20. Pistas Ocultas

131 16 0
                                    

Me siento a esperar sobre las escaleras y miro por quinta vez el reloj. Dijo que estaría aquí, ¿no?, eso fue lo que recuerdo que dijo...creo. Rayos, no recuerdo muy bien lo que me dijo.

Froto mi hombro tratando de recordar con claridad las palabras de Sebastián El dolor del hombro ha amortiguado siento un ligero hormigueo pero no causa molestia. Y en las costillas solo es incomodidad del yeso con un poco dolor.

Gente entra y sale del gran edificio. Unos con prisa, otros ansiosos pero todos se dirigen al mismo lugar. Del otro lado de la acera igual hay personas, ajenas a lo que sucede de este lado. Como si viviéramos en mundos diferentes. Incluso somos ajeno a quien tenemos alado. Tal vez aquella persona la veamos en un futuro y nosotros ni en cuenta que aquella persona camino a nuestro lado por unos minutos. . Sigo con la mirada algunas personas viendo cómo van por el mismo camino hasta que una toma otro rumbo. Así que busco otras personas

Mi vista se queda fija en un punto al encontrarme con algo que creí inexistente. siento un nudo crecer en mi garganta dificultando pasar saliva. Mi respiración se vuelve pesada igual mi cuerpo. Del otro lado está en medio de la gente, una persona parada, pero no es cualquier persona es esa persona que estaba observándome el otro día afuera del supermercado, sé que es el. Igual capucha negra y cubriendo su rostro haciendo difícil su identificación. Saliendo de mi trance me levanto de un salto miro con rapidez la calle tratando no perderlo de vista cuando veo que el encapuchado se mueve. Corro detrás de él, empujando algunas personas y recibiendo miradas molestas. Mi mirada viaja de un lado para otro al perderlo de vista, de nuevo entre la multitud lo logro ver cruzando la calle. Tiene que ser real. Cruzo la calle sin pensarlo más, pero un bocinazo me detiene.

—¡OYE, FIJATE! —me grita un señor en su auto a pocos centímetros de mí. Miro mi alrededor y ya no lo veo más —¡MUEVE! ¡ACASO NO VEZ QUE NO DEBES DE PASAR! — me sigue gritando molesto.

Algo desorientada y confusa regreso a la cera. No sé qué sería peor que él sea real o no. Regreso de nuevo al frente del edificio y veo a Sebastián esperándome.

***

Estoy sentada en el piso y viendo directamente la puerta.

Escucho pasos que se acercaban del otro lado de la puerta y los pasos se detienen justo enfrente de la habitación.

Pavor me recorre en las venas. Sabía que no era buena idea.

La puerta se trata de abrir, la manija comienza a moverse de un lado a otro sin éxito.

Se escucha como comenzaba a golpear la puerta con fuerza como si quisieran tumbarla.

Ya para entonces tengo empapado las mejillas de lágrimas.

Sentí la necesidad de esconderme así que me escondo debajo de la cama, de repente la puerta se abre.

Solo veo los zapatos de color negro, empezaron a pasearse por la habitación mis nervios aumentaron y se detuvo de lado de la cama y sabía que se iba agachar.

Cuando se agacha salgo de mi escondite corriendo hacia la salida. Corrí por el pasillo que había, seguí corriendo sintiendo que venía detrás de mí, sentía que debía corre qe no me debía atrapar, el pasillo era oscuro y no terminaba era como si estuviera corriendo en un pasillo infinito y no había puertas por donde podría escapar, al fin pude ver algo y fue el pasillo terminado.

―No te hare daño―dijo con voz muy gruesa alguien, volteé pero al estar oscuro no pude ver a la persona pero sabía que estaba ahí podía ver su silueta, pero algo me decía que no le podía creer.

No Confies En NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora