.Capitolo Dodici.

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Giulietta dio, por milésima vez en el día, un apretón al teclado de su computadora, Indignada. Tenía que comprar una nueva, esa ya tenía como seis años.
-Esto es increíble-murmuró, llevándose a la boca un puñado de pochoclos. Apagó el aire acondicionado, puesto que el clima no daba permiso para que estuviera prendido, y se quitó de encima la manta. Llevaba toda la maldita mañana viendo los desfiles de moda de Milán y Paris cuando alguien llamó a la puerta.
- ¿Giuli? -llamó su nonno. Ella frenó el video y lo miró, instándolo a entrar.
-Pasa-dijo, sonriente. Se alejó de la computadora y se sentó en la cama, esperando a que su nonno se sentara con ella, a su lado- ¿pasó algo?
-Quería saber si tenías idea de dónde estaba tu hermana. Quiero verla antes de volver a Milán.
-No tengo idea. Papá tampoco parece saber dónde está.
-Tu padre no es capaz de saber dónde está su propia cabeza-Giulietta se rio.
- ¿Por qué dejaste que tu hija se casara con él?
-Porque...bueno, tal vez no lo entiendas, Giuli, pero los negocios son así-ella suspiró, nuevamente indignada.
- ¿De qué negocios me estás hablando? Vendieron la vida de una chica simplemente para cerrar un trato, eso es patético-técnicamente, habían sido dos mujeres las que habían sido vendidas: la madre de Giulietta, Delia, casada con Federico, y la hermana de esta, Adriana, casada y divorciada de Luca, padre de sus dos primos más molestos.
-No era patético en esa época. Si sigues juntándote con los Di Paolo, lo entenderás-Giulietta apoyó las manos detrás de su cuerpo, sobre la cama y miró a su nonno acusatoriamente.
-Así que ya te llegó el chisme.
-Tea habla demasiado.
-Ojalá hiciera más de lo que dice.
-Es difícil pedirle eso a alguien que no sirve para hacer algo. A secas-Giulietta se rio-desde que su padre dejó a su madre y ella la consintió...eso arruinó totalmente a tu prima.
-Realmente no es mi problema, nonno. No tengo por qué tolerar su maldito carácter.
-El vocabulario, Giulietta. Sigues siendo una señorita.
-Sé que la nonna te dijo lo que piensa de mí.
-Oh, tu nonna es una antigua cascarrabias-Giulietta volvió a reírse-no me interesa lo que hagas, en tanto lo hagas por integridad y no para probarte a ti misma algo-Giulietta amagó a abrazarlo y el sonido del teléfono de abajo la hizo soltarlo.
-Yo voy-bajó detrás de su nonno y, mientras él contestaba, ella atendió el timbre de la puerta. Una cabellera rubia la recibió del otro lado.
- ¿Eres suicida o eres estúpido? -Santino la ignoró- ¿para qué preguntas si haces lo que se te da la regalada gana?
-Quería hablar con tu hermana, ¿está?
-No está...desde hace unos días-él frunció el rostro.
- ¿Está todo bien? -su nonno apareció, con el teléfono en la mano, haciendo todo rápido, preguntándole:
-Giuli, ¿sabes dónde están los antipsicóticos de tu hermana? -Giulietta notó que, al preguntarle si sabía el paradero de su hermana, le preguntaba por Ghala, no por Gabriela. Su nonno reparó en Santino y se detuvo. Él tenía los ojos abiertos excesivamente; Giulietta cerró los suyos, tomó aire de golpe y encaró a su nonno.
-Nonno, él es Santino Di Paolo. No sé dónde están, pero...los buscaré, no hay problema.
- ¿Qué hace aquí, señor Di Paolo, si puedo preguntar? -él la miró momentáneamente y ella negó casi imperceptiblemente.
-Venía a darle a Giulietta algo de una tarea-debía concederle que se había afirmado nuevamente con relativa rapidez- ¿puedes darme cinco minutos de tu tiempo? -Giulietta tragó saliva y asintió.
-Ahora vuelvo y te ayudo, nonno. Dame cinco minutos.
-Cualquier cosa, grítame. Tengo la escopeta con dos cartuchos.

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Santino entró de golpe en la habitación de Giulietta y se negaba rotundamente a mirarla.
-Oí bien-afirmó-dijo antipsicóticos-Giulietta no contestó y Santino, obligado por la molestia, la miró- ¡dijo antipsicóticos!
-Ya sé lo que dijo, imbécil. Sí, antipsicóticos.
- ¿Qué...qué tiene? -se obligó a sí mismo a conservar la calma y respirar profundo- ¿qué tiene, Giulietta?
- ¡Tiene esquizofrenia! -dijo, elevando el tono de voz. Santino abrió los ojos excesivamente y se dejó caer en la cama.
¡No podía ser! ¡Una vez que intentaba las relaciones casuales y le pasaba esto!
Desvariando, Santino, estás desvariando, se dijo a sí mismo.
- ¿Dónde...dónde está?
-No lo sé. Se escapó, evidentemente. Igual que siempre, la verdad-Giulietta creía que Gabriela había estado internada, al menos hasta hacía relativamente poco, de otra forma, no se habría acostado con Santino y no la habría cortado de nuevo, pero su padre no parecía muy convencido con que su hija no estuviera internada: no estaba en la cena, no caminaba por la casa, no atosigaba a su hermana mientras dormía, no le apretaba partes del cuerpo...en síntesis, no estaba.
- ¿De qué estás hablando? -dijo, con un hilo de voz.
-Estaba en tratamiento, pero no me sorprendería que ya no los recibiera-Santino se pasó la mano por el cabello y la miró con fijeza- ¿qué?
- ¿Cómo te cortaste el brazo? -dijo, indagando con los ojos como si pudiera ver el centro de su mismísima alma.
-Ella me...ella me cortó.
- ¿Cómo que te cortó? ¿Por qué? ¿Cuándo?
-Tiene arranques violentos, y lo lamento por el primero que se le cruce. Da la casualidad, que siempre soy yo-dijo-me cortó hace un tiempo, en la mudanza hice esfuerzo y no estaba bien cicatrizada y se abrió. Está bien, está cosida y vendada de nuevo. Sanará-Santino no le creía.
- ¿Tienes...tienes otro corte? -ella asintió, pero no amagó a mostrárselos. Luego, resignada, notando que Santino le pedía por favor que le mostrara alguno, levantó su remera. El rubio abrió los ojos nuevamente y se levantó de la cama de golpe, acercándose hacia ella.
- ¡Demonios, ¿cómo te hizo eso?! -tenía una cicatriz que recorría todo su estómago, desde su cadera derecha hasta debajo de su pecho izquierdo.
-Me cortó...
-Te rebanó, sería más indicado.
-Me cortó...antes de que supiéramos que tenía esto. La verdad no lo sé. La seguí en medio de la noche, pensando que, tal vez, estaba poseída. ¡Qué sé yo! No pensé que iba a cortarme como si fuera un trozo de carne.
- ¿Por qué te cortó?
-Según dijo, las voces le dijeron que tenía que hacerlo. Que yo era...competencia. Que yo debía desaparecer-Giulietta aún recordaba la forma en que su hermana había ladeado su rostro y hablaba con los ojos mirando hacia el costado. Había corrido, alejándose de ella y eso no había ayudado para nada. Gabriela había corrido con una velocidad que Giuli no sabía que tenía y la había apresado entre sus piernas y el colchón.
- ¡Veamos! ¡Qué bonito! -había dicho, mientras descubría su estómago. El contacto frío contra su piel, el corte...limpio y certero.
Oh, claro que lo recordaba.
Su padre había respondido, por una vez en su vida, al llamado de su hija, que gritaba como si le estuvieran sumergiendo los pies en lava recién salida del centro de la Tierra.
- ¿Por qué estaba en tu casa? ¿Por qué tiene permitido salir con gente, ir a eventos y ¡acostarse con desconocidos!?
-No tiene permitido nada de eso, pero con un padre ausente y una madre que niega que su hija tenga un problema, ¿qué pretendes exactamente? Estuvo internada y..." Noche de diamante" era una noche especial y, por buen comportamiento y colaboración, la dejaron salir...sólo por esa noche. Por supuesto, las vacaciones se le alargaron más de lo estipulado, evidentemente. Muchas opciones no me quedan-Santino volvió a sentarse sobre el colchón y se puso ambas manos en la barbilla, pensativo.
- ¿Por qué no me lo dijiste?
-Pensé que ibas a terminar con ella mucho antes de enterarte de esto. Mi hermana jamás tuvo relaciones duraderas, no puede, y tú no eras propenso a las relaciones efímeras.
- ¿Cómo sabes eso?
-Si no quieres que la gente hable de ti, Santino, tienes que dejar de ser tan famoso-dijo, cruzándose de brazos.
- ¿De qué demonios estás hablando?
-Fui a Milán, hace cosa de ocho meses...-Santino se pasó las manos por el cabello.
- ¿Por qué me instaste y me diste consejos sobre cómo terminar con ella si se suponía que estaba internada? -Giulietta suspiró.
-Tengo órdenes claras de no contar cosas sobre mi familia, Di Paolo-que usara su apellido fue clave-tu vida no corría riesgo. Gabriela jamás lastimó a nadie que no fuera yo, y no podía decirte que estaba encerrada en un manicomio. Te dije que hacía días que estaba afuera, intenté que pensaras que se había ido al demonio...no lo sé. Cualquier cosa.
- ¿Tu qué harías en mi lugar?
- ¿Además de dejarla?
-Tú la conoces más. A pesar de lo impredecible de la...
-Nómbralo, Santino, enfermedad.
-Enfermedad-sentenció él, siguiéndola. Era cierto, eso era.
-Si quieres un consejo, te recomendaría que se lo digas...
-En un lugar público y que lleve protección.
-Si es que mis cálculos son correctos y ella no está internada como mi padre cree.
-¿Por qué sigues aquí si sabes que tu hermana puede lastimarte y que está libre? -Giulietta se encogió de hombros. No pensaba volver a recordar sus años de soledad, alejada de todo lo que conocía; no podía o ella también terminaría loca. No quería seguir huyendo; no había hecho nada que pudiera molestar a su hermana, y no podía seguir poniendo su vida a merced de los viajes, simplemente por ella. Santino no entendió su divague-¿Qué protección sugieres?
-De hecho, la gente será tu protección; pero, más allá de eso, lleva cosas largas en todas las extremidades. Mangas largas y pantalones, y no importa que haga cuarenta grados de calor. Lo toleras.
Santino volvió a tomarse el cabello. Su teléfono sonó.
- ¿Hola? -preguntó siguiendo el italiano con el que hablaba con Giulietta-Valentino, hola-su voz se suavizó considerablemente-Te...te llamo luego. Lo siento-y colgó.
- ¿Valentino Mastroianni? -preguntó, apoyando el trasero en el escritorio.
- ¿Cómo lo conoces?
-Te dije que fui...
- ¿Por qué te fuiste a Viena? -dijo, interrumpiéndola. Giulietta había notado que estaba por hacerlo porque había observado a la nada antes de eso, como si su cerebro estuviera procesando la pregunta que quería hacerle.
-Le pedí a mi padre que me dejara irme.
-No lo...no lo puedo creer.
-Santino-él la miró-no te conozco y ciertamente, me importa poco lo que pase contigo...
-Oh, pues gracias.
-Pero...-continuó-...eres un gran chico y puedes resultar gravemente herido. Que alguien vaya contigo. Por favor, no vayas solo.

Jaque Mate [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora