No Confies En Nadie

74. Si tú estas aquí, quién esta allá

Esto está peor de lo que pensaba.

MI sangre la necesitan para hacer más fuertes estas cosas y me quieren a mi para sustentar sus experimentos y analizarme a mí. Sabía que yo tenía algo importante en mi sangre, pero la están ocupando para clonar.

Clonar.

Ahora ya es posible clonar personas, lo que antes se creía una ciencia más avanza y todos creerán que así será. Porque ellos no dirán que han logrado clonar personas, claro que no, lo ocuparan para su beneficio ¿Pero cuáles serán? ¿Qué planes tienen?

Madre mía.

Debieron extraerme sangre la vez que me atraparon. ¿Pero si tanto me necesitaban porque me soltaron? ya me tenían en sus manos y me dejaron ir. Nada tiene sentido.

—entonces es por eso que la necesitan tanto.

—es esencial para la investigación. Necesitamos tiempo para seguir investigando, es difícil descifrar las anotaciones si están incompletas. Además necesitamos más sujetos a prueba con eso nos ayudaría con la investigación.

—Hare lo que pueda con lo que me has dicho —Mandy anota algo en una Tablet y se da media vuelta para salir. Cuando veo que ellas siguen con su trabajo la sigo por las escaleras.

—¿clones? No sabía que ya eran posible aunque ellos van a otro nivel —susurro.

— ya viste lo peligroso es que te encuentren.

—Sí y me lo dice la chica que me trajo aquí—me burlo.

—Mira me estoy jugando el pellejo por ti—comenta con irritación.

—Oye yo no lo dije por...

—Oficial, hay otra cosa que me gustaría pedir...—la científica quien está platicando con Mandy aparece a unos escalones debajo de nosotros. —Es ella—me señala.

—Mierda—masculla y presiona algo en su muñeca lanzando una pequeña aguja que le da directo en el cuello.

—¿Qué...? — Ahogo una exclamación al verla rodar por los escalones y caer al suelo con brusquedad.

—Muévete—ordena. —y ponte eso en la cara, dame tus manos. —extiendo mis manos hacia ella, mientras veo a la mujer al pie de las escaleras.

—¿ella va estar bien? —pregunto con preocupación.

—Sí, sí, ahora vámonos—me apresura mientras abre la puerta y sale primero ella para sacarme después a mí.

De nuevo recorremos los pasillos con rapidez. Entre tantas vueltas que damos por las instalaciones del Pentágono, me pierdo hacia dónde vamos. Escucho una puerta abrirse, el viento no tarda en azota en mi rostro y el frio recorre mi cuerpo.

La tela en mi rostro me impide ver hacia donde nos dirigimos. Me resisto en seguir avanzando al escuchar una tercera voz entre nosotras.

—¿A dónde la llevas? —Pregunta un hombre quien no reconozco la voz, suponiendo que no es ninguno que nos hemos encontrado.

—Me mandaron a transferirla.

—¿Con que fin? —pregunta con desconfianza.

—A mí que me preguntas—respinga Mandy. —Solo sigo órdenes. Muévete, tengo el tiempo medido y será tu culpa si llego tarde. —amenaza.

—Maldita perra arrogante—dice al momento que entramos a un auto.

—¿decías algo? —se burla Mandy quien ha escuchado claramente lo ha dicho el tipo.