Miranda estaba cansada. No llevaba ni un día en casa de su madre y ya estaba cansada de la presencia de Bianca pululando a su alrededor. Se terminó de quitar el sudor del partido recién jugado y se cubrió con la toalla. Salió contoneando las caderas por los pasillos de la que ya no consideraba totalmente su casa, bailando al ritmo de la música que salía de su teléfono celular.
Caminó hacia el borde de la habitación, buscó la ropa interior y la dejó sobre la cama. Se alejó hacia el otro lado, donde estaba la vitrina que su madre insistía en rellenar de cremas que Miranda no entendía para qué servían, y tomó la de vainilla, la única que le gustaba. Comenzó su lenta labor de ponerse la crema en las piernas, y luego en los brazos.
No podía quitarse de encima la sensación de estar oyendo voces, de estar siendo observada...se volteó tantas veces como la sensación se volvía incontrolable. Salió, observó detenidamente cada lugar de la parte de arriba de la casa, y, al no encontrar nada, decidió que simplemente estaba desvariando y volvió a meterse en la habitación. Marco llamaba mientras ella llegaba y tuvo que correr para contestarle.
-No toleras no hablar conmigo, aunque esté duchándome- trataba de que él no notara lo que estaba haciendo moviéndose con la menor cantidad de ruido posible. Se sentía impresionantemente íntimo oír su voz en el lugar donde estaba poniéndose la ropa interior, tanto que sentía ligera la entrepierna, algo que hacía rato no recordaba cómo se sentía.
-En tanto no esté invitado, no-comentó, divertido. Miranda respiró con pesadez. Era un vil seductor, y Miranda odiaba que tuvieran esa capacidad de calentar simplemente con tres palabras-hay muchas cosas más divertidas para compartir en una ducha que no incluyen charlas, ciertamente.
-Estoy segura que sí-respondió, divertida- ¿cómo te fue en el médico?
-Todos los estudios dieron bien, estoy perfecto. Fuerte como un toro.
-No puedo evitar pensar que lo dices pensando en el sexo, ¿me equivoco? -aún no deja de sorprenderla la facilidad con la que nombraba la palabra, siendo que siempre la tuvo vetada.
-Uno quiere ser inocente y no lo dejan-Miranda se rio.
-Nada en ti es inocente.
- ¿Qué estás insinuando?
-Que eres un sexópata.
-No soy un sexópata, ¡por favor! -dijo, fingiendo indignación-sólo tengo una ávida sexualidad.
-Mantenla atada conmigo, por favor.
-Por el momento.
- ¿Qué tienes hoy? Estás peor que usualmente-Santino tomó el celular y habló por él.
- ¿Miri? ¿eres tú?
-Si-respondió- ¿no viste el contacto?
-Marco tomó una de las pastillas para dormir...y lo dejan realmente atontado-Miranda se rio sin parar durante un largo rato.
- ¿Está drogado?
-Literalmente...
- ¡Devuélveme el teléfono, Santino!
- ¿No debería dormirlo?
-Lo atonta...y luego lo duerme, al cabo de unas largas horas. Estuve buscándolo por toda la casa durante dos horas-contestó.
- ¿Por qué las toma? Son las siete de la tarde.
-Mañana tenemos que preparar todo para la vendimia. Necesita estar descansado-el aparato se cayó al piso, y Miranda oyó mucho revuelo del otro lado. Al cabo de unos minutos, Santino volvió a tomar el teléfono, respirando con pesadez-listo, terminé.
- ¿Qué hiciste?
-Lo acosté en la cama. Está dormido como un bebé.
- ¿Babea?
-Espera que te envío una foto-dijo, y suspiró- ¿vendrás con nosotros a la bodega?
- ¿Para la vendimia? -por supuesto que Santino asintió, pero, antes de eso, Miranda se auto contestó: - por supuesto que sí. Me gustaría ir, tardaré en convencer a mi madre, pero lo intentaré.
-Nos gustaría que vengas. Serán tres días para ustedes...nosotros nos quedaremos dos semanas y media.
- ¡Eso es mucho tiempo!
-El avión está preparado para llevarnos en cuando nos vayamos-Miranda frunció el rostro, sin entender cómo Santino había dicho una oración con tan poco sentido. Luego notó que era porque la emoción no lo dejaba pensar antes de hablar-estamos en mayo, las uvas maduraron más tarde este año, ¡el maldito calentamiento global! nunca sabemos cómo va a reaccionar...pero, cualquiera de estas cosas es indistinta porque ¡sí, Miri! ¡Por fin los análisis químicos terminaron la cuenta recesiva! ¡Es otra vendimia! -Miranda sonrió, regocijándose de que Santino estuviera tan emocionado-estoy demasiado emocionado, lo siento. Estoy hablando al azar.
- ¿Qué pasó con la bodega a la que fuimos a principio de año?
-Esa no es nuestra. Es de la asociación, la nuestra está a cuatro horas de viaje en avión.
-Oh, ¡cierto! -recordó- ¿Marco va a llevar su auto?
-Por supuesto que no. Papá ya movió medio mundo para traerlo desde Milán hasta aquí, no va a también moverlo dentro del país. Que no moleste-Miranda se rio y se observó en el espejo mientras hablaba con él.
-Te dejo, tengo que cambiarme. ¡Espero la foto de Marco!
- ¿Qué foto de Marco? -preguntó, cubriendo la diversión con la lascivia.
-Él durmiendo, babeando-Santino se rio.
-Adiós, Miri-ella sonrió, se acercó al teléfono y cortó la llamada. La música reanudó su sonido instantáneamente, junto con la sensación de ser observada. Se puso un pantalón suelto, una blusa de algodón, y tomó el palo de hockey que descansaba en el costado de la puerta. La abrió con rapidez, se volteó, caminó tres metros y vio dos figuras alzarse a su costado. No sabe si su instinto, si sus ganas o si su cerebro notó quién era antes de tiempo, pero estampó el palo en la entrepierna de la persona que estaba delante.
- ¡Casi me das un infarto, imbécil! -cuando vio definitivamente a Cameron arrojado en el piso, dolorido, comenzó a reírse. Tea estaba detrás de él.
- ¿Qué pasó? -Miranda seguía riéndose así que tardó un poco en contestar; cuando lo hizo, fue limpiándose la lágrima que insistía en dejar su ojo.
-No quiero ser grosera, pero, ¿qué demonios hacen en mi casa?
-No nos dejas hablar contigo en la escuela y era la única oportunidad que teníamos de no tener que verte con los Di Paolo cerca-Miranda se cruzó de brazos.
- ¿Mi madre les abrió? -Tea no asintió, pero Miranda notó que la respuesta era afirmativa. Por supuesto que lo había hecho- ¿causarme un ataque cardíaco era parte del plan o qué?
-No nos habrías abierto la puerta si hubiéramos llamado.
-Touché. Consideren su mensaje recibido, quieren disculparse, lo entendí. Bien, adiós.
-No hicimos tanto desastre para irnos sin que nos escuches.
-No tengo nada que escuchar. Tú me engañaste-dijo, señalando a Cameron-y tú no me lo dijiste siendo que sabías que lo amaba-dijo, señalando a la hermana-no creo que sea tan complicado.
-Miranda-dijo Cameron, dando un paso hacia ella- ¿me amas?
- ¿Qué? -esa pregunta la descolocó.
-Pregunté si aún me amas.
-No veo por qué la respuesta es importante, después de todo, no volverás a ponerme una mano encima.
- ¿Podríamos, al menos, explicarte por qué pasó lo que pasó?
- ¿Para qué? No cambiaría el hecho de que son dos imbéciles y que no pienso perdonarlos en ningún momento.
- ¿Por favor? -ella fingió pensárselo.
-No, pero fue un pintoresco intento...allanar mi casa y todo eso. Un gran intento-caminó hacia el baño, colgó la toalla y casi se choca con el pecho de Cameron impidiéndole la salida.
Miranda notó que Tea, al costado de su hermano, observaba su pecho con mucho ahínco.
-Tienes el pecho más grande-dijo, mirándola. Cameron llevó la mirada hacia abajo y Miranda le dio una palmada en el pecho, negándole la visión- ¿es un sujetador especial que levanta le pecho? ¿Es para Marco? ¿¡Qué te está pasando!? -Miranda abrió los ojos, sorprendida y luego hizo una mueca que decía: ¿eres estúpida? Mientras Cameron tensaba la mandíbula.
-Primero, si lo estuviera usando, no sería asunto tuyo. Segundo, no, mi pecho sólo creció...parece que, de las dos, la genética me favoreció a mi sola-sonrió con enfado, pero lo recubrió con un irónico cariño-si lo hiciera por él, es asunto nuestro, no te incluye. Y, tercero, ¿a ti qué demonios te importa? -Tea abrió los ojos, sorprendida por el arrebato violento con el que Miranda contestó. Estaba harta de que la trataran de idiota. Miranda se metió en su habitación y le mandó un mensaje a Santino, pidiéndole que fuera a su casa. Él contestó que saldría enseguida.
- ¿Con quién hablas? -preguntó Cameron, detrás de ella.
-No es de tu incumbencia.
- ¿Qué te está pasando? No actúas como tú-Miranda sonrió.
-Actúo como que no te tolero, porque realmente no te tolero.
- ¿Vas a dejar que te explique?
-Creo que se están humilla...-ella se detuvo y los miró-bien-luego, salió de la habitación, bajó la escalera, y se sentó en el sofá-bien, los escucho. Cameron, tú primero-lo dijo con tanto asco y con tanto odio que Cameron tardó más tiempo en hablar, perdió unos valiosos segundos de paciencia analizando el tono con el que habló.
-Bianca y yo...-Miranda dilató sus fosas nasales, odiando el inicio de la oración-...tu y yo habíamos peleado y ella...llamó diciéndome que necesitaba mi ayuda. Estaba decaído y ella estaba ahí.
-Y te contuvo. ¡Que buena hermana tengo! ¡Y yo pensando que era mala! -dijo, con la voz cargada de ironía.
- ¡Lo siento! ¡Me desesperé! Teníamos esas situaciones llenas de amor y pasión y, cuando todo iba perfecto, tú solo te retractabas-Miranda enarcó las cejas porque Cameron realmente parecía creer que eso era suficiente para ella.
-Para ti, tal vez, iba perfecto.
-Eso no es cierto. No me digas que no disfrutaste ni un poco de ninguna ocasión-Miranda se decantó por ignorarlo.
-Claro, me parece excelente tu argumento.
-Fue un error, Miri. Solo eso.
-Fueron cuatro de los que yo sé.
- ¿Qué?
- ¿Quieres que crea que la cita que no tuviste tiempo de cancelarme fue la única vez que te acostaste con ella? Hilé cada vez que no estabas conmigo y que no sabía dónde estaba ella-Cameron no dejaba de estar sorprendido por la inteligencia que Miranda mostraba- ¿y tú? ¿Cuál es tu excusa? Espero que sea mejor que la de tu hermano.
-Yo...lo siento.
-No te preocupes, no sentí tanto tu falta. Kaz, Marco y Santino estaban conmigo...todo el día, todo el tiempo...-Miranda no sabía qué exactamente, si la mirada de Cameron, la tensión de Tea o la reacción de los dos, la que le dijo realmente qué pasaba por la cabeza de Tea. No había sido su mejor amiga diez años para nada. Tomó aire de golpe y la señaló con un dedo acusador- ¡no lo puedo creer te gusta Santino! -Tea tragó saliva, y eso sólo se lo confirmó-con razón antes te gustaba estar con él y luego lo considerabas una traición.
- ¿Qué esperabas? ¡Eras la única razón por la que él hablaba conmigo! Y si Cameron cortaba contigo y tú te enterabas que yo lo sabía, no...
-Ah, me fascina lo que acabas de decirme. En serio. Gracias por decirme que la única razón por la que quieres mi amistad es para acercarte a Santino.
-No es solo eso...
- ¡Entonces explícamelo! ¿Por qué difiere? ¿En qué?
-Siempre fuiste mi amiga, Miranda. Me gustaba un chico, con mucha seriedad, y solo hablaba contigo...cuando Cameron se acostó con tu hermana, no podía permitirme que supieras.
-Te gustaba sentir que confiaba ciegamente en algo que no funcionaba. ¡No habría dejado de ser tu amiga porque tu hermano fuera un imbécil!
-No me parece justa tu acusación.
-Oh, no te parece justa, que bueno. Explícate.
-Me gusta Santino. ¡Si, me encanta Santino! ¡Dios, está volviéndome loca! -dijo, tomándose el cabello. Miranda hizo una mueca de asco. Le divirtió que Cameron se cruzara de brazos, no pudiendo creer del todo cómo es que su hermana gustaba tan abiertamente de la competencia-y me parecía justo que, si él no me quería, podía tranquilamente tapar un engaño. ¡Algo tenía que salirte mal!
- ¿Terminaron? ¿Eso era todo lo que querían decirme? Tengo una noche planeada-Cameron tensó la mandíbula.
- ¿Con quién? -el timbre sonó, y luego, Miranda reconoció la sucesión de golpes en la puerta.
-Un regalito para Tea-caminó y abrió la puerta. La sonrisa de Santino se extinguió en cuanto vio a los Bitalli. Llevaba una manta rosada en las manos.
- ¿Necesitas ayuda? -inquirió, mirando fijamente a Cameron.
-No, ya se iban-los arrastró fuera de la casa y metió a Santino dentro, apretando una de las manos que sostenía la frazada. En el trayecto, logró estampar a Tea con el pecho, o con la frazada, del pobre chico al que acababa de arrastrar dentro de la casa. Sí, lo hizo adrede, y sí, se sentía incómoda. No le importaba. Cerró la puerta en el rostro de los hermanos, y se volteó a ver al rubio dentro de su casa.
- ¿Qué pasó?
-Vinieron a pedir disculpas.
- ¿Algo que valiera la pena? -Miranda lo pensó.
-No, la verdad que no. ¿En qué capítulo nos quedamos?
-En el quinto de la primera temporada.
-Prepararé las papas y el cheddar-Santino sonrió. Técnicamente él no podía comerlas, pero el doctor le había dicho que, con lo al pie de la letra que había cumplido la dieta, un día podía comer algo fuera de ella.
-Traje tu manta favorita-dijo, levantándola.
-Ve al sofá, ahora voy.-------------------------------------------
¡Hola!
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Jaque Mate [Completa]
RomanceMiranda comienza otro año escolar. Todo es normal, excepto los nuevos estudiantes. Su novio los detesta, y el mundo parece detenido por los europeos recién llegados. Por su parte, su padre tomó la decisión de escaparle a los recuerdos dolorosos qu...