63. Decir la verdad

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Camino con lentitud hacia el pequeño cuarto secreto detrás de la pared. Observo las pantallas con asombro al ver que cada una se puede ver una parte de la casa. La sala, mi habitación, la cocina....

Cada una de las habitaciones de la casa se ven a través de las pantallas. Aunque puedo observar que solo en mi habitación esta directamente grabando ya que en las demás habitaciones solo se ven la puerta y el pasillo. Las grabaciones se cambian de vez en cuando para captar otra toma de otro lugar.

Mis ojos viajan de un lado a otro viendo cada una de las pantallas con indignación.

No puedo creer que haya cámaras por toda la casa y no me avisaran. He sido vigilada por no sé cuánto tiempo y nunca me lo imagine porque ni siquiera sabía que había cámaras por toda la casa lo que significa que las cámaras están ocultas.

Puedo darme cuenta que dos de las cámaras están dañas al ver en la pantalla que aparecen una parte de la casa aparece en negro y luego se sigue la siguiente toma mostrándome la salida del jardín.

Justo arriba en mi hay una pantalla donde el video esta pausado. Le doy play y es una grabación anterior donde aparezco yo hablando con Claudia en la lavandería.

Escucho como la puerta se cierra, estoy por girarme pero prefiero fijarme por la cámara que está en la parte superior derecha donde graba la habitación secreta también.

—Deberías de dejar de meterte en donde no te llaman, lamentaras de haber descubierto cosas que no deberías.

Doy media vuelta a la silla giratoria para poder verla.

—Y tu deberías dejar de aparecer en estos lugares —digo con tosquedad a Mandy.

—Debo de quedarme en algún lugar—se encoge de hombros despreocupada y luego se tensa.

—¿Qué? —la escucho maldecir por lo bajo.

Si no debiste de decir aquello concuerdo contigo.

—¡¿Todo este tiempo has estado aquí?! —exclamo con molestia.

Se limita a ignorarme.

—En serio estas mal de la cabeza—mascullo con enfado poniéndome de pie.

—Gracias, ellos se encargaron de hacerlo—me sonríe con ironía.

—¿ellos?

Vuelve a fijar su vista en mí.

—Vete.

—No.

—He dicho que te vayas—tira de mi para llevarme al frente de la puerta pero me resisto.

—No, Mandy. No me iré hasta que me expliques todo. ¿Qué te ha pasado en todos estos años? ¿Por qué lo hiciste? ¿Cómo es que diste con nosotros? ¿Cómo...? ¡Ahg! —me desespero al ver que me mira con cara de aburrimiento.

Como si en verdad fuera muy estúpido todo lo que quiero saber.

—Trabajar para ellos, ¿cierto? —su mirada no cambia. —Que causalidad que tú apareces y el anciano sabe de mí, el anciano sabe todo de mí y lo de Bela, tú enviaste el mensaje y me vi con aquel tipo. ¡Trabajas para el pentágono!

Se recarga en la pared y se cruza de brazos con aburrimiento.

—¿Quién no me dice que lo único que quieres de mi es entregarme? ¡Contéstame!

—Vete—habla con lentitud como si no le entendiera.

—Le diré a papá—suelto las palabras sin pensar y me arrepiento justo después de decirla. Que frase más infantil he ocupado.

No Confies En NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora