24. Una mirada en la lluvia

118 15 2
                                    

Me separo de él y miro mis manos, especialmente mismo muñecas donde alrededor de ellas se pode ver una fina línea y algo abultada. Paso mi dedo alrededor de ellas acariciándolas. Muchas personas se han burlado de mí por mis cicatrices tallándome de suicida. Pero ellos solo ven marcas pero no saben la historia detrás de ella.
—¿libby, que te paso? —pregunta tratando de tomar mis manos pero las escondo. El no insiste y lo agradezco.

Trato de limpiar las lágrimas de mis mejillas y luego observo a Jay, manchado de pintura roja. Sumerjo mi mano al agua y trato de limpiar las manchas rojas de su playera azul aunque solo lo empeoro. Le doy una mirada apenada y de disculpa. El ve su ropa y se ríe.

—mmm...como detestaba esta playera—dice con humor tratando de que no me sienta tan culpable.

—Será mejor que actives la limpieza, el agua ya está corriendo hacia tu habitación— Me levanto de mi incomodo asiento sobre la taba de walter y presiono un botón debajo del apagador y en una esquina se abre un desagüe y el agua comienza a irse.

—Tus uñas...están blancas...—dice sorprendido

En efectiva mis uñas ya no son color rosa sino blancas, con pequeñas manchas rosas. Algo extraño ya que debería ser al revés.

No digo nada y me disculpo con Jay con la mirada cerrando la puerta. ¿Qué me está pasando?

Me desvisto, quitándome también el yeso 3D que esta tan adherido a mí, que se escucha como se separa de mi piel incluso dejando una marca roja alrededor de mi tórax, formando una especie de red en él. Observo detenidamente las marcar rojas tienen un tono morado verdoso alrededor de las líneas, no me alarmo ya que es razonable después de caer de un metro de distancia al suelo. Era obvio que iba a ver consecuencias. Mi miro mi hombro que no ha mejorado mucho y que ahora tiene tonalidades cafés y verdes.


Termino de bañarme y seco mi cuerpo con una toalla. Saco mi ropa de un mueble donde siempre tengo ropa de dormir. Me pongo un short y una camisa holgada.

Salgo del baño y me tiro en la cama sin quitar las cobijas. Un cansancio se apodera de mí y pronto me hundo en el mundo de los sueños.

Estoy en cuarto muy desgatado y no hay nada, hace mucho frio como si de todas partes entrara aire pero no veo ninguna ventana. Enfrente de mi hay un cubículo con puertas transparentes. Algo me llama adentro y sin poder negarme mis pies caminan por si solos hasta que entrar, esta se va llenando de humo, un humo muy blanco. Trato de salir de ahí pero ya no encuentro la salida. El humo al hacer contacto con mi piel arde como si fuera fuego, pronto se me dificulta respirar, el humo blanco se siente asfixiante. Trato de agarrar más aire pero no puedo se me dificulta mucho respirar sin sentir ardor en mi garganta. Las fuerzas se me van, como si eso consumiera mi energía, pronto me encuentro en el suelo tratando de recuperar mí fuerza pero es en vano.

Siento un dolor agudo crecer en mi espalda siento como se me clavan miles de agujas en ella. El dolor no acaba ahí, avanza hacia todo mi cuerpo, primero baja muy despacio, torturándome hasta no poder mover mis pies, después sube por mis brazos hasta llegar a mi cabeza que el dolor es inigualable a otro que hubiera sentido. El cerebro me palpita dentro de mí. Siento como si estuvieran aplastando mi cabeza con el piso y el cráneo se rompiera dentro de mí y cada astilla de hueso se encajara en mi cerebro. Siento mi piel derretirse al sentir que me asfixio por el calor. Mis ojos pesan demasiado y la energía me consume.

Abro mis ojos, mi cabeza da vueltas, al enfocar un poco mi vista reconozco mi habitación. Trato de incorporarme pero mi cuerpo duele como en verdad todo aquello hubiera pasado.

***

—Libby—insisten tocando la puerta. Gruño y cubro mi cabeza con la almohada tratando de bloquear el sonido o asfixiarme lo que venga primero.

No Confies En NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora