lo miró.
-Así que esto te pasó-sentenció Marco, frotándose las sienes; algo que, Miranda había aprendido, lo hacía para sacarse la frustración.
-Ya me lo esperaba-comentó Santino.
-Era cuestión de tiempo.
-Tendría que haberlo cortado hace tiempo.
- ¿Qué pasó?
-Nada preocupante, una tontería-dijo Marco, guardando el celular.
- ¿Gio cortó con Natalia de nuevo? -sus dos hermanos miraron a Fabrizio, quien había hablado. Giovanni llevaba saliendo con Natalia desde hacía tres años, que no contaban como tres años porque, dado que ella solía ser bastante histérica y él no lo toleraba, en realidad, salían dos meses, cortaban, volvían, salían otros tres meses, cortaban, y así sucesivamente. Curiosamente, siempre volvían luego de que Gio ganaba una apuesta. Ella estaba enloquecida con él y enloquecida por su frialdad, lo que había molestado abiertamente a sus amigos porque él siempre volvía, solo para quejarse de sus gritos constantes, a las siete de la mañana, todos los días en la escuela. Gio la había amado al principio, tanto que sus amigos creían que hasta lo consumía, lo que había conseguido que los negocios que los habían unido no parecieran negocios, pero todo terminaba para Gio en el momento en que el engaño se hacía presente. Habían salido dos años, ella lo había engañado, él la había alejado totalmente de su radar y luego, por necesidad familiar, había vuelto con ella. Ahora que se veía en la facilidad de cerrar el trato con la familia de ella y no la necesitaba, tenía permiso paterno para dejarla, y lo había hecho...a tiempo para enterarse de que lo había engañado de nuevo. La chica era tan tonta en el sentido de los negocios que, cuando se quejara con su padre, él, lo máximo que podía decirle era: "Lo engañaste, Natalia, ¿qué esperas?". La familia de Natalia Petrucci se concentraba en el petróleo y la energía, y todos los miembros del Grupo Emperador, que ahora eran padres, habían aprovechado las ganas irrefrenables del patriarca de la familia de pertenecer a su grupo, para ganar dinero. Habían hecho un trato multimillonario, y Gio había conseguido quien le calmara la excitación durante un tiempo.
- ¿Y tú cómo sabes eso?
-Dijeron "cortado hace tiempo". El único de su grupo en una relación es Gio-dijo, como si fuera tonto preguntarle cómo lo había deducido-Es la segunda vez que salen y ella ya lo engañó una vez, era cuestión de tiempo hasta que lo hiciera de nuevo.
-La primera vez que lo engañó, el chico...
-El chico nada-interrumpió Marco.
-Pero...
-Nada, Brina-sentenció Santino, dando por zanjado el asunto.

Jaque Mate [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora