No Confies En Nadie

46. ¿viajes en el tiempo?

Mis manos cubren mis oídos con fuerza. Mis ojos se encuentran cerrados y a pesar de eso las lágrimas siguen cayendo por mis mejillas humedeciéndolas. Mi pecho sube y baja con rapidez tratando de que el aire llegue a mis pulmones aunque siento que no es suficiente. Mi corazón se comprime dentro de mi tórax sintiendo un dolor, un dolor de vacío como si donde debería estar mi corazón no estuviera y en su lugar solo hubiera un hueco negro, haciéndome sentir vacía y desolada. Siento como si mis órganos se estuvieran encogiendo, haciéndose un ovillo en el hueco del estómago haciéndome sentir un nudo tan grande que el aire ya no pasa. Aunque eso es imposible pero estoy tan dominada por el miedo que no encuentro la forma de tranquilizarme.

Las imágenes siguen llegando a mi mente. El culpable de esto es siempre un sueño que nunca recuerdo aunque lo raro de ahora es que lo recuerdo. Recuerdo estar corriendo en el bosque y delante de mí aparecía aquella persona encapuchada, lo revivo de nuevo lo de esta tarde. Se quita la capucha dejándome ver su rostro. Se repite una y otra y otra vez. Pero cada vez es con una persona distinta. Morgan, Jack, mi padre, Chloe...Will.

La cabeza me da vueltas impidiéndome pensar con claridad. Impidiéndome razonar ante las pesadillas de mis sueños y de la vida real.

No puedo ponerme de pie. Me dejo estar en el suelo hecha un ovillo junto a mi cama. En mi vista aparecen puntos negros que se expanden y disminuyen. Mi cuerpo comienza debilitarse y me estoy dejando rendir una vez por todas. Dejo que mi cuerpo se resbale hasta estar tendida en el suelo. Mi ojos se cierran dispuestos a no abrirse de nuevo.

Mis ojos se abren al escuchar unas máquinas sonando con pitidos. El lugar donde estoy no es mi habitación, ni siquiera parece un hospital aunque el lugar se me es familiar. La máquina que inmite el sonido muestra los signos vitales, bajo mi vista a mis brazos pero no hay nada conectados a ellos. Me bajo de la camilla de metal y con los pies desnudos toco el suelo helado pero no produce en mí, ninguna sensación. Llevo la misma ropa que llevaba esta tarde, cuando logre el sueño ni siquiera me había cambiado de ropa

En el lugar no hay nadie más que yo. Hay muchas maquinas raras en toda una pared. Unas van dando cifras que no entiendo y no sé porque las arroja. Otras hacen un sonido raro como si estuviera dando vueltas a algo adentro y otras solo no están encendidas. En otra pared hay una sábana tapando la esquina de esta y del otro lado están herramientas para soldar y materiales.

Del otro lado del lugar...hay dos mesas y en ellas hay líquidos en vasos, unos hirviendo otros soló están vacíos. Tubos de ensayos, pinzas, microscopios...todo una especie de laboratorio...

Hay unas computadoras que llaman mi atención pero por más que intento ver las letras o lo que dice, todo se muestra borroso.

—El suero ya está listo—volteo hacia la voz. Me sorprendo al encontrarme a una mujer de cabello negro con su bata puesta, checando algo en el microscopio. La reconozco sé que quien es.

—¿mamá? —siento una alegría crecer en mi cuerpo.

Ella no me escucha.

—¡Mamá! —trato de caminar hacia ella pero al dar un paso al frente mi cabeza comienza a darme vueltas, las cosas comienzan a moverse pero como si estuviera grabado y hubiera un error en la grabación. Se congela y se mueven unos segundos para luego congelarse.

Mi cabeza me zumba, alzo mi mano para tratar de alcanzar a mi mamá pero es imposible. Soy arrojada a otro lugar, ¿cómo? no tengo la menor remota idea.

Ahora estoy en una habitación casi oscura con escasa luz que proviene un foco viejo colgado del techo moviéndose de un lado a otro. Hay un señor dándome la espalda, no se percata de mi presencia. Abre una puerta y sale de la habitación llevando consigo algo en los brazos, un bulto grande.