.Capitolo Diciannove.

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Miranda, luego de haber repasado toda la semana pasada con Marco para Física, logró aprobar un examen, y eso la ponía contenta. Por otro lado, el rostro de Santino, le quitaba la felicidad.
- ¿Qué tienes? -preguntó en el segundo y último receso.
-Estoy preocupado-Miranda lo observó con cuidado.
- ¿Qué tienes? -repitió.
- ¿Qué hora es?
-Las once y cincuenta y tres...Santino, me estás poniendo de los nervios, ¿qué tienes?
- ¿Cuántas veces suelo orinar durante el día? -Miranda lo miró, sorprendida por la pregunta.
- ¡Oh, espera que saco la libreta donde lo tengo anotado! ¿Qué sé yo?
-En promedio, no hace falta ser específica.
-No lo sé...unas cuatro o cinco, tal vez seis.
-Fui al baño doce veces solo esta mañana-Miranda enarcó las cejas y luego las frunció.
- ¿Cómo dices?
-Sólo en esta mañana. Estuve así toda la semana pasada.
-Santino, ¿fuiste al doctor? -luego se auto contestó-no me digas nada, por supuesto que fuiste al doctor. ¿Qué estudios te hiciste?
-Me hice un análisis de sangre y una resonancia magnética.
- ¿Para qué una resonancia sólo por ir al baño más de lo usual?
-Sospechas médicas, honestamente no lo sé.
- ¿Qué crees?
-Bueno, el único registro que tengo de algo así es diabetes-Miranda lo miró y se apoyó en la pared.
- ¿Qué tipo de diabetes?
-Uno.
-No está tan mal.
- ¿No está tan mal? -repitió, incrédulo-tienes que estar bromeando.
-Tienes que hacer ejercicio y te gusta hacer ejercicio.
-Y tengo que vivir pinchándome el dedo.
-Santino, tranquilo. Espera a ver qué te dice el médico.
Marco se acercó hacia ellos al verlos y Miranda, dando saltitos con el examen en la mano, se plantó delante de él. Se lo puso delante de la cara y él le tomó la mano, alejándolo de su rostro.
- ¡Bien, bebé! -dijo, abrazándola. Santino le sonrió, divertido y Marco hizo una mueca, fingiendo molestia ante la expresión. Con ella abrazándolo, realmente no es como si le importaran las bromas-no te quites mérito, ¿entendiste? Hiciste bien los ejercicios.
No era un diez, pero Miranda estaba contenta con su ocho con cincuenta centésimas.
- ¡Claro que sí! -hizo una mueca, entendiendo que estaba exagerando-me calmo. Estoy contenta.
Miró algo sobre el hombro de Marco y se tensó. Santino y su hermano siguieron la línea de su visión y vieron a Giuli, siendo seguida por un hombre desconocido. Miranda lo conocía, era el francés que su amiga había asegurado que era falso.
Giuli no le había dicho qué decía la carta que le había dado, pero no parecía contenta con lo que decía.
Santino dio un paso involuntario hacia ella y Marco lo imitó un segundo después. Miranda corrió hacia ella cuando el chico la apretó contra su pecho, mientras ella se quejaba.
- ¿Qué parte de "suéltame" es la que no entendiste? -logró quitárselo de encima y le dio un rodillazo en la entrepierna. Santino se llevó la mano a la boca, imitando un claro sonido de dolor. Marco, por su parte, cerró las piernas involuntariamente e hizo una mueca de dolor-y que sea la última vez que me tocas-estaba... ¿estaba hablando francés? Santino se lo tradujo cuando ella se lo pidió y se metió entre Giuli y el chico.
- ¿Qué está...?
-Nada, una molestia.

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Marco estaba frente a la computadora, siguiendo muy atentamente los números de la bodega número veintitrés de la lista de su familia y Santino se sentó delante de él.
-Santi, ¿qué tienes?
-Estás revisando mi trabajo, ¿qué crees?
-Están bien los números. Los contratos tienen firma y sello y definitivamente los vinos se venden. Haces un trabajo estupendo, lo que no entiendo es por qué me piden que lo vea-Santino se reclinó en el asiento.
-No puedes dirigir una bodega si no lees al menos los números.
-Lo dejaría todo en tus manos si pudiera, eres mil veces más capaz que yo-Santino sonrió.
-Marco, estoy preocupado.
-Si es por la cantidad de veces que fuiste al baño...
-Es que si...
-Ya empezaste de nuevo...-agregó, interrumpiéndolo- ¡Santino! No tienes nada, máximo lo que puedes tener es...
-Diabetes-Marco se quedó callado.
- ¿Qué?
-Tengo diabetes. Tengo que hacer una dieta; se supone que, con eso y la insulina, tendría que estar bárbaro.
- ¿Estás bien?
-Estoy bien.
- ¿Cómo te sientes? ¿Cuándo te enteraste?
-El médico llamó hace dos minutos; aparentemente, tengo diabetes.
- ¿Dónde está mamá?
-Está esperándome en el auto para ir a comprar todo...la insulina y esas cosas.
- ¿Quieres que vaya contigo?
-Me vendría bien tu apoyo, pero no. Con la vendimia a la vuelta de la esquina, hay que planificar todo. Papá cuenta con los dos para prepararlo, si no me tiene a mí por hoy, al menos te tiene a ti.
-Puedo dejar el negocio por dos horas para acompañarte.
-En serio, Marco, tranquilo-Marco se relajó en su mullida silla. "Relajó", por supuesto, era un término relativo dado que no era lo que realmente pasaba por su cuerpo.
-Está bien, cualquier cosa me avisas. ¿Papá volvió?
-Debería estar llegando en la próxima hora. Dejé el pan para tostar y el aceite con la sal en la mesada, hazlas en cuanto lo oigas entrar.
-Como siempre. Es casi un protocolo-Santino se rio.
-Es cierto. Bueno, nos vemos. Deséame suerte.
- ¡Suerte! -gritó cuando su hermano se alejó. Siguió bajando por los números hasta que se mareó.
La sucesión era total. Los números estaban tan pegados que parecía que estaban uno al lado del otro, encimándose unos sobre otros. Se fregó los ojos con el dorso de la mano y sintió llegar a Fabrizio.
-Hola, príncipe-dijo su hermano, por supuesto, hablando en italiano. A excepción de la presencia de Miranda, el resto de las situaciones dentro de la casa, ameritaban hablar en italiano.
-Tengo una pregunta para ti-dijo, instantáneamente.
-Pregunta-se descubrió los ojos y apoyó los brazos en la mesada.
- ¿Qué tienes con Dante?
-Marco, ya...
-Ya sé que ya me dijiste que no era asunto mío, pero se vuelve asunto mío cuando hablo más con mi primo que con mi hermano y no entiendo por qué se llevan tan mal.
-No hay nada que explicar. Yo no le desagrado y él no me desagrada, simplemente no es el tipo de persona con el que suelo congeniar, es todo.
-Una lástima que te creas que soy tan idiota como para creer que eso es todo lo que hay detrás de cada fotografía familiar que se negaron a tomarse porque estaba el otro. Está bien, no me cuentes si no quieres, pero lo averiguaré. La familia tiene que seguir unida, Fabri y no pueden simplemente decidir que no se quieren. Tiene que haber una razón detrás de eso, y que se pierdan cumpleaños familiares por la presencia del otro es simplemente molesto. Para todos.
-Dante y yo...simplemente no congeniamos, Marco. Es todo-su hermano lo miró.
-No quiero insistirte más de lo que debería, no quiero presionarte. Pero me preocupa la situación.
-Es por ustedes, Marco.

Jaque Mate [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora