19. un barco de grandes piratas

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Me remuevo en mi lugar incomoda. No logro conciliar el sueño. El dolor de mi hombro ha comenzado a ser insoportable y el dolor de las costillas no ayuda en nada. Me acomodo el yeso compresible para ajustarlo más en las costillas y ajusto la venda de mi hombro.

Me levanto y me siento enfrente del escritorio sabiendo que sin mis pastillas no dormiré. Reproduzco de nuevo el video de la cinta para ver si algo se me ha ido de la vista pero no, todo lo he visto unas veinte veces y nada se me ha ido. No entiendo en que me puede servir esta información.

Me levanto de mi lugar y prendo la pantalla de computadora y la extiendo por la habitación pata anotar.

· Mis padres eran científicos

· Mi padre se llamaba Horacio

· Había un señor que trabajaba con ellos

· Trabajaban para una organización que buscaban algo

Eso ya lo sabía y no era necesario recordar, debo hallar la persona quien trabajo con mis padres y eso solo lo hallare si...consigo saber de dónde vengo...

Mi celular suena y es un mensaje de un número desconocido.

"¿aun pensado?

Miro hacia la ventana y tan solo pensar que allá afuera detrás de esas cortinas alguien me vigila, la piel se me pone de gallina y la poca brisa que cuela por la ventana la siento como soplido del polo norte.

"¿Quién eres?"

La respuesta la consigo en seguida.

"¿tan rápido te olvidaste de mí?"

"¿Cómo voy a recordarte si no sé quién eres?"

"Buen punto. M. "

¿M?

"Te estas tardando en recopilar información el tiempo se acaba"

"¿a qué juegas?"

No recibo respuesta. Lanzo el celular hacia la cama enojada. No tengo idea en que me estoy metiendo, ¿tan malo es averiguar lo que les sucedió a mis padre?

Miro la pantalla congelada donde están mis padres. ¿Qué les sucedió?

***

Vamos tu puedes Toco dos veces la puerta y esta se abre.
—Buenos días—saludo cortésmente.

Me indica que tome asiento y así lo hago.
Vamos bien, creo. No hay comenzado a reclamarme eso es bueno, creo.

Se levanta de su asiento y se acerca a su estante de libros.

¡Jesús, María y José!
¡Me descubrió!

Mueve algunos libros buscando la prueba de que el he estado escuchando sus conversaciones. Pero vuelve a su lugar pero no se sienta en cambio camina de un lado otro como león enjaulado

Sus pasos son lentos y sigue caminando de un lado a otro como si no tuviera nada que hacer. El tic tac del reloj resuena poniéndome aún más nerviosa, el tiempo se va lento como si no quisiera que pasara y hacer lento mi sufrimiento. Su mirada no refleja nada. No hay expresión alguna aunque su rostro denota cansancio. Su cabello platinado esta peinado hacia atrás. Su traje esta pulcramente arreglado y sus zapatos negros siguen resonando contra el suelo poniéndome nerviosa.

—las reglas de esta casa cambiaran—anuncia. —Podrás salir cuando se te da la gana no te detendré. Pero tendrás que atenerte a las reglas dentro de esta casa.

«Dejaras de hablar con el personal sino ellos recibirán castigo. Bajaras a la hora indicada para cada comida fuera de ese horario la cocina estará cerrada, Claudia ya no está a tus órdenes. Iras a las sesiones con la psicóloga que si me he enterado que no has estado asistiendo. »

—ha quedado claro.

Afirmo con la cabeza

—bien, retírate. Sebastián te llevara a tu sesión

—Claro, permiso.

No Confies En NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora