14. Un nuevo mecánico

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—Te andaba buscando—entra Jay en el salón de robótica. Hago caso omiso a lo que me dijo y sigo concentrada en reparar mi celular.

—¿Qué haces? —se sienta enfrente de mí.

—Nada—me limito a decir para no ser tan grosera.

Percibo su mirada de "¿es en serio?"

—¿Qué estas componiendo? —corrige su pregunta.

—Nada importante—respondo.

—has sabido algo de la nota— susurra.

—No, no he sabido nada— froto mi cara con mis manos con frustración.

Rayos la nota, con lo que me ha pasado no había tenido tiempo de averiguar eso. Necesito las cintas, necesito averiguar qué es lo que sucede no entiendo cómo es que llegue a este punto.

—¿tienes alguna idea de quién puede ser?

—Cualquiera poder ser—replico.

—No cualquiera— dice—alguien que debidamente interesado que no encuentres lo que estés buscando—se queda callado unos segundos pensativo— pero la verdadera pregunta aquí es...¿Qué estamos buscando?

—Que estoy buscando—corrijo. Me mira indignado. —tú te sumaste a la ecuación sin ser invitado.

—respóndeme a algo, ¿estoy dentro o fuera de esto? —pregunta incrédulo.

Quiere respuesta, respuestas que ni siquiera tengo. Quiere explicaciones que apenas comprendo. Como le digo que todo esto viene de sueños. Incluso nada más pensarlo suena descabellado.

—Ya veo— dice, no molesto sino decepcionado. Veo como se levanta y se acerca a la puerta dispuesto a irse.

—Es complicado—logro decir.

—¿Qué es complicado? —respinga.

—Todo. Quiero que me ayudes pero dame tiempo para aclarar algunas cosas.

—Está bien— regresa donde segundos antes se encontraba y su semblante cambia a uno más radiante. —pero para que siga ayudándote, tendrás que acompañarme a la cafetería y comer—aclara.

—traes algo con arrastrarme a la cafetería ¿verdad?

—tienes que alimentarte—toma mi brazo y lo zarandea—mira, tienes brazos de espagueti— le doy un manotazo.

—Retiro lo dicho, no necesito tanto tu ayuda—bromeo.

Alza una ceja y finge estar dolido—¿Osas despreciar mi concordia?— dice con voz más grave que me hace reír.

—Deja solo término esto— retomo mi trabajo mientras él se entretiene en su celular.

—Creo que por esta vez te salvaste, tengo que irme— dice apresurado.

—uff, que suerte la mia—digo antes de que salga, aunque lo más probable es que no me haya escuchado.

***

Me recargo en el posabrazos del sofá y con mis rodillas arriba me recargo para seguir dibujando aunque ya llevo rato y no consigo que me agrade del todo.

Resoplo cuando empiezo de nuevo, la verdad no me llega algo bueno a la mente. Dejo la pantalla sobre mi abdomen y pienso que sería bueno dibujar pero nada se me viene a la mente.

En eso recuerdo que mi celular aún le falta para poder encenderlo e ingresar en el sistema para poder pasar algunos archivos a mi nuevo celular.

Me levanto en un salto y salgo de la sala. Me encamino hacia el salón de prueba. Es donde mi padre hace sus experimentos con la tecnología y tratando de innovar más cosas por su cuenta.

No Confies En NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora