43. Códigos Secretos

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Me dejo caer en la silla con brusquedad con la respiración agitada y con la cabeza dándome vueltas. Es demasiada información que procesar a pesar de ser solo unas cuantas palabras...

Es que no puede ser posible. Es imposible que sea cierto...debe ser una broma porque... ¡Es que no es posible!

Me levanto para dar vueltas en la habitación. Es que tal vez ya me lo esperaba pero negaba en creerlo, negaba lo que significaba todo y ahora me he estrellado con la verdad.

Leo de nuevo las notas y solo hace que me desconcierta más .Halo mi cabello con frustración para dejarme caer en el asiento de nuevo al sentir que estoy entrando en pánico, realmente en pánico ¡es que no puede ser...!

Las notas están frente a mi abarcando gran parte de la habitación al tenerlas desplegadas en el aire.

La puerta se abre y entra mi padre hablando con teléfono y se detiene al verme, extrañado de que siga en su oficina.

—¿Libby, que haces...? — se queda callado al ver lo que tengo enfrente. —Maldición, lo siento no debí a verte dado esas notas aun.

—Es una broma verdad, Por qué eso es una tontería—digo dando vueltas ella un manojos de nervios.

—Elizabeth, por favor siéntate—me pide mi padre con voz preocupada.

Me siento para leer las notas de nuevo.

Señor Owen

Se estará preguntando quien soy pero eso no importa, lo que importa es que conozco a la niña que acaba de adoptar. Ella no tiene a nadie y yo no puedo quedarme con ella. Pero hay algo que debe de saber de ella, a ella le sucedió algo que cambio por completo. Ha notado que constantemente le duele la cabeza, que suele dormir incluso por días, si, no es normal y eso tiene una explicación pero no me creería si se lo digo. No la lleve a un hospital, recurra a un médico de su total confianza y que todo lo que vea será confidencial.

Solo haga un examen de sangre y entenderá a lo que me refiero.

No se preocupe en contratarme yo estaré al pendiente para enviarle más información

Ha estas alturas ya debe de saber los resultados, es difícil de explicar cómo ocurrió aquello. Inyéctele esto en medidas desesperadas, estoy calmara su dolor de ella. Recuerde no recurra a un hospital.

Dejo de ver las notas para ver el análisis de sangre. Entre muchas cosas que no entiendo logro ver las letras que me han dejado paralizada.

ADN No identificado.

No identificado...—repito, para hacerme la idea que es verdad. Miro a mi padre buscando respuestas. —Necesito hablar con esta persona, si conoció a mis padres y sabes que me sucedió, necesito hablar con esta persona—me levanto de mi asiento tan rápido como expulso esas palabras de mi boca, mi padre me sujeta de mis hombros impidiéndome salir de la oficina y niega con la cabeza.

Estoy por reclamar, porque tengo derecho de saber que me sucedió, que les sucedió a mis padres. Mi boca se abre y se cierra como un pez al no saber que muy qué decir.

—Siéntate, Elizabeth—me pide, señalando los asientos enfrente de su escritorio.

Hago caso y me dejo caer en el asiento con las manos en la cabeza y los codos recargados en mis rodillas.

—Nunca conocí a la persona—antes sus palabras alzo la cabeza. —Tú eras...quien me daba las notas y por más que te preguntara quien era solo me respondías, es el sujeto, solo eso. No se en que momento te las daba, te escabullías para ir a jugar y por más que intente seguirte o vigilarte, esa persona siempre encontraba la forma de darte los mensajes sin que nadie lo viera.

No Confies En NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora